Casas Bronte
Las casas Bronte en Riverdale, Bronx NY. Foto de Mark Garbowski.

Una vez compré en Manhattan una postal con una foto en blanco y negro. Era la tarjeta perfecta para enviársela a una amiga que solía corresponder hermosas fotografías desde su nuevo hogar en Indonesia. En esta foto una anciana descansaba en una silla y detrás de ella se veía el paisaje de un río.

Mucho después, mientras conducía por el barrio en el que viviría durante tres años, encontré el lugar donde se tomó aquella foto. Apoyadas en una colina, frente a frente con las colinas al otro lado del río Hudson, se ubican las casas Bronte: dos viviendas de color tierra, techo de tejas rojas, escalerillas de piedra y pequeños jardines de setos frondosos entre ambas, balcones adornados de flores y paredes trepadas por enredaderas que reciben sobre ellas la brisa del río y la luz más clara de la ciudad. Entre las casas se veía el mismo paisaje maravilloso de la postal que llamara mi atención.

Riverdale fue mi hogar entre 2006 y 2010. Solía caminar frente a las casas Bronte al principio de la primavera, solo para constatar que seguían allí. Supe -por Google y por un pintor que ofrecía 20 versiones distintas de las casas Bronte- que yo no era el único entusiasmado por ellas. Alguna vez he realizado largos desvíos solo para poder mostrárselas a los amigos que me visitan: es un espacio detenido en el tiempo, la pieza clave de un rompecabezas que ya no existe.

Hoy volví. Tras 90 minutos conduciendo desde el final de Long Island, sabía que aquellas casas eran el sitio perfecto para reimaginarme el verano. La luz que cae sobre sus casas sigue igual de clara (si bien los rayos del sol hoy las golpean con intensidad) y ahí sigue ese espacio libre entre las viviendas que permite ver las colinas verdes y el Hudson azul.

Sospecho que todos requerimos sitios así. En Lima, me bastaba con sentarme entre las piedras donde reventaban las olas en Chorrillos para saber que los problemas de mis veinte años iban a desvanecerse. En Silaca, entre dos piedras desde donde se podían espiar al mar reventando contra las peñas y a los lobos marinos, era capaz de imaginarme el futuro. Las casas Bronte en Riverdale -en realidad toda aquella esquina del Bronx- me llevan de inmediato hacia un espacio tranquilo en el pasado, a las calles donde caminaba un muchacho soltero,14 años menor que yo, hacia las horas del dia llenas de preguntas cuando este hombre caminaba por las calles de Nueva York e imaginaba el recorrido de su sombra.