A. y su forma de besar. Descubro que ha dejado de ser virgen a los 24. Antes era demasiado el miedo a que su madre, que era partera, la descubra. Ella es muy religiosa, cuando muere su padre no se le ocurre siquiera pensar en otro porque sabe que ha de encontrarse en el cielo con él.
Le explico el mito de la cerveza y su trascendencia en mi tesis, la estratagema de Chile, el «va para ti». La mejor cerveza solo la ambotellan en el Cuzco…
El falafel y el pastel de espinaca, como los cuadros del Arzach de Moebius y los cuadros de Quino, mirando el mar y el río desde lo alto. En Strand me compro un libro de la PEN con varios ensayos interesantes vinculados a escritores famosos y el libro de selecciones de Chesterton, que es una buena compra…
La sorpresa es la llamada de Pía desde Huntsville donde vive al ritmo de las amenazas de tornado. Pero se va para Austin, puede ser que la cosa este mejor en Texas, en la tierra de la estrella solitaria.
Hace un poquito de frío, pero al menos no ha llovido…

Qué bello nombre que tiene Claudia Cardinale. Le cedo con gusto la estación y el pueblo y el agua, pero no a las criaturas que tiemblan porque el asesino Fonda-Frank, quiere hacerle un trabajo mal hecho a Morton, el tipo de los ferrocarriles, que Lafayette aniquila pero muere por ello al borde del escape. «Vete, ¡No quiero que me mires morir, Armónica!» Henry Fonda adivina el momento cuando le hunden en la boca el aparato y expira con la ultima nota, rcordando los intensos ojos verdes de ese chiquillo que puso a los pies de su hermano ahorcado. Claudia Cardinale, llega para desnudarla, pero el único que la ama es el pelirrojo de Irlanda, aunque Frank descubre su secreto y sólo él la consigue poseer, su regalo antes de morir? Charles Bronson en su mejor papel y esa nota falsa de la armónica, llamando a los lobos, disparando al rifle que asoma por el cartel que asoma sobre la avenida de este pueblo armado en Cinecitta, o en estas tierras de los indios apaches, donde Leone en 1968 jugaba a los vaqueros, con tan buena suerte que consigue escribir una epopeya (¡La cinturita de la Cardinale!)
Ali: Angst, que come el alma. Es una historia de amor, con sus acortonados personajes llenos de hipocresía, no va a funcionar pero qué importa, baile la canción del gitano abuela de Marruecos y abrácelo a su extranjero que ha venido a trabajar sin entenderse demasiado bien, pues solo necesita el cous-cous para ser feliz. Eso y ella, la abuela, que lo mira desnudo en la ducha y le halaga la belleza y la fuerza y sirve de envidia con las colegas de la limpieza. Ali es como un robot en busca de la felicidad, sufre de estrés, eso sí, pues da mucho estrés ser el negro en esta sociedad de blancos, claro que Ali no es negro, pero lo suficiente oscuro para que no le vendan la margarina Libelle, y lo odien los hijos de la viuda Kurowski, y las vecinas. Felizmente el mundo cambia aceleradamente Kurowski, y el casero, los policias, de pelo largo, entienden el drama, no les interesa tanto el color, ellos se han de mezclar con gusto, igual.
Al final Yimou, que no menciona a Rashomon y sin embargo copia descaradamente, o al menos inventa, sin embargo se le perdona porque la forma de realizar la historia es preciosa, detallista, enorme en todos sus papeles, Jet Li, y las actrices chinas y la escena en el lago como espejo y la pelea mental con el sonido de las cuerdas para demostrar al final que China se sigue llamando: Our Land, gracias a este emperador que consigue unificar los siete reinos, desde Quin. Y la lluvia de flechas en la escuela de caligrafia, y la pelea entre las hojas secas.
He caminado hasta la estación de White Plains (¿50 mins?) tengo el libro de Terry Eagleton Teoría literaria. Me he empapado llegando a Brooklyn. Agradezco que la amenaza de lluvia haya permitido un sábado ligero sin muchos carros.
Nace la historia del superhéroe del Bronx, con todos los detalles de la página uno y una parodia de un ejemplar de diario Machuca Daily newspaper. He empezado a trabajar en Knollwood, todo normal este viernes, tratado de caminar por Ferris pero al final gracias a un taxi he llegado a las 9. La propina de Duglemini salva el dia: 100. No he tenido donde dormir, la cama de la tía, francamente muy incómoda. Hace frío, baja la temperatura y hay amenaza permanente de lluvia. La chica que va a pedir trabajo es muy linda. Annerys queda en salir conmigo el domingo, me dice algo de sus decisiones con respecto a las Canarias.
Trato de renovar mi pasaporte, pero no tengo las tres fotos. Llego corriendo a Lehman para empezar el trabajo del Bronx Journal. En el camino tomo unas fotos de los carteles en Jerome, para Presencias. Voy con Yini a comprar el almuerzo en la cafetería. Yini estaba un poco tensa y se le ha derramado el llanto. Almuerzo en el despacho de Patricio, que me habla de Cadena, un poeta venezolano, de los mejores. Yo le hablo de Watanabe. El chasco ha sido lo de ir hasta Castle Hill, luego de deshacernos del borracho que buscaba donde mear en Lehman, para tomarle fotos al boxeador Joey Rios. No hay Ríos y ha sido una hora de viaje. Molesto llamo al estudiante encargado de la nota y a la directora, Marjorie Rosen. Ando medio down por Manhattan, buscando el libro de Steven Wallace en Strand (han cerrado buena parte de la tienda por reparaciones) hasta que me como un sandwich buenazo en una deli cerca de Union Square y me empieza a funcionar el cerebro. Llego tarde a casa, pongo el despertador para las 5:50 am.
Clase con Marie. El mito de Jason y los Argonautas. Me he perdido entre tanto nombre griego, supongo que normal si reviso luego. Hemos quedado a las 7:30 en el Graduate Center. Ella maneja, conmigo y Antonio, hasta Manhattan.
Empiezo a diagramar el Bronx Journal. En realidad a cambiar el formato de las fotos. El color. En mi despacho he estado leyendo el Crumb Handbook que me compré el lunes en Barnes and Noble. Notable, se me han ocurrido algunas ideas acerca de Crumb. Al menos el estilo, empiezo a darle vueltas a la idea.
Llegamos al Medio Rey, el pubcito en la 23rd y la 10 Ave. pero lleno, con algun evento. Terminamos tomando una cerveza y comiendo un sandwich en Chelsea Piers. Marie quiere invitarnos a celebrar la Pascua griega en su casa sobre el Hudson. Parece no tan mala idea. Converso con Antonio sobre ciertos problemas y me dice que son normales, Camilo siente sana envidia por el éxito del «pajarraco» en http://www.match.com.
Dice que le han ligado varias tipas. Marie nos habla de sus cincuenta relaciones y de la pareja que fornifica abajo de su apartamento y que mueve hasta los cimientos del edificio. Tras el aperitivo se impone una cena de verdad, en el italiano donde trabaja la mesera, ex novia de Julio. Pero no es su turno, y le toca al indio con tragos de más, que bota el agua y sonríe demasiado. El fettucini a lo Alfredo estaba genial. A media cena me manda un mensaje Elisa para ir a su casa. Voy y le devuelvo Winter Light, que es del chileno. Es tarde pero nos tomamos unas cervezas en el barcito de la esquina de Broadway y cerramos la barra con Kerry, bar tender lesbiana de Michigan. Llego como a las 3 a mi depa. No me voy a levantar temprano.
En la clase de Carling canta su historia el viejo marinero de Coleridge, que vemos junto a las ilustraciones de Dore en el libro que se pasea de carpeta en carpeta.
Coleridge, estaba bien metido en el hachis y sin embargo a mediana edad, volvio para regalarle a Inglaterra una serie de poemas memorables. He estado todo el dia preparando mi clase sobre comics europeos y latinoamericanos. De Mafalda a Moebius. La clase me ha gustado, pero ha quedado corta y el aburrimiento de los estudiantes, a los que les suena a chino Mafalda, Asterix y Herge, me parece muy patético.
Tuve un problema con la tiza, creo que de tanto respirar la pizarra, me ha empezado un feo dolor de cabeza. Patricio me lleva a las instalaciones de teatro y comenta los progresos hechos desde que asume a su cargo ese departamento. El cuento que me ha pedido para el Bronx Journal: Presencias, parece que le gusta y le va a dar dos páginas.
Anoche le ha hecho algunas correcciones Camilo, tiene algunos extractos de varias cosas que he leido.
No he ido a trabajar a Lehman porque el cuerpo no me daba. Es lo que siento regularmente los lunes durante el verano, cuando trabajo de viernes a domingo. Un poco de flojera ademas. Pensaba preparar la clase pero no he podido. Quedamos en ir a ver un evento con Elisa, pero he llamado a Ale y me ha invitado a un evento del Festival de La Habana en NYU, conversa Walter Salles, sobre Diarios de Motocicleta y Estación Central Brasil. Los bocaditos están buenos, Ale siente un estrés horrible por la auditoría. Quiere entrevistarlo a Salles pero él escapa en su taxi a una cena importante.
Camilo me ha llamado para ver Los siete pilares de la sabiduría, que ha conseguido de ganga en una tienda de libros usados. 50 cocos por la edicion original de 1935. Sólo se imprimieron 10 ejemplares en EEUU para asegurar los derechos de autor.
Juan ofrece la primera cerveza, luego la segunda, y por que no ir a Acuario a seguir tomando Cusqueña mientras en la barra se discute de todo, excepto nada interesante. Las yuquitas con papa a la huancaína y se comparte los anticuchos que estaban muy buenos.
Sí, otra vez las mismas caras y la rutina de cada verano.
Un campeonato por el comienzo de temporada, premios para todos. Otra vez a pelearse por el desayuno, el almuerzo, la comida, a esperar que no salgan por su auto cuando estas solo.
Felizmente las cosas han ido mejor de lo esperado, hay que correr solo muy de vez en cuando. Y en la noche pelearse por un sitio decente donde dormir, felizmente la tía Shirley se ha ido a trabajar y tengo su cama.
Ha hecho calorcito, aunque no suficinte para trabajar con shorts.