Fue jodido levantarse temprano, porque la charla ha durado hasta muy tarde. No consigo dormir con facilidad, aún no. Y hace calor, un horrible calor en el cuarto, agregado a mi desgano.
La clase de Carling es sobre Wordsworth, que se queja cuanto puede de los libros, no hay que aprender de gente muerta, reescribir el lenguaje, evocar la naturaleza, percibir, sentir, disfrutar el momento. Si viene tu amigo a joderte cuando te inspiras, mándalo a la mierda. No hay nada como estar sentado mirando el infinito, sin hacer nada, sin preocuparte de nada. La nada es valiosa, pero apenas te recuerdan que no haces nada, pierde cualquier valor.
Me retiro temprano de Lehman, en parte porque no hay tiempo para nada. Siento que estorbo, Orlando termina de editar «Inside Lehman». Llego a casa temprano y de buena gana me hubiera quedado dormido si no me llamaba Annerys. Que ya no va el viernes al ballet de Marta Graham, que prefiere que vayamos esta noche a cualquier lado, o salgamos. No tengo ganas, estoy cansado, pero acepto.
La veo muy madura, ha pasado por un tiempo bastante complicado, necesita adpatarse a este tipo de vida, nunca supo que no iba a ser tan fácil. Ahora quiere ahorrar para irse a estudiar a Europa, a Madrid o a Valencia, pero no sabe si lo va a conseguir. Comemos un sushi y le repito que le han crecido los pechos, los tiene enormes. Ella coqueta dice que eso siempre ha estado donde debe, que mientras la gravedad lo permita no se van a mover. Y tiene el culo muy grande además. Es una pena que me sienta tan bajoneado, o de repente es mejor, tal vez si estuviera con ganas diría alguna estupidez y luego resultaría que no quiere nada. Seamos amigos ¿eh? Mejor así.
Me tomo una cerveza Pilsener Urquell en el Cafe Orlin. Le invito un tiramisu. Empieza a llover a mares. Perros y gatos. Nos despedimos antes de la medianoche.
Deja una respuesta