Mezclo arroz y frejoles, apachurro y fabrico harina para la dosa. Lleno la dosa con palta, tomate y un poco de queso mozarella. Sentado en la banquita de madera de Amagansett me sorprende un niño con un proyectil de plástico en forma de cohete transatlántico. Trato de hablarle pero al parecer su idioma y el mío son diferentes.

Es impresionante como abundan los rastas en esta zona del Caribe neoyorquino, se han puesto de moda al igual que las sandalias de plástico que parecen hechas de una pieza y para patones. Investigo en busca de un polo de Montauk pero no encuentro nada que me guste como para gastarme 20 dólares. Los mejores sandwiches vegetarianos son los de Joni al lado de la playa, pero las mejores dosas son las de Hampton Chutney Co.

Las fotos de la playa mayor están bien compuestas pero les falta alma, parece que la fotógrafa se hubiese tirado sobre la toalla y decidido tomar de una sola vez todas las fotos para su exposición, mientras terminaba su mañana de bronceado. Tres pelotitas amarillas y una raqueta nueva. Hay progreso en el tennis.

El tren tiene dos pisos y los veraneantes se disputan los asientos con ventana a chavetazo limpio. Prefiero la paz del primer piso. Sentado cómodamente en mi espaciosa butaca debajo del nivel del piso de la estación de tren, tengo una buena visión de las piernas de una que otra muchacha a la que vale la pena mirar. La mejor escena es la del anciano con sandalias y ropa carísima que se acomoda los anteojos en la estación para ver quienes se bajan del tren. Desde mi butaca sólo veo que una niñita se abalanza a los brazos de su abuelito mientras la mamama y la mami aparecen sonriendo «Ha sido un viaje larguísimo, tres horas desde Penn Station, tuvimos que hacer transbordo en la estación de Jamaica».

De mi lectura de Gibbons: Después de tanto trabajo, Dioclesiano se retira a su rejuvenecida casa en Nicomedia (Izmit), y allí muere rodeado de turcos, regocijándose con el recuerdo de sus plantones a los senadores romanos. En ese tiempo había que tener muy mala suerte para que te obliguen a convertirte en emperador romano, generalmente, hagas lo que hagas, terminabas decapitado.

Foto: Dave Montalvo. East Hampton Beach/Flickr