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The New York Street

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Política

Su nombre es Fujimori: la otra historia de los años 90 en el Perú

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La historia siempre es una ficción. Es una media verdad aceptada por una mayoría. La razón de las profundas divisiones entre profujimoristas y antifujimoristas es dos versiones opuestas de la historia reciente del Perú. Esta es mi versión, resumida, construida con retazos de lo que vi y oi, seguramente tergiversada por mi orientación política y mi procedencia social, semiordenada después de ver el documental «Su nombre es Fujimori». Se aceptan todo tipo de añadidos y comentarios.

Entre 1980 y 1985 Belaúnde retoma el poder que le arrancó el golpe del General Velasco, devuelve los medios de comunicación a sus dueños, abre el mercado peruano al comercio exterior, liberaliza la economía y ofrece mejoras económicas. Algunos hombres de su partido, Acción Popular, se llenan de dinero (Raúl Diez Canseco, un político de clase media, hizo su fortuna en ese período). El Perú se endeuda con todos los organismos internacionales y la plata de los préstamos desaparece en manos de gente del gobierno. El estado es un monstruo ineficaz, los políticos ven que todo se les va de las manos. Ineficacia: el Fenómeno del Niño de 1982 sacude al país, paraliza el norte, deja a Lima desabastecida y el gobierno no sabe qué hacer. Empieza el terrorismo y el gobierno de Belaúnde no sabe qué hacer. Cuando reacciona ordena acciones militares. Se producen aniquilamientos de autoridades. La ineficacia define a ese período. Se suele decir que Belaúnde era honesto pero todo el mundo robaba y él no veía nada.

Entre 1985-1990: Alan García es el mal menor, elegido para frenar la posibilidad de Izquierda Unida en el poder. Tiene apoyo popular, promete que el Perú no se iba a arrodillar frente a los organismos internacionales. Que pagaría solo un porcentaje de lo que ingresara al Perú por nuestras exportaciones. Quiere promover el agro. No sabe qué hacer con el terrorismo. Es un gobierno ineficaz y corrupto. Su estrategia económica se frustra porque los organismos internacionales cierran el caño de dinero y el Banco Central de Reserva tiene que imprimir más dinero. Quiere controlar la economía y los precios de todo. Hiperinflación. Quiere construir un monstruo llamado tren eléctrico. Corrupción en la elección de contratistas. Todo se hace al caballazo. Quiere estatizar los bancos y los empresarios e inversionistas lo abandonan. Su ego es tan grande que no ve cómo el país se le va de las manos. Organiza un golpe para poder huir del país como héroe pero los militares no lo secundan: Tiene que terminar su período de cinco años. Manda asesinar a los presos por terrorismo porque le quieren arruinar la imagen de líder socialista que quiere proyectar al mundo. El peor gobierno peruano del siglo XX, de lejos. Deja un país destruido, una economía muy precaria. El que puede se va del país: las opciones son quedarse a ver un país en la ruina y con el poder tomado por Sendero Luminoso.

Entre 1990-2000: Alberto Fujimori encuentra a un peón que le ofrece un plan para sacar al país del desastre. Aliado con los grupos de poder económico y con el control de la cúpula militar, Montesinos despeja el camino: se manda matar o a silenciar a lideres sindicales, se organiza una máquina que silencie todo lo malo que sucede en el país mientras Fujimori parece solucionar uno a uno los problemas que arrastrábamos por 10 años.

Se malbaratean las empresas públicas, se venden y el Estado se reduce. Se dan medidas para sanear la economía: paquetazos y el «sálvese quien pueda». Se cierra el Congreso y se colocan peones serviles en puestos claves. Se pisotea la Constitución. Se renegocia la deuda externa y pronto empieza a llegar otra vez el dinero de los organismos internacionales. Montesinos orquesta la derrota de Sendero en sus términos. Se promueven grupos de aniquilamiento. El terrorismo recrudece pero la captura de Abimael Guzmán devuelve la esperanza a los peruanos. Desde el SIN se organiza una campaña de medios para que parezca que la captura de Abimael y el posterior descalabro de Sendero es obra del gobierno. Montesinos compra a todos los que quieren ser comprados.

El dinero de los narcontraficantes llega a las manos del director del SIN. Este se reparte a la gente afín, a los socios, empresarios y políticos. El pueblo mira asombrado como se empiezan a abrir centros comerciales espectaculares, llegan inversionistas internacionales─sobre todo chilenos─que ven un mercado con posibilidad de crecimiento. Hay más trabajo: la liberalización y la competencia hacen que los precios y la inflación estén controlados. En ese clima de aparente calma, Montesinos hace lo que le da la gana desde el poder. Los aliados de Fujimori planean quedarse unos años más de los que la Constitución les permite. La gente parece feliz con tener carreteras nuevas, una sensación de orden después de 10 años de desorden e ineficacia.

Todo parece funcionar bien porque los medios no dejan que sepas lo que el equipo de Fujimori ha hecho: corromper a los medios, corromper a los políticos para tener mayoría, negarle acceso a los medios masivos a la gente que denuncia las matanzas, las esterilizaciones forzadas, la desaparición de enemigos políticos y periodistas, el asesinato de traidores al regimen. Todo tiene que parecer obra de Fujimori: el orden que se necesitaba.

El orden que los empresarios querían para comenzar a hacer dinero. Para que chorree a los pobres. Nadie quería escuchar las protestas de los estudiantes porque eso significaba el desorden que había quedado atrás. Pero el desorden también significaba la justicia, el derecho a criticar, el derecho a fiscalizar, el derecho a que el dinero y el bienestar llegara a todos y que si querías hacer politica nadie eliminara tu reputación desde los diarios chicha y los canales de televisión que recibían puntualmente el dinero de Valdimiro Montesinos. Se eliminó políticamente a Alberto Andrade.

Sin embargo hubo gente que protestó contra aquello: gente que nos abrió los ojos. El orden costó demasiado. El orden que implica que otro decida por ti no es orden sino es dictadura. El orden que te elimina o te embarra si protestas no es un orden sino dictadura. El orden que no escucha a las minorías no es orden. Los que lucharon contra ese orden dirigido desde el SIN, los que escucharon los testimonios desgarradores de las mujeres esterilizadas a la fuerza y de las familias de los estudiantes asesinados. Los que saben del flujo del dinero del narcotráfico que alimentó a la prensa silenciada y al congreso servil al fujimorismo miran con asco la posibilidad de que regresemos a esos años. No somos terroristas, ni radicales, ni gente que odia por odiar. Somos peruanos que no queremos que nos gobiernen personas deshonestas, prepotentes que creen que el progreso significa callar a los que se oponen a un gobierno dominado por ideologías políticas neoliberales, que creen que el progreso solo significa carreteras y puentes.

No. El progreso significa también escuchar a la gente que no está de acuerdo y propone soluciones que incluyen a las mayorías, que incluyen a los que no tienen voz, que incluyen a quienes no se les ha escuchado en mucho tiempo, que incluyen condenar y mandar a prisión a los poderosos que mandaron matar y silenciar para que nadie levantara la voz en contra de un gobierno. Progreso significa este video SU NOMBRE ES FUJIMORI que cuenta otra historia de esos años. Una historia que todos deberíamos de conocer. No solo porque tenemos que votar, sino porque nos va a hacer mucho bien como nación.

Podemos en Nueva York

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La mayor virtud de Pablo Iglesias es la de haber conseguido articular un mensaje de esperanza para una sociedad deprimida por la corrupción y el fracaso de las políticas del PP y el PSOE.

Iglesias estuvo ayer, en el Auditorio Proshansky del Graduate Center CUNY (abarrotado de gente, muchas personas se quedaron afuera del edificio) para presentar sus propuestas y responder preguntas. Lo trajo a Nueva York un grupo de izquierdas, lo presentó al público Amy Goodman, una periodista y figura radial de izquierdas.

Iglesias es de izquierda y no lo niega. Achacarle sus simpatías por algunas políticas chavistas a un hombre de izquierdas es como criticarle a una admiradora de Sex in the City que le hayan aficionado los zapatos de tacón alto, si bien después de caminar unas horas con ellos, es probable que ella misma se los quite.

El modelo chavista falla por sus ideas anti imperialistas trasnochadas y su vocación dictatorial. A Chávez no lo quisimos porque nos asqueaban sus discursos demagogos que no daban cabida a la autocrítica. El discurso de izquierdas de Iglesias parece autocrítico y democrático. Lo que más pueden temer los españoles es que un gobierno de izquierda demuestre lo innecesaria que resulta la monarquía y que les abra la posibilidad de votar por su independencia a los habitantes de los gobiernos autónomos.

Escuchar a Iglesias es un ejercicio sano. Es la única voz ─coherente─ que les habla a quienes han perdido la fe en una democracia que gobierne no solo para beneficio de los grupos de poder. Es un respiro entre la desvergüenza con que encara la corrupción el PP y la hipocresía con que trata de cubrir su inoperancia el PSOE.

IMG_1771Al momento de las preguntas, un hombre de derechas, que se disfrazó como «agnóstico de la política» intentó achacarle a Pablo Iglesias su apoyo al terrorismo de ETA. Mis amigos españoles me hablaban de las tantas veces en que se usaban ese tipo de preguntas para luego editar las respuestas de Iglesias y hacerlo aparecer como el terrorífico castrista que va a llevar la noche a España.

Entre tanta inoperancia de dos partidos que no saben cómo hacer para que «España vaya bien» me parece que Iglesias es la luz que enseña un camino distinto, y que las fuerzas de derecha, los que gobiernan pensando que el pueblo es una masa que no piensa y no se queja, son los que quisieran bajarse aquella luz a pedradas.

When the Levees Broke

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Cinco dias después de la inundación de New Orleans, miles de refugiados aún esperaban a los autobuses que los evacuarían. La temperatura bordeaba los 40 Celsius. Bandas de grupos armados cerraban las autopistas. La turba saqueaba los supermercados y la policía apuntaba a los civiles que se deshidrataban en las afueras del Centro Cívico. Los rumores: los blancos habían dinamitado los diques para que se inundara el barrio de los negros, los presos negros habían huído y se paseaban armados por las calles de Nueva Orleans.

El documental de Spike Lee, When the Levees Broke, es el recordatorio de una vergüenza nacional. Soledad O’Brien, reportera de CNN, cuatro días después de la inundación reta en cámaras a Michael Brown, director de la Administración Federal de Emergencias (FEMA), por saber menos acerca de lo que sucedía en el centro de la ciudad que su asistente de edición, un practicante de 23 años. Un hombre relata la muerte de su madre anciana y cómo el cuerpo se descompuso en un pasillo del Centro Cívico sin que nadie supiera qué hacer con ella. Otros cuerpos se descomponían en los bordes de las autopistas, al lado de quienes esperaban los autobuses.

Entre los videos de los cadáveres flotando entre las calles, emergen las tensiones políticas entre el alcalde y Kathleen Blanco, la gobernadora de Louisiana (él había apoyado a su rival en las elecciones del Estado). El alcalde, Ray Nagin, llama por teléfono a una radio e insulta al gobierno que no puede enviar agua, comida ni autobuses en casi una semana. Alguien lo acusa de que antes de declarar la evacuación de la ciudad su primera llamada de consulta fue a la Oficina de Negocios de la ciudad.

katrinaCondoleeza Rice, nacida en Alabama, la mañana siguiente al desastre, compraba zapatos en una tienda Salvatore Ferragano. George W. Bush, la segunda noche después de la inundación, daba un discurso acerca de la situación en Iraq. Dick Cheney jugaba al golf, la mañana en que las víctimas de Katrina intentaban sobrevivir en una ciudad con un calor endiablado, sin electricidad, sin agua y con el sistema de desagüe colapsado. Alguien recuerda que la misma noche en que el huracán Betsy golpeó la ciudad en 1965, el presidente Lyndon Johnson se paseaba por las calles oscuras e inundadas con una linterna apuntándole la cara diciendo: Soy su presidente, aquí estoy para ayudarlos.

When the Levees Broke (2006) es la prueba mayor de la ineficacia de un gobierno que siempre estuvo centrado en prioridades distintas a las del pueblo al que tenía que servir. Hilados con paciencia, allí están las imágenes y los testimonios que brindan fuerza a las acusaciones en contra de la administración de George W. Bush. Hay que recordarlas cada vez que se nos ocurra pensar que aquella administración, su familia o sus aliados, merece volver al poder.

bush en el avion

Alberto Fujimori

«Montesinos mandó matar a mi papi», me dijo ella. Estábamos al lado del mar, el cielo tenía un no sé qué de nostálgico. Acabábamos de desayunar, mi ahijada daba vueltas por la casa y todos nos preparábamos, salíamos uno a uno del baño, listos para el día de playa. «Su papá era de la naval y empezó a criticar al gobierno. Lo internaron en el hospital, estaba bien, pero llamaron en unas horas y les dijeron que se había muerto», me dijo mi hermana, que la conocía desde hace muchos años.

«Nadie quiere decirlo en voz alta, pero es muy probable que Montesinos lo mandara matar» me dice mi amigo. Estamos preparando la carne que irá a la parrilla, el cielo del pueblo está limpio de nubes, del jardín no llega el ruido de las conversaciones de nuestra esposas y de los niños que corretean. «Él sabía muchas de las cosas que estaban pasando, porque era el ministro, y nunca dijo nada, es más, apoyaba en todo a Fujimori. Pero cuando empezó a darse cuenta de las cagadas que estaban haciendo parece que ya no quiso seguir quedándose callado y lo amenazaron. Allí nomás le dio cáncer».

Testigos. Eso somos los peruanos que vivimos allí entre 1990 y 2000. Unos más informados que otros, unos más ciegos. Sólo así se explica la furia con la que el año 2000 mi amiga se acercó a la cola de votación en la Universidad Agraria para saludarme, y la vehemencia con que insultó a Fujimori «Ese chino de mierda…»

A pesar de mi crítica a la brutalidad con que se aprobaron las interpretaciones a la Constitución para permitir la segunda reelección, vicié mi voto con dudas. Toledo me parecía un mal candidato. Quería creer en la promesa de que Fujimori era reelecto para terminar con el trabajo empezado.

¿Nos equivocamos? Sí. Las investigaciones del diario El Comercio nos probaron no sólo la cochinada mayúscula que fue el proceso de recolección de firmas –sistema en el que también Perú Posible de Alejandro Toledo y, con seguridad otros partidos, incurrieron en ése y en otros procesos electorales–; sino el grado de corrupción y la dependencia de los políticos del partido de Fujimori a las movidas estratégicas del asesor Montesinos. No se puede olvidar que otros candidatos con mejores cartas de presentación que Toledo, como Alberto Andrade, fueron descalificados mucho antes del proceso electoral gracias a la bien aceitada maquinaria de propaganda y medios orquestada por El Doc.

Somos testigos, en muchos casos silenciosos, de la corrupción y de la destrucción de las instituciones democráticas. Fujimori no llegó al 2000 convencido en su superioridad como candidato sólo por mérito propio. Contó con la aprobación tácita, la complicidad y el silencio de una mayor parte de la población peruana, incapaz de ver más allá del panorama siniestro de incapacidad y violencia que era nuestro país antes de la captura de Abimael Guzmán.

«Esto no pasaba cuando estaba Fujimori» le escucho decir a un comisario de La Molina. Es el verano de 2011 y hemos ido con mi padre a presentar una denuncia porque alguien ha metido la mano al medidor de la electricidad que da a la calle (sospechamos que es un ladrón, que quiere incapacitar la alarma para meterse a robar apenas sepa que la casa está sola), y encontramos a un delincuente que se ríe del policía que le toma la denuncia y de la jovencita que llora asustada porque el delincuente le ha arranchado la cartera. Ha sido capturado por unos transeúntes y ahora, después de pasar unas cuantas horas, por ley, tiene que ser dejado en libertad.

«Así no se puede hacer nada contra la delincuencia. Ésto no pasaba con Fujimori». Mi padre, fujimorista, asiente, corrobora y sugiere que ninguno de los gobiernos que llegaron después de El Chino tiene la capacidad para lidiar con el desorden.

La caída de Fujimori, el documental profujimorista que cuenta como personaje principal con un alicaído –pero orgulloso de su obra– Alberto Fujimori caminando por las orillas de una playa en el Japón y asistiendo a ceremonias de agasajo, brindis en su honor por un grupo de la derecha japonesa que lo celebra, es el tipo de discurso que los fujimoristas conservan como propio: «había que hacer algunas cosas malas para salir del hoyo en el que estaba el Perú». «No se puede juzgar a Fujimori ahora que el Perú está bien. En ese momento lo que se necesitaba es un presidente que hiciera lo que él hizo». «Gracias a que él tomó las decisiones duras que había que tomar, es que ahora podemos disfrutar de crecimiento y democracia». Esas son las frases que yo escucho en mi entorno familiar cada vez que estoy en el Perú y que, cualquier analista, por más inclinado que esté a juzgar con severidad al gobierno de Alberto Fujimori, tiene que haber escuchado.

Entonces, el año 2000, aparecieron los vladivideos.

Entonces Fujimori apareció montado en un jeep ordenando la cacería de su mano derecha, dicen (fuentes muy confiables) que coleccionando todos los videos que lo incriminaban. Entonces nos enteramos que el muy popular y carismático exalcalde de Huancavelica se había vendido al mejor postor para votar con la mayoría fujimorista, que el todopoderoso Kuori había estafado a sus votantes vendiéndose por varios puñados de dólares, que el magnífico Crousillat, con peor suerte que los Azcárragas mexicanos, había mantenido las pantallas calientes para el régimen, durante años, haciéndose de la vista gorda ante la corrupción y los excesos, pintándonos el país de las mil maravillas que Montesinos y Fujimori controlaban. Entonces Fujimori declaró que convocaría a nuevas elecciones, para dejar un gobierno democrático. Llegó el viaje asiático, el Congreso le dio la espalda y ordenó una investigación y un fax llegó desde el Japón…

Fujimori no está en la cárcel pagando sólo por los crímenes que cometió. También sirve condena por quienes nos prestamos a aplaudirlo. Entre otras cosas: por convocar el orgullo de las Fuerzas Armadas en la operación contra los emerretistas en la casa del embajador japonés, por adjudicarle la derrota de Sendero, la pacificación y la renovación de nuestra patria. Porque temíamos que las alternativas eran Fujimori o el horror.

En sus memorias del proceso electoral de 1990, El pez en el agua, Mario Vargas Llosa da detalles sobre los entretelones de su cierre de campaña, sus dudas de presentarse a una segunda vuelta, su voluntad de renunciar para que Fujimori asumiera de una vez el poder, de un modo ordenado; y la mala impresión que le dejó el chinito del tractor convertido en vengador anónimo. Mi memoria vuelve, una y otra vez a ese debate, cuando yo era fredemista convencido y creía que darle el poder a Cambio 90 era un salto al vacío. En esa memoria, siempre veo a un joven con 17 años recién cumplidos, con los ojos muy abiertos, viendo como Fujimori despedazaba a Mario Vargas Llosa en cada una de sus intervenciones. Tal vez había sobreestimado el poder de oratoria de Vargas Llosa o subestimado la elocuencia y el cálculo de Fujimori, un político criollo con todas las artimañas propias de aquellos.

No se puede acusar a Mario Vargas Llosa de otra cosa que de ingeniudad. No escuchó la batahola publicitaria creada por los delincuentes agazapados bajo la bandera del Fredemo. No quiso ver a los apostadores que pusieron todo su dinero al caballo del líder de Libertad y que lo abandonaron apenas perdió. Ese debate lo ganó Fujimori. He escuchado decir lo contrario, pero no puedo verlo. Recuerdo mi sensación de tristeza cuando Fujimori sacó su carta más brillante, esa carátula del diario Ojo, para la mañana siguiente, que ya daba por vencedor del debate a Mario Vargas Llosa. Nadie pudo negar la veracidad de aquella acusación. La manipulación del público a través de los medios no la inventó Montesinos. Vargas Llosa se metió en política para vencer a un bribón y terminó derrotado por un pillo. Sin embargo, hoy que Fujimori purga condena y el mundo entero lo califica de gobernante corrupto, se puede decir que su revancha ha sido bastante dulce.

¿Se debe liberar a Fujimori? Como bien opinan Gustavo Gorriti y César Hildebrandt (a quien le he perdido mucho del respeto que le tuve, desde que leí El enano), no se debe liberar a un preso condenado, menos aún a uno que ni siquiera se arrepiente por el sufrimiento que le ha causado a tantos peruanos y el daño infligido al sistema democrático que juró defender.

Nos engañó. Y aún más: hay pruebas suficientes de que el fujimorismo y su líder siguen embelesados con la pintura que quisieran que se perennice por los siglos en la historia del Perú: la del chinito que salió de la nada, que se enfrentó a la incapacidad de los partidos políticos establecidos, reconstruyó el desastre dejado por los gobiernos del APRA y Acción Popular, desmembró y liquidó al Partico Comunista del Perú con un efectivo programa de capturas y arrepentimiento, insertó al Perú en el sistema financiero internacional, sacándonos de la condición de parias en que nos convirtió Alan García, distribuyó, con eficacia, títulos de propiedad a muchísimos inmigrantes que habían llegado a Lima en la informalidad total, convirtiendo a millones de peruanos, de un día para otro, en sujeto de crédito; reunificó a territorios abandonados durante décadas con la reconstrucción de sus pistas y autopistas y el trazado de nuevas y modernas carreteras, terminó con el problema limítrofe con el Ecuador, al que con tanta ineficacia se había enfrentado Fernando Belaúnde, venciendo en la guerra y consiguiendo un tratado de paz y límites que alejó para siempre la sombra de una guerra, que lidió bastante bien con los desastres como el fenómeno del Niño ( al que todavía recordábamos los que tuvimos que vivir el vía crucis de 1983, lluvias e inundaciones que dejaron el norte aislado, destruido y Lima en crisis de desabastecimiento).

Aquella lista de tareas cumplidas, esconde en muchos casos los abusos y los crímenes que se cometieron en el gobierno fujimorista. Las ventas de las ineficaces empresas públicas llenaron los bolsillos de algunos funcionarios, las obras sociales en los pueblos y la preparación de las rondas campesinas dejaron a muchas mujeres estériles por programas de planificación mal implementados, la guerra contra el terrorismo mató y mandó a prisión a muchos inocentes, la conquista de la opinión pública se realizó mediante la compra de autoridades, medios de comunicación que considerábamos imparciales y políticos, que siempre –ya desde la dictadura de Odría que Vargas Llosa radiografía tan bien en Conversación en La Catedral– se habían vendido.

Fujimori mismo, obnubilado por el poder que le ofrecía su yunta Montesinos, se presentó con él, en vivo y en directo, y nos lo presentó como el artífice de aquella magnífica obra que estaba legándole al pueblo peruano.

Nos mantuvo ciegos. Nos compró con caramelos. Nos dio orden y a cambio obtuvo el apoyo y el silencio. Pudo haber sido peor. Hay peruanos menos ciegos, más rebeldes, con más información y capacidad crítica que reaccionaron a tiempo. La pasión mal correspondida de una mujer puso el primer Vladivideo en manos de otro político oportunista y los partidos a quienes Fujimori había vilipendiado durante 10 años tuvieron su venganza. Huyó del país y nos mandó un fax. Vivió como un rey en el exilio y creyó que al llegar al Perú lo íbamos a levantar en hombros, que sus fieles huestes de lameculos lo iban a proteger y le iban a abrir las puertas de Palacio de Gobierno.

Fujimori está en la cárcel –una prisión de lujo- porque él lo quiso. Porque vino al Perú siguiendo un pésimo cálculo político. Se puso en manos de la justicia y fue sentenciado en debido proceso.

Visto con la perspectiva que otorga el tiempo, este gobierno de Humala es mejor que el segundo gobierno de Fujimori: nos podemos burlar de Humala y de su mujer, podemos denunciar a cualquiera de los personajes de su partido sin temer que nos llegue un mensaje en clave desde el Pentagonito pidiéndonos silencio. Podemos oponernos, sin temor a que los medios de comunicación se cierren en una batalla sucia en nuestra contra. Podemos criticar, juzgar y hacer empresas sin pagarle cupo a Vladimiro Montesinos.

Que pida perdón, que jure que nunca va a querer volver a ser candidato. Que se desvista de los mil errores que cometieron quienes estaban a su cargo. Que se arrepienta. Después hablamos.

 

Una versión editada y adaptada de este artículo ha sido publicada en el blog Newyópolis de la revista FronteraD.

Harvest of Empire ( o las consecuencias de la intervención de EEUU)

harvest of empire

Los padres de Rigoberta Menchú pidieron asilo en la embajada de España en la Ciudad de Guatemala. Ellos y otros cientos de campesinos, amenazados por la ira de un gobierno financiado por los norteamericanos. La policía, al no poder aprehenderlos, les prendió fuego.

Nosotros, testigos en la oscuridad del cine, presenciamos las imágenes originales de la televisión guatemalteca mientras se consumen en llamas las oficinas de la embajada.»¡Hagan algo, se están quemando!» Dice un ciudadano que se atreve a gritarle a la cara del soldado impasible, que previene que nadie se acerque a ayudar.
El documental Harvest of Empire, basado en el celebrado libro del periodista neuyorriqueño Juan González, es la narración de acontecimientos históricos de ciertos países latinoamericanos cuyo presente no puede entenderse si se olvida la intervención de los EEUU –política, económica y armada.

La película es una muy bien informada descripción de cómo la intervención de los EEUU ha contribuído a la inestabilidad social de aquellas democracias, y cómo la inmigración de millones de latinoamericanos es una consecuencia directa del tramado de intrigas urdido por la política exterior de los EEUU.

País por país, con testimonios tan fuertes como el de Junot Díaz –quien asegura que su padre no hubiera emigrado a los EEUU si los Estados Unidos no hubieran desembarcado en 1965 en su país para derrocar al gobierno democrático de Juan Bosch e instalar al pelele del asesinado Trujillo–, y la misonera Teresa Alexander, quien describe con detalle el día que tuvo que reconocer los cuerpos de cuatro misioneras, amigas suyas, violadas y asesinadas por las fuerzas represivas en El Salvador, un grupo de militares entrenados por los Estados Unidos.

Para quienes crecimos en Sudamérica en los 80s, con nuestras propias historias de violencia, represión y desaparecidos; los acontecimientos en México y en Centroamérica eran una constante música de fondo de balas, golpes de estado e invasiones militares. El dinero de los Estados Unidos y su ambiciosa tarea de mantenernos libres de la influencia del comunismo también ha dejado sus cicatrices en nuestras democracias. Vladimiro Montesinos fue un militar entrenado por los EEUU. La CIA sigue vigilando la política antinarcóticos en la selva del Perú y el dinero de su colaboración económica es un botín que se disputan los políticos, y no se olvidan de recordarle al pueblo cada vez que les conviene para su beneficio electoral. Chile, que no pudo mandar a prisión a Augusto Pinochet, ya encontró los papeles secretos que confirman lo que la derecha negó mientras Pinochet mandaba matar a sus adversarios: Estados Unidos, coludido con empresarios de derecha, invirtió en la propaganda y las manipulaciones del mercado destinadas a desestabilizar el gobierno de Salvador Allende. Una vez creado el caos, financió el golpe y la dictadura.

Hoy  que ya no amenaza la Unión Soviética, los norteamericanos aún permanecen vigilantes, ante los capos de la droga, para agrado de la opinión pública y de las transnacionales, que siguen produciendo dinero. Si queremos capitalismo, Estados Unidos es nuestro mejor aliado: él es El capital. Esta es la guerra por el poder y por el dinero y en ella siempre habrá un mercenario dispuesto a matar, siempre habrá funcionarios a la espera de una bolsa de billetes.

Harvest of Empire (el libro hace diez años y ahora este documental) pone las pruebas sobre la mesa. El objetivo es que los conservadores xenófobos e intransigentes, comprendan que esos indocumentados que cruzan la frontera no huyen de un país que no han sabido construir, sino de una economía y sociedad inestable, que la política exterior de los Estados Unidos ha hecho posible.

«They never teach us in school that the huge Latino presence here is a direct result of our own government actions in Mexico, the Caribbean and Central America over many decades» -From Harvest of Empire.

Bye

hugo chavez

¿Si Hitler se hubiera muerto de cáncer, antes de ser derrotado, lo hubieras lamentado?

La política, tierra que se alimenta de la polémica, ha creado individuos cuya percepción suele exagerarse, en ambos sentidos: para bien o para mal. El poder, esa materia radiactiva, tarde o temprano termina por contaminar (y destruir) a quien lo ostenta por demasiado tiempo. Los ejemplos abundan.

El caso de Hugo Chávez nos toca más porque hemos vivido, demasiados años, asustados por el fantasma de su influencia. Es mentira que los peruanos no podamos (o no debamos) opinar acerca de su muerte «porque sólo le concierne a los venezolanos». No es cierto. La posibilidad de que el Perú tomara una alternativa de desarrollo similar, modelada en base al sistema aplicado en su país por el presidente Chávez siempre estuvo ahí, dándonos vueltas.

Quienes creemos en la la posibilidad de desarrollar un país basándonos en la contribución de muchos y en el diálogo, no podemos sino alegrarnos de que ese fantasma se aleje, tras su muerte, definitivamente. Nos duele que un hombre muera a los 58 años. Pero no nos duele tanto si ese hombre es Hugo Chávez. Por muchos motivos.

Chávez, quien se adjudicó la banderola de salvador del pueblo venezolano contra la dictadura de los ricos, ha pervertido la idea de un socialismo responsable. Enemistarse con los creadores de riqueza y repartir beneficios gratuitos a los pobres nunca ha sido una buena opción para crear desarrollo o generar crecimiento.

Respeto al pueblo venezolano que eligió a su presidente en varias ocasiones.

Ese pueblo no es bruto, como quisieran hacernos creer los enemigos más idiotas de Chávez. La clase política que precedió a Hugo Chávez demostró tanta incapacidad y corrupción que la elección de una opción política que los denostara, que los anulara, se hizo inevitable. No se puede enarbolar la bandera de la democracia venezolana y también sacar del cuadro a los presidentes rateros e incapaces que precedieron a Hugo Chávez.

Me imagino que para algunos, quienes lo van a llorar en Venezuela y en el mundo, Chávez estaba haciendo socialismo. Por eso lo apoyaban.

Al apoyarlo servían mal al socialismo. Porque el experimento que ha planteado Hugo Chávez en su país no ha generado ningún signo positivo de desarrollo y, por el contrario, ha generado expectativas basadas en los favores y los regalos. No ha fomentado la competencia y el esfuerzo sino la innoble –tanto para el rico como para el pobre– guerra de clases.

He leído algo sobre lo que pasa en Venezuela. Generalmente los informes y perfiles de John Lee Anderson –un yanqui al que se le puede acusar de algunas cosas pero jamás de simpatizar con el capitalismo–, y lo que sucedía en Venezuela, la obra de Chávez, linda con el desastre. Ningún país que aspire a la justicia social con desarrollo económico debería fijarse en el modelo de Chávez. El socialismo es otra cosa. Amar a los que menos tienen es otra cosa.

Hugo Chávez tenía derecho, como todo político, a hacer lo que le daba la gana con el poder que le daba el pueblo. También tenía derecho a engañarlo. ¿Una elección indecente? No soy venezolano para juzgarlo, pero sí observo la política, veo las otras opciones que tiene hoy por hoy un presidente latinoamericano en el poder y me adjudico el derecho a opinar. Quien cree que Venezuela es un ejemplo de algo bueno, está equivocado.

Me he reído, como muchos, con algunas tonteras de Chávez. Me ha sorprendido su coraje para decirle algunas cosas a los que se creían intocables (Bush, el rey español, Alan García, entre otros). Me duele que muera un hombre que sólo tenía 58 años. Sin embargo me parece más doloroso que muera dejando a un pueblo con tantas tareas incompletas, en similar estado de incertidumbre política al que nos dejara a los peruanos el fax de Fujimori; y en parecido descalabro económico al que nos dejara el Apra de García en 1990. Lo malo es que a los venezolanos, el finadito les ha dejado ambas calamidades juntas: desastre institucional y económico en un solo paquete.

Ojalá Venezuela entierre a su presidente muerto con respeto al líder por quienes los venezolanos votaron. Y que luego abra los ojos al desastre, ponga manos a la obra y empiece la reconstrucción. Porque ¡ah! venezolanos,  desgraciadamente, hay hermanos, muchísimo que hacer.

Sobre tumbas, comerciales y política

El comercial salió en junio y los votantes en noviembre decían que era casi el único que recordaban.

En el imaginario popular, tal vez no hay imagen más terrible que la del asesino que te obliga a cavar tu propia tumba. Es una escena que hemos vista repetida en la literatura y en la cinematografía ya sea con mafiosos, con nazis o con sicarios del narcotráfico.

Las últimas elecciones usaron esta misma figura para posicionar a uno de los candidatos en la mente de los votantes, con excelentes resultados.

La periodista Jane Mayer, en la edición más reciente de la revista The New Yorker, escribe sobre la efectividad de un anuncio publicitario que salió en junio de este año en los canales de televisión de Ohio y que sirvió para posicionar a Mitt Romney como enemigo de la clase trabajadora.

Del universo de votantes entrevistados después del proceso electoral en noviembre, más del cincuenta por ciento mencionaba recordar «muy vívidamente» la historia de Mike Earnest, contada en un comercial de 30 segundos.

Earnest trabajaba en una planta papelera en Indiana. Un día, sus empleadores le pidieron a él y a otro grupo de empleados, que levantaran un gran estrado de casi 10 metros de ancho. Una vez levantado, los empleadores pidieron que los trabajadores de la planta, los tres turnos, se formaran frente al estrado. Allí apareció un grupo de representantes de Bain Capital–la compañia de capitales que dirigía Mitt Romney, famosa por comprar empresas, reorganizarlas y luego revenderlas con un gran margen de ganancia–para anunciarles que la fábrica se clausuraba y que todos los trabajadores estaban despedidos.

«Mitt Romney ganó más de 100 millones de dólares al cerrar  la planta papelera; al mismo tiempo que destruía nuestras vidas. Así que cuando levanté ese estrado, fue como si hubiera fabricado mi propio ataúd. Pensar en eso me enferma.»

Se me ocurre sólo un ejemplo de aviso de campaña política publicitario tan efectivo. Es aquel famoso anuncio aprista, utilizando imágenes de Pink Floyd, para criticar las políticas del Shock del FREDEMO. Aquel anuncio atacaba el temor de los peruanos al cataclismo de la subida de precios y el despido masivo con la misma efectividad que este anuncio describía a Romney como un «enterrador», un mercenario del capitalismo.

Earnest cuenta que consiguió trabajo reparando maquinaria para Chrysler y que ahora está jubilado.»El señor Obama nos dio a mí y a Chrysler una segunda oportunidad. Me siento muy satisfecho con ese comercial. Yo sólo dije la verdad. Tal cual».

Discurso de aceptación de Barack Obama


El candidato republicano no ha entendido lo que la gente pide en este momento: CAMBIO. El ciudadano promedio de los Estados Unidos, el inmigrante que ha llegado en busca de oportunidades, el trabajador de clase media, el intelectual que se preocupa por la imagen de su pais en el mundo, la madre que solo quiere estabilidad y seguridad para su familia, el estudiante que no quiere vivir con la angustia de no tener trabajo o no poder pagarse un seguro medico, el soldado que teme verse envuelto en otra guerra de la que no podrá salir con vida, el ciudadano americano promedio que ha visto como en dos períodos consecutivos el gobierno de George W. Bush ha dilapidado las reservas dejadas por Bill Clinton, envilecido la imagen de Estados Unidos en el mundo, depreciado el dolar, inmiscuido en dos guerras de las que no sabe como salir ni como demostrar los resultados que se habia propuesto conseguir al empezarla.

El gobierno de la bravuconada y el odio, del autosuficiente partido republicano que ha despreciado a todas las instituciones, organismos y naciones del mundo que se opusieron a su mal planeada segunda Guerra del Golfo y su toma de Baghdad, desde las Naciones Unidas hasta Greenpeace. El partido republicano y los ultra conservadores que se han burlado de la Convención de Ginebra y del Protocolo de Kyoto; que han vilipendiado a los pacifistas, a los ecologistas, a los evolucionistas. Maldita sea la hora en que los eligieron los norteamericanos.

El discurso de Barck Obama anoche en Colorado fue claro, inspirado y concreto. Estados Unidos puede ser un mejor país que lo que ha sido los últimos 8 años, Estados Unidos puede ser aún el último refugio de esperanza para quienes llegan a estas orillas en busca de un lugar donde se dignifica a quien trabaja y a quien quiere hacer dinero y prosperar en el campo que desee, en base a esfuerzo y sacrificio.

Todo depende del cristal

Una y otra posición respecto al juicio a Fujimori. Textos copiados y pegados de las opiniones dejadas por los lectores en la sección Encuestas de http://www.elcomercioperu.com a la pregunta: ¿Cree usted que Fujimori es inocente o culpable?:

1
!CULPABLE!!. Del mismo modo Asesinó la INDUSTRIA NACIONAL. Asesinó la voluntad de cientos de miles de mujeres que fueron esterilizadas, sin consulta alguna. Asesinó la Cultura de las mentes de LOS JóVENES, les introdujo la tecnocumbia y los diarios chicha, con pornografía.(asesinato cultural). Robó videos a vista y paciencia de todo el Perú, como buen farsante, simuló una persecución a Montesinos y luego huyó como un cobarde…
Robó en forma sitemática el tesoro nacional, y prueba de ello es la gran vida que llevan los hijos. Sinceramente!!, como Peruana, solicito Justicia, por amor al País!!

2
TOTALMENTE INOCENTE. GRACIAS PRESIDENTE FUJIMORI POR TODO LO QUE HIZO POR EL PERU. ES USTED EL MEJOR PRESIDENTE QUE ESTE PAIS A VISTO HASTA EL MOMENTO. LAMENTABLEMENTE, COMO ES TAN COMUN EN LATINOAMERICA, DESPUES DE SU GESTION TUVO QUE VENIR UN CRETINO COMO EL FINADO PANIAGUA (QUE REALMENTE ESPERO QUE ESTE EN EL INFIERNO AHORA MISMO) CON TODA LA CAMADA DE COMUNISTAS QUE LO ACOMPAÑARON A DESHACER TODO LO QUE UD. LOGRO CON TANTO ESFUERZO Y OTRO CRETINO COMO EL BORRACHITO TOLEDO (QUE QUIZAS NO ESTE EN EL INFIERNO TODAVIA PERO ESTA CASADO CON LA KARP QUE ES UNA MATERIALIZACION DEL MISMO DIABLO)A SEGUIR DESHACIENDO LO QUE UD. HIZO. PERO UD. SIGA AHI, EN EL PERU HABEMOS MUCHOS QUE APRECIAMOS LO QUE USTED HIZO POR LA PATRIA. VIVA EL PRESIDENTE FUJIMORI!! ABAJO LOS COMUNISTAS Y CAVIARES DEL PERU!

3
Culpable pues, hermano. O te chupas el dedo.

4
EL SEÑOR PRESIDENTE ALBERTO FUJIMORI . FUE EL MEJOR PRESIDENTE ESTE MENSAJE ES PARA TODOS LOS IDIOTAS IGNORANTES QUE SOLO SE DEJAN LLEVAR POR COMENTARIO..
AÑOS ATRAS DONDE HUBO MUCHOSS TERRORISMO Y POR EL NORTE LA GUERRA CON ECUADOR Y POR EL SUR LA GUERRA CON CHILE ESO TIENE RAZON EL PERU ESTABA HECHO UNA MIERDA.
GRACIAS A QUIEN ? POR EL PRESIDENTE ACTUAL

AHORA LOS FAMILIARES QUE SON DE BARRIOS ALTO . RECLAMAN DERECHO HUMANOS … OIGA USTED NO SEA IGNORANTE ANDA USTED EN LA TARDE O NOCHE SEÑOR POR AHI .. AHI TE MATAN TE ROBAN ESA GENTE SON DE MAL VIVIR Y VIENEN A DECIR DERECHO HUMANOS EL TERRORISMO SE ESCONDIA POR ESA ZONA SEÑORES ENTIENDAN BIEN….

LA CANTUTA DONDE UNAS AULAS SE HABLABA DE PERTENECER AL SENDERO LUMINOSO QUE QUERIA USTED QUE PASE MAS TRAGEDIA? PARA MI ESTA BIEN QUE SE HALLA MATADO A ESA GENTE .. AHORA CON ESTO NO DIGO QUE EL PRESIDENTE ESTE EN TODO ESTO .. SI USTED TIENE UN HIJO MANDALE AL EJERCITO AHI NO SE CREE EN NADIES EN UNA CITACIÓN ASI SE MATA DE FRENTE ….. POR MATAR A TERRUCOS TE QUIEREN LLEVAR PRESO..

5
Que le suelten a los leones como en la epoca de los romanos a este japones vividor de la plata del pueblo peruano! No que iba a entregar su vida por el pueblo japones?! Que facil nos olvidamos de las cosas. Chino cochino a la cana de por vida, q lo metan a la misma celda que canebo para que le rompan el wantan.
Paolo Guerrero Presidente!!

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