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The New York Street

Un blog lleno de historias

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Stanley Kubrick

Sobre los Underwood y House of Cards

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Netflix era sólo un sobre rojo. Lo encontré por primera vez en un kiosko promocional, en un centro comercial de San Francisco. «¿DVDs en sobres?«,  la idea me parecía descabellada.

Unos meses después, era un adicto. Perdía muchas horas en acomodar mis películas en la lista de espera, sabía de memoria la rutina del cartero, metía al sobre el disco recién visto y corría hacia el buzón más cercano.

Ahora Netflix es un control remoto con un botón rojo que lanza menús, reprograma películas favoritas y depende de una señal de Internet. En mi casa, por lo general, la conexión es rápida.

Netflix fue mi adicción de invierno en Brooklyn. Se complementaba con mi primer reproductor de DVD comprado barato en Circuit City, y con una tele Samsug liviana, con pantalla más ancha que alta, color aluminio, colocada sobre un ropero blanco de IKEA que al mudarme al Bronx se terminó de romper en pedazos. Allí lo vi a Bergman, Kurosawa, Renoir, Kubrick, Allen, Wilder, Ford, Huston, Ozu, Coppola, Welles, Truffaut, Godard, Wilder, Antonioni, Peckinpah, Almodóvar, Fellini, De Sica, Miyazaki, Scorsese, Leone, Yimou, Fassbinder, Lang, Hitchcock, Griffith, Chaplin, Kusturica, Von Trier, Wenders, Ivory, Coen, Yimou, Olivier, Tarantino, etc. Esos son los directores cuya obra conocí, muchas veces por primera vez, gracias al sobre rojo. Aquellas experiencias están registradas en este diario de mi vida en Nueva York.

Recuerdo, por ejemplo, la larga cola de espera por  La batalla de Algiers, la llegada de ambos sobres de Kill Bill; la frustración porque se posponía eternamente una reedición de The Dead; la aparición bajo la puerta de Withnail and I.

Con el disco de Tokyo Story aprendí sobre los «tatami shots» de Ozu; con el comentario de Ugetsu, sobre la putanesca vida de Mizoguchi; con The Hidden Fortress, sobre la influencia de Kurosawa en la Guerra de las galaxias de George Lucas. Vi como un director puede crear violencia sin mover la cámara, en la larga temporada televisiva de Escenas de la vida conyugal.

Estas últimas dos semanas, omnipresente encima de la chimenea, convertido en competencia de los canales de cable, Netflix me ha presentado a Kevin Spacey en House of Cards.

Los esposos Francis y Claire Underwood, desde las calles de Washington D.C., representan al animal hambriento de poder en el Bestiario de los Estados Unidos: controlan las cuarenta versiones de su futuro político, toman sus decisiones con las armas modernas del contagio electoral: Twitter, el iPhone y los radares políticos subterráneos del periodismo investigativo en Internet.

Es una historia vieja y está contada en los 13 episodios que completan la primera temporada. A pesar de la circularidad y del final –algo previsible– nos contagia con la pregunta «¿Así será el poder?»

La ficción nos obliga a creer que sólo en este Capitolio falso  y en esta Casa Blanca de mentiras, la política puede crear tantas aventuras. Los Underwood y sus colaboradores organizan su vida para conseguir una sola recompensa. Los espectadores ya sabemos que lo conseguirán, con el saco de mentiras mal escondido en la oscuridad de Washington, bajo la amenaza permanente de unos periodistas hambrientos por más pistas ¿Pero cómo? Ahí está el detalle.

¿Master?

Joaquin Phoenix es uno de los protagonistas del filme de Paul Tomas Anderson, quien escribió el guión sobre detalles biográficos del fundador de la cienciología.

Tom Cruise era un muchachito con pinta de matálas callando que se bajaba de su avión a chorro después de varias piruetas aéreas y jugaba partidos de voleibol de playa sin que se le moviera la gorra de béisbol. Como muchos limeños de clase media,  dándonos tiempo entre apagón y apagón, suavizando nuestra juventud atolondrada por los balconazos de Alan García y la ominosa presencia de Sendero Luminoso en la vida peruana, yo y mis amigos nos encontramos en el cine Real, vimos Top Gun y salimos, cada cual a su manera masticando nuestro chicle bomba y creyéndonos que si mirábamos a las chicas desde el ángulo correcto nos iban a ver igualitititos a Tom Cruise.

¿Qué tipo de persona era Tom Cruise? Al parecer era inteligente. Pronto pasó de los papeles irrelevantes a otros con mucho más peso y compromiso político como Nacido el 4 de julio. Sin despeinarse en la transición de estrella juvenil a protagonista mediático, y sin dejar de sonreir como si fuera capaz de acostarse con todas las estrellas del cine; pronto Tom Cruise escogió como su pareja a Nicole Kidman, y  cerró su carrera ascendente protagonizando con ella Eyes Wide Shut, bajo la dirección de Stanley Kubrick.

Entonces llegó la cienciología.

Es imposible desatar la imagen de Tom Cruise de una historia como The Master, que ficcionaliza detalles históricos, bien documentados, sobre la vida de Ron Hubbard, el fundador de la cienciología.

La película ofrece escenas de una composición bellísima; la actuación de Philip Seymour Hoffman y Joaquin Phoenix es impecable; y la historia–que por ratos avanza a trompicones y se pone lenta y banal–le da al espectador una idea muy general sobre las condiciones en que se genera el nacimiento de esta secta. Porque no se puede llamar de otra manera a una organización con fines de lucro que afirma, entre algunas de sus creencias  más descabelladas–distribuidas a los fieles nivel a nivel, dependiendo del tamaño de las contribuciones del creyente–que la Tierra fue en algún momento poblada por millones de personas traídas a este planeta en naves espaciales comandadas por Xenu: un dictador extraterrestre.

Si bien hay personas [que parecen] inteligentes convencidas de que todo lo que hay en este mundo fue creado en siete días con el soplo de un Creador, o  que el hombre no tiene ningún parentesco con los monos a pesar de la evidencia científica, o que las damas no deben enseñar el cabello  ni los niños tocar la flauta en días sagrados; me parece que la mera existencia de Xenu–y otras barbaridades, como su lectura de la reencarnación–en los códices de la cienciología; pone en evidencia el burdo montaje de Hubbard, cuyo paralelo peruano lo pondría al nivel del loquito Mario Poggi, el exhubearante psicólogo, ventrílocuo,  asesino confeso, showman y autor libros de auto ayuda como Mi primer pajazo(1970).

Hay locos que van a prisión y se mueren misios e incomprendidos; y otros locos que triunfan. Hubbard, un oportunista que habría visto dinero en el negocio de la religión, fue uno de ellos. En una sociedad donde lo espiritual está tan conectado con lo económico, The Master denuncia la tremenda facilidad con que las masas tendemos a creer en lo que nos asegura una mente convencida de su superioridad.

Puede pasarle a Tom Cruise o a cualquiera de nosotros. Rebusquemos un poquito en nuestra fe y encontraremos creencias banales y/o irracionales asentadas como verdades absolutas.

Hace poco un amigo me obligó a no pasar debajo de una escalera. «No hay que tentar a la mala suerte», me dijo. Y yo le hice caso.

Es bueno revisar con cuidado aquello que nos dicen esas personas que se creen estar en una posición superior o saber más que nosotros: desde el púlpito, desde el pupitre o desde la pantalla de una computadora.

Toda verdad siempre merece una segunda revisión.

Eterno retorno

28 de febrero
No podemos salvar la Tierra, sin embargo tal vez podamos salvar Tierra 2. Debe haber algún medio de comunicarse con ellos. En eso estoy.

1 de marzo
Asisto paralizado al espectáculo, incapaz de impedir la hecatombe que borrará Tierra 2. El planeta que recién descubrimos gracias a Kepler, avanza inexorablemente hacia su encuentro con el meteorito Selene. Una luna y una tierra que no son las nuestras, se destruirán mutuamente. Tal vez sea un anticipo de la suerte que le espera a nuestro planeta. Llámenme ingenuo, mas yo creía que si la vida terminaba en Tierra, nos quedaría el consuelo de alcanzar algún día Tierra 2.

2 de marzo
Si mis ojos estuviesen allí, qué cosas verían. Tal vez el inicio de civilizaciones parecidas a la nuestra. Secretos de conviviencia entre tecnología y naturaleza que nos permitirían aplicar a la salvación de nuestro mundo. La etapa heróica griega o Egipto levantando su primera pirámide. Quizás este sea el equivalente al cataclismo que alguna vez terminó con los dinosaurios. Sin embargo Selene es enorme y va con demasiada velocidad. Mis científicos preveen destrucción total.

3 de marzo
He intentado anunciarles el desastre usando los transmisores dispuestos en el exterior de la galaxia. Fue encantador ver una vez más a toda la tripulación trabajando con frenesí, como si Tierra 2 fuera en realidad nuestro planeta y no sólo una esperanza azul flotando en el universo. Mi esposa me consuela y me dice que siga aferrándome a la hipótesis del exterminio de los dinosaurios. Tal vez ésta sólo sea la colisión que necesitaba Tierra 2 para que los pequeños mamíferos empezaran a dominar el planeta.

4 de marzo
El choque es inevitable. Estamos siguiendo el desenlace de Tierra 2 en un panel que hemos instalado en la nave central. Hemos despachado anuncios de luz y mensajes de radio. No hemos recibido respuesta. Si fueran una civilización avanzada habrían podido identificar señales provenientes de otros mundos. Hubieran encontrado la manera de comunicarnos, decirnos que no nos preocupemos, que dejemos el problema en sus manos.

5 de marzo
He tomado todas las fotos que he podido. Ordenaré hacer una imagen tridimensional y dispondré que sea proyectada durante algunos meses en la nave central. He visto a otros tripulantes tomando fotos a escondidas. Tierra 2 se esfumará poco después de la medianoche y con ella nuestra fantasía de conocer su historia y la de sus habitantes.

6 de marzo
No ha pasado nada. Selene ha desaparecido y Tierra 2 sigue donde estaba. No ha habido colisión. Nadie puede explicarme lo que ha pasado. He mandado los primeros informes oficiales a Tierra. Hasta la hora en que me he retirado a dormir, no he recibido respuesta.

7 de marzo
No hay Tierra. No volveré a escribir, no tiene sentido. ¿Quién leerá este diario mal escrito que lleva mi nombre? Podría enviarlo en la cápsula sellada que lanzaremos hacia Tierra 2, que sigue allí, bellísima, como lanzándonos un acertijo o una maldición. La vida continúa en Tierra 2, ya no hay vida en nuestra Tierra original. Los ingenieros intentan darme una explicación racional de lo que ha sucedido. ¿Estuvimos viendo los últimos minutos de nuestro planeta sin saberlo? El juez los ha mandado matar a todos. No he podido cancelar esa orden. He llorado contemplando en la pantalla las últimas imágenes que tomé de Tierra, mi Tierra. Siento rabia.

8 de marzo
No voy a escribir más. Creo que varios en esta misión vamos a perder la cordura. Transposición de imágenes le ha llamado al fenómeno uno de nuestros científicos más viejos. Dice que presentó un informe hace 2 años, oral. No lo recuerdo, no lo debo haber tomado en serio. ¿O es que se están transponiendo nuestras ideas igual que las imágenes? Mi esposa me consuela diciéndome que era muy poco lo que hubiéramos podido hacer. De todos modos, no tiene sentido que siga. No hay Tierra y Tierra 2 está asaz lejos para que lleguemos sin ayuda. Saquen su cuenta.

Tiempos, 1 de diciembre

Un sueño: Claramente, imágenes de altísima definición. Un barco?

Recuerdos: Saliendo hacia el concierto por los 400 años de Curitiba. Después de una buena dosis de cachaza y parrilla en el jardín del famoso periodista. Ojalá hubiera escrito su nombre para saber si era en realidad tan famoso como proclamabn quienes lo conocían. Él me enseñó a poner la cantidad exacta de azúcar en el límon y apretar el zumo de la manera correcta. La mejor cachaza.

Nunca había visto tanta gente junta en un concierto: Barao Vermelho, Paralamas do Successo, cuando todavía no eran tan famosos en español. Un millón de personas en el gigantesco parque con cataratas icnluidas. (1993)

Hay un bosque de piedras a las afueras de Curitiba. Y en la calle, cruzando una avenida casi pierdo la vida. Centésimas de segundo.

Los ojos de Stanley Kubrick parecían determinados a que se haga su voluntad. Un grupo numeroso de amigos, haces lo que te pido o te vas. Su esposa era la que más le sonreía después de llorar en Paths of Glory. La gloria de Espartaco, pero no se puede hacer una película con egos tan grandes en juego. Y cuando contrató a Peter Sellers pidió que le pongan cámaras y sillas en todos los ricnones para poder verlo. Su mejor público. Peter Sellers=Strangelove.

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