No había escrito nada en el blog sobre las interminables mañanas de gimnasio en Lehman College, que empezaron cuando mi madre (siempre las madres) llegó a Nueva York en agosto del 2006 y con una sola frase me tiró al suelo: ¡ESTAS GOOOOOOOORDO!

Así que, empecé a comer mejor e ir al gimnasio. Hace mucho tiempo que no me metía en este tipo de rutina diaria. 30 ó 40 minutos de abdominales, carreras en la faja y un poquito de pesas. En Lima lo combinaba con un par de vueltas a La Molina en bicicleta, pero el clima en este momento no lo permite.

Al principio la idea era jugar tenis, pero una pequeña lesión en los músculos de la pierna izquierda, han impedido que me transforme de nuevo en el Agassi que yo era en mi adolescencia (bueno, exagerando. Un poquito. La verdad es que no jugaba tan mal a los 15…)

Regresando a Nueva York después del descanso de año nuevo, y gracias al empujoncito de Frances que es una water rat como yo, empecé a ir diariamente a la piscina temperada de la universidad. Qué placer.

Así que ahora, combinado con el gimnasio, tengo una excelente rutina de 7 a 10 vueltas cada tarde en la piscina olímpica (dependiendo del cansancio). No está nada mal. Uno se siente mejor al terminar de nadar, todo el cuerpo se relaja. Totalmente recomendable.

Claro que hay que seguir trabajando en el peso. Si bien estoy 6 kilos por debajo de lo que pesaba cuando mi madre me atacó con esa frase concluyente. Incluso hasta me bailan los jeans talla 31. Hoy en una revista vimos que el green tea ayuda a bajar el porcentaje de grasa, así que ese va a ser el próximo ingrediente de la dieta diaria, un poquito de té verde todos los dias.

Y ahora que el invierno-gracias al calentamiento global-está bastante moderado,y que la pierna se ha recuperado completamente de la lesión, estamos buscando unas canchitas de tenis en el Bronx para empezar con el raqueteo. Porque no hay deporte más bacán que el tenis, para jugar de a dos.