El fenómeno Humala no existiría si el gobierno de Alejandro Toledo hubiera satisfecho las expectativas que se tenían de él al inicio de su gobierno.

¿Qué expectativas? Las de DEMOSTRAR que un sistema democrático era mejor que el gobierno autoritario y controlista de Alberto Fujimori. Los partidarios de la «mano blanda» tenían que demostrar que estaban equivocados todos los que sostenían que la única manera de gobernar el país era por medio de la «mano dura».

No sucedió eso. Desde su primer año Toledo dejó de satisfacer las expectativas del pueblo que lo eligió y el sistema democrático que él representó, empezó a mostrar los defectos que los peruanos conocemos tan bien: congresistas aprovechándose de sus beneficios e intentando asegurar su futuro a través de sueldos exhorbitantes -esto incluye a Toledo, subiéndose el sueldo sin niguna vergüenza, yéndose de vacaciones a Punta Sal cuando todos exigían su presencia. Un gobierno incapaz de establecer justicia e igualdad social, incapaz de solucionar, reparar, al menos mejorar los términos desiguales en los que se vendieron la mayor parte de empresas públicas, promesas sin cumplir, deterioro de los sistemas de hospitales y de escuelas dejados por el anterior régimen, deterioro de las condiciones de trabajo de la policía, deterioro de las relaciones internacionales, corrupción en todos los niveles–empezando con las mentiras sobre la paternidad de su hija hasta las referentes a su matrimonio por interés, los trabajos que favorecían a sus familiares, su relación con Baruch Ivcher hasta sus tratos deshonestos y nada claros con el imbécil de Olivera o su sumisa actitud frente a George W. Bush (cerrar todos los aeropuertos para permitir que Bush visite el país ¡¡ por favor!!)

En ese contexto, aparece el presidente Hugo Chávez, que representa una nueva opción frente a la sumisa actitud ante los EEUU y la corrupción en el gobierno de los presidentes «democráticos». Una tendencia alimentada por la desesperación de una clase social a la que no llegan aún los beneficios del liberalismo económico y que asiste todos los días, harta, al espectáculo de corrupción en el gobierno democrático de Toledo.

Sin la ineficacia de Toledo y la perturbadora presencia de Chavez es imposible entender la posición de Humala en las elecciones. Agreguemos que los otros dos candidatos que lideran las preferencias electorales son muy malos. Alan porque fue un desastre como presidente y Flores porque no ha podido probar que su gobierno será mejor que el de Toledo. Creo que sería más honesta como presidente, pero la verdad es que sus declaraciones, respecto a muchos temas como su posición frente a la Comisión de la Verdad, personajes corruptos de su entorno más cercano, o la defensa de los derechos humanos, no han sido muy juiciosas que digamos.

Agreguémosle a esto un detalle: más del 40% de los peruanos votaron por Fujimori el 2000. Contra todas las acusaciones de corrupción, este 40% de la población estaba de acuerdo con las condiciones de vida durante la dictocracia de Fujimori (después de 10 años de gobierno), y creía en la mano dura y en las promesas de Fujimori de seguir invirtiendo en infraestructura y privilegiar el trabajo «con los medios controlados y los partidos políticos aplastados» en lugar de libertades totales y democracia absoluta. La diferencia entre Fujimori y Humala es que Fujimori promovía la inversión extranjera y el liberalismo económico. Y que Fujimori, como Paniagua y Toledo, manejaron con responsabilidad los indicadores macroeconómicos y las reservas del país. Humala está prometiendo controlismo y estatización.

Toledo ha demostrado lo peligroso que resulta el sistema democrático. Ojo: LA DEMOCRACIA QUE CONOCEMOS LOS PERUANOS, ES UNA DEMOCRACIA IMPERFECTA. Pero, lamentablemente, los peruanos que votan por Humala han visto TODAS LAS IMPERFECCIONES de la que es capaz un gobierno democrático. Y es muy claro que ESA democracia, no los complace. Toledo ha defraudado a quienes, como yo, esperábamos que se les demuestre EN LA PRACTICA, a los peruanos, que un sistema democrático es el mejor de los sistemas de gobierno posibles. Que se demuestre que el autoritarismo no vale la pena, porque siempre desemboca en situaciones políticas lamentables.

Pero no existe un país moderno que haya alcanzado el desarrollo económico aislándose y negándose la opción de atraer capitales extranjeros. Europa y Japón se levantaron del desastre de la Segunda Guerra porque EEUU invirtió en ellos. Chile está saliendo de la pobreza porque recibe capital de EEUU, porque ha firmado tratados de libre comercio con ellos y con Europa; y China está desarrollándose gracias a los billones de dólares que recibe de las empresas norteamericanas. El Perú no puede crecer solo, no puede desarrrollarse aislándose.

Y gane quien gane VAMOS A TENER QUE PROTESTAR para que las condiciones sociales y laborales sean más justas, pero sin que se interrumpa el flujo de capitales externos, de inversionistas extranjeros hacia el Perú.