Por todos lados las flores amarillas. Pero si no ha llegado la primavera. El cielo sigue igual de helado, la tibieza de sus manos ha de estar perdida, por algun otro lado. En Nueva York son las 10:45 y la clase ha terminado, he llegado tarde y la clase ha durado poco. Hay un problema grave con los trenes que vienen por el lado este. Ha sido dificl llegar hasta la 149.
A la 1 es el almuerzo con Enrique Bruce, mira con las dos manitos bajo la barbilla su nidito en Harlem. Tilapia al lado de Hostos, el acento apitucado ademas de lo amanerado se le sale por todos los poros. Su abolengo directo del rey de Escocia no lo salva de ser un perfecto hombre de la luna en esta ciudad.
Julius y mi tia Lucha alojados en el Ramada Inn, el mismo edificio del New Yorker, trato de darles una mano con los mapas. Luego nos vamos hasta el Village donde sigue STOMP. El Cafe Olin y otra vez el tiramisu, que los 120 kilos de Julius han terminado con gusto.
Y Sanja llega al Coffee Shop. Bonita, tal vez la excepción a la regla de no meterse con chicas mayores. Pero no puede ser, sin quitar lo interesante que ella es, la charla hasta casi la medianoche, las risas, los problemas del mundo servidos con terapia incluida y algunos consejos referentes a mi preciosa JAP.
Bueno sí basta de eso, parenla con esa historia, lo de Zoran es con punto aparte, lo de Bush no digamos nada que no se haya dicho.
El mundo es interesante, la mesera negra esa con su tono lamentable, este no es su living room, el celular, la dicha, Nueva York lo que les da a la gente. Todos tememos que este mundo se pierda, con lo estricto que se ha vuelto girar de un lado a otro, escapar corriendo. No lo imagino, no se puede ser sincero con ella ni conmigo.
Bueno, estamos cansados, el miercoles ha sido un dia largo. Sigo leyendo a Jane Austen en el tren y Elizabeth se queda como se quedan los grandes, con su forma de ser, su perspicacia, su inteligencia, su forma de ser. Eso es todo.
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