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Tenía planificado leer en el intermedio entre semestres La Guerra y la Paz. Incluso había conseguido en la biblioteca de Lehman la edición de la Norton con la traducción de Maude que supuestamente es la mejor en inglés (todo un problema elegir una buena traducción del ruso. Por ejemplo: ninguna de las traducciones al inglés respeta algunos textos en francés del original). Pero una vez que escogí la edición de la Norton ya estaba decidido: Las mil páginas y pico de Tolstoi me esperaban . No sé que fue lo que me hizo agarrar otro libro. Tal vez esa última reunión donde Adelle me dijo » Ana Karenina me gustó mucho más que Guerra y Paz, empieza con esa…» Tal vez las palabras del ruso que en la misma reunión sentenció la falta de criterio de Tolstoi para editar su obra. (¡Sandeces! ¡Ese ruso no sabe nada!, sentenció el Maltés). Tal vez fue el miedo ante la tarea titánica. O quizá la vaga idea de que este libro de Conrad–también en edición crítica de la Norton–me entregaría mucho más de lo que yo esperaba. Así que empecé Lord Jim como por casualidad y terminé atrapado entre sus páginas.
Conrad no hablaba el inglés con fluidez. Esta era su tercera lengua –la cuarta si consideramos la opinión de los biógrafos que le adjudican además del polaco y del francés el diestro uso del alemán– y la llegó a dominar de tal modo que muchos consideran su prosa como uno de los puntos más altos de la literatura inglesa. A la belleza del lenguaje sumemos la destreza en el uso de los recursos estilísiticos y su habilidad, no superada aún, para describirnos con detalles casi fotográficos la psicología de sus intensos personajes. Tengo una teoría que he estado delineando hace algunos días respecto a la construcción del villano Gentleman Brown. Pocos personajes de ficción me han revuelto el estómago como este pirata de pacotilla y avezado asaltante de villorríos indefensos, que es quien define en las últimas cincuenta páginas de la novela el destino de Tuan Jim y de su reino Patusán.
La Guerra y la Paz quedan pendientes: no tengo nada que lamentar.