Cambio. Esperanza. Sí se puede.

Desde una plaza de Chicago el presidente elegido Barack Obama ha dado un mensaje extremadamente feliz, conciliador, de aquellos que borran heridas y abren puertas.

El senador McCain también ha abierto sus brazos al vencedor, ha reconocido con humildad sus culpas y ha dado a entender su alegría por la victoria de su rival.

Este no es el Estados Unidos que hemos visto los últimos 8 años de George Bush. Este es otro pais ¿Dónde están los conteos a medianoche, los gritos de fraude, los insultos y la cobardía? Tal vez se han escondido los cobardes ¿Han huido? ¿Aguardan al acecho?

Barack Obama es la esperanza de un pais que se ha preciado de ser durante gran parte de su historia, la esperanza del mundo. La tierra de la libertad, cuna de la democracia, patria de oportunidades. Parece que con Obama vuelve ese país.

Como decía Winston Churchill: «Podemos confiar en los estadounidenses, porque después de hacerlo todo mal, hacen lo que deben de hacer».

Bush hizo todo mal. Extremadamente mal. Es una tragedia tanto tiempo perdido, tanto barbarismo invertido en derrumbar la confianza, la credibilidad y el liderazgo de los Estados Unidos.

No sabemos lo que pueda hacer Obama. Si la sola fe y la oratoria feliz pueda transformarse en cambio y en esperanza. Pero cuando habla a sus conciudadanos, Obama toca todas las cuerdas correctas.

Si se puede. Es hora de trabajar y sacar adelante a una nación de la cual el mundo espera mucho más. Un lugar al que millones de personas observan con esperanza, asombrados por las posibilidades de la fuerza de las ideas, el individualismo y el buen uso del capital.

Acá no ha pasado nada. Sólo se ha cambiado de líder, sólo se ha transformado la voz, sólo ha cambiado el mensaje. En vez de revancha se menciona conciliación. En vez de problemas se habla de desafíos, en vez de victorias se habla de humildad. No ha cambiado nada y ha cambiado todo. Que el futuro le sea propicio a Barack Obama.