«Algún plazo secreto debió de cumplirse, porque Sofía, suspirando, abrió la cartera y dijo: Te escribí una carta»
El pasado
551 páginas tiene la novela de Pauls, el escritor que ganó el Herralde en 2003. Llegué a Pauls por Bolaño («uno de los mejores escritores latinoamericanos vivos»). Me metí en El pasado y allí me he quedado por el tiempo que la biblioteca de Yonkers aceptó prestarme el libro: 2 semanas.
La historia gira alrededor de Rímini, joven traductor que vive en una relación monógama y aparentemente indestructible con su amor de colegio: Sofía. Sofía sabe que el amor es una corriente perpetua que no se puede detener. Por eso la vemos allí, segura de su amor, con canas y plantada en la última página del libro después de haber seguido el periplo autodestructor, la enfurecida búsqueda interior de Rímini (su nombre es un guiño a la ciudad donde creció Fellini).
Rímini, traductor que atrae enfermedades imposibles, que se deja capturar por celosas enfermizas, que se masturba como si quisiera deshacerse de todo su semen. Alrededor de Rímini, circulan los personajes secundarios que hacen la vida de cualquier pareja: padres, suegros y ex amigos de ambos que se resisten a que la relación perfecta se haya terminado. Seres que quisieran creer, a ciegas, sin ver las grietas en esa película de zombis en que se ha convertido la entrega incondicional de Rímini a Sofía.
El pasado se podría haber llamado De amor y de zombis, pues el personaje principal parece lidiar mejor con el mundo cuando se entrega sin cuestionarse nada. Rímini es un muchacho que tiene la relación «perfecta» y está aburrido. Se sale, huye, desaparece, busca algo más que no puede encontrar, es capturado y regresa. Mira las fotos: es feliz.
Dentro de El pasado hay pequeñas historias, que al parecer están creadas con la pretensión de darnos una visión completa de las variaciones de la relación amorosa. Tenemos a Riltse, un pintor excéntrico, homosexual y fascinado con el modo como las mutiliaciones, las entradas al cuerpo, la enfermedad y el dolor, pueden producir arte, y como este arte puede generar una reacción –erección, en este caso– en las almas sensibles capaces de captar la superficialidad de su mensaje. En otra historia, conectada con Riltse y con la adicción de Rímini, una linda prostituta vietnamita se enamora de un dandy argentino. Es una bellísima historia de amor marginal que termina cuando ella casi le arranca el pene con los dientes.
El amor: esa experiencia paralizante, aquella agonía permanente metida en nuestros huesos como si fuera una enfermedad, pareciera querer decirnos Pauls. ¿Ama Sofía? No lo sabemos, pues su búsqueda obsesiva por recapturar a Rímini, incluye la posibilidad de un «último polvo» sólo para salvarla de la calentura pasajera. ¿Ama Rímini? Tampoco lo sabemos, pues si bien parece ser el único personaje que busca respuestas, nunca las encuentra: vive una relación intensa de sexo, cocaína y pajazos sistemáticos, que se desintegra cuando él descubre que está enamorado de su compañera de trabajo, una traductora con la que parece conocer la felicidad, o la ilusión, de la paz matrimonial y la paternidad. El episodio se desintegra también, en una tarde absurda a merced de sus terrores y del pasado de Sofía. Después, Rímini decide morir. O vegetar, mejor dicho, en un coma moderno de hijo que regresa a la casa del padre. Se desintegra con calma en los malos olores de su vegetación, en pijamas, dentro de un apartamento que se pudre, hasta ser rescatado por un soldado de la buena salud que lo pone a seguir un programa que le devuelve la buena imagen y lo coloca de profesor de tenis en un club para bonaerenses ricos.
En las páginas que siguen habrá más sexo, más preguntas, bajo la sombra omnipresente de Sofía, que sabemos que aparecerá tarde y temprano para salvarlo/arruinarlo de su propia ceguera.
El libro de Pauls es un ensayo obsesionado con la idea de la pasión y la relación de pareja. Es a su modo, la misma búsqueda de tantos otros autores mayores que quieren conocer a ciencia cierta la respuesta a la pregunta ¿El amor existe o es una ilusión? o peor aún ¿Es una broma?
El pasado es un gran libro. Está escrito con fertilidad y con la perseverancia de un escritor talentoso que quiere decirlo todo. Rímini y el amor no sobreviven en el intento. Sofía, que en las primeras páginas nos inunda con su capacidad para enternecerlo todo, hacia el final nos parece poco menos que un baratísimo premio consuelo. Y el hombre, pobre pobre, vuelve a mirar al pasado después de intentarlo todo y allí está ella:
Con la caja de fotos.