Anoche vi The Lady From Shangai, una de las obras maestras de Welles, filmada en 1948 con Welles y su esposa Rita Hayworth en los papeles principales. Welles demuestra una vez más su destreza con el lenguage cinematográfico: angulos de cámara para crear sensación de vértigo, profundidad de campo para permitir la narración en varios planos en una sola toma y primeros planos para enriquecer el sentido de las escenas. Y uno se queda para siempre con la voz cadenciosa del irlandés de cabello oscuro, Michael O’Hara, aún inseguro si la vida entera sería suficiente para olvidarla. Hay varias escenas importantes pero seleccionaré solo 3: una es la famosa escena final en la sala de los espejos en un parque de diversiones del barrio chino de San Francisco; la segunda es la escena de las hamacas en Acapulco, cuando Welles relata la historia de los tiburones que se devoraron unos a otros en una playa de Salvador en Brasil; la tercera es la escena del juicio con todos los detalles simbólicos con los que Welles presenta al juez, al tribunal y al jurado encargado del proceso criminal contra Michael O´Hara. «The Lady From Shangai» me obliga a recordar una vez más las palabras conmovedoras de Welles al final del documental sobre «Ciudadano Kane» en una entrevista concedida poco antes de su muerte : «He dedicado el 98% de mi energía a buscar dinero para producir mis películas y solo 2% de mi vida a producirlas..¿A eso se le puede llamar vivir?»
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