Una boca dulzona que besa el glande rojo
Ojos que voltean hacia la pared, entre sonidos
Luz de madrugadas que reverbera entre las piernas.
La suavidad de los dedos, el brillo de las mejillas,
La carne tibia: sexo.
Si a veces se nos entibia el deseo es por desidia
Si nos cuesta pararnos en tu nombre
Es cuestión de práctica. Cuerpo que dominas.
Todos somos demonio y Dios al mismo tiempo
Fuerza y placer, debilidad y tibieza.
Vea la intensidad con que cogemos las riendas
Para no parecer malos. Porque si quisiéramos
Viviríamos de redondeces fortuitas, de palpos eventuales.
¿Se puede vivir tranquilo con tan solo recuerdos?
Vivir para recordarlos
Suficientemente tensos para ser sólo uno
Una vez que sea necesario
El respeto a uno mismo y a su pasado
A la necesidad.
Necesitamos ¿y qué?
De aquellos deseos también estamos fabricados
De esa bruta paciencia para buscar el placer
Y no convertirnos en cenizas antes de tiempo.
Plagar el cielo con la sensualidad, con la contemporánea belleza
Con que surge una y otra vez el sexo
Que repite que quiere brindarnos todo
Que se resiste a ser anulado.
De eso se trata.
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