La pesca de cientos de animales vivos
La necesidad de estrangularlos
La aleta vieja en el plato. No soy Tolstoi, no soy Whitman
Cada vez que pienso en viejo y en comida pienso en ellos
Como si el hambre me generara memoria
Literaria.
En fin, las cosas que pasan hoy
Las añoraba quien plantaba algodón en el monte
En la tarde cuando bajaba el río y sonaba entre las piedras
Con el alma quieta, mirando el agua.
Niño, joven,
Hombre que no sabe a dónde va
Tal vez la paz es demasiada prueba para el poeta:
Se suele pensar mejor
En la turbulencia y el mercado del desorden.
Añoro las voces de la infancia
la tranquilidad con que organizaban otros mi vida
El deseo que se marcaba transparente en la trusa
El globo de oro inquieto, la sangre
Turbia y negra vertiéndose bajo la piel fresca
¿Vejez? Aquí empiezas
Cuando el futuro es una marca de ceniza en el suelo
Una cruz cargada por otros, el peso de tu cuerpo
Temblando por el escaso equilibrio
Porque quienes te entierran
Son tus viejos.