La llamada era de Nueva York pero la voz de Bosnia. Zoran, que llegaba con sus cigarrillos Davidoff hechos en Belgrado. La llamo a Alena pero está a punto de meterse al Met. En el tren voy leyendo Los Cuartetos de Eliot. Otra vez, asombrado. Son geniales: «And a time for the wind to break the loosened pane» no sé por qué me gustó tanto esa línea. Alena queda en encontrarnos más tarde. Mientras la esperamos dos Sam Adams en el barcito de la 33, heladas. La comida coreana estaba demasiado buena pero el «demasiado» también incluye la cantidad. A Zoran se le pasó la mano, claro que con sopita y esos filetes ridículos nadie cree que se va a llenar. Té caliente y cerveza helada, buena combinación. Zoran se ha comprado un depa en Belgrado, no puede explicar la energía que recibe de sus clientes y amigos en Bosnia. Nada comparable en Nueva York, a pesar de Sanja. Nos han sentado primero sin zapatos pero luego conseguimos una mesa. Como digo, demasiada comida y mucho cigarrillo. Acompaño a Alena a B&H y siento el dolor de cabeza que siempre sucede antes del resfrio. Tambien que ha estado lloviendo dos días seguidos y yo sin paraguas. La visita al Met ha sido buena pero no ha alcanzado los dibujos de Van Gogh que sacaron la semana pasada. Me habla muy bien del MOMA pero tengo que ir otra día que no sea viernes porque como es gratis está lleno de gente. Una cámara digital Kodak en B&H, por 100 cocos, no me parece mal precio. «I feel that they have stole my money» dice ella. El chicle que te dan los coreanos bien misio. En casa dos Tylenol. Un plato de arroz: Big Fish. No sé por qué me agarró el bobo. Debe ser la puta nostalgia. Si bien es triste la película. Cierto, pero no era para tanto. El gigante se parece al Paparulo Leveroni y el que hace del joven Bloom tiene pinta de tarado. Un poco jaladas de los pelos las escenas en que Bloom quiere conquistar a su novia. Creo que ya se han hecho películas siguiendo el patrón del tipo perdido que llega de casualidad a Spectre y la desilusión al encontrar esa imposible «felicidad total». La escena de la sirena y la niña que lo espera, el circo y el gigante, el auto sumergido en el lago, la aparición de todos los personajes en la escena final (Fellini) todo me parece haberlo visto antes, son como retazos de otras películas. Y sin embargo la historia me agarró el bobo, lo cual no siginifica que sea buena.