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The New York Street

Un blog lleno de historias

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Poesía

Sobre Cintia, la primera

Son las cuarenta bocas las que llaman mi atención. La boca que temblaba junto a la mía en una cámara oscura. La boca que juraba amor al lado del pesebre entre la negra soledad de las rocas.

Son los pechos de ella los que tiemblan en el recuerdo. Atrapados en el tiempo y entre mis dedos antiguos. Y su cabello entrenado para caer lentamente a la luz reflejada en el mar, y sus ojos preparados para jurar.

Son las pisadas en la madrugada, pegados al recinto colorado, son los cetros de plata con que mirábamos juntos el universo y despintábamos las cenizas de nuestra pobreza (¡A quién le importaba entonces la pobreza!)

Son las toneladas de cariño batidos entre manos frágiles y besos camino a su cuello. Son las súplicas a la noche, que no concedía más que el silencio y el despertar a solas. Son las miradas llenas de fracaso, los lagrimones impotentes con los que me castigaba la furia del universo de los desentrenados, de quienes no saben caer.

Esas mujeres siempre vuelven, en noches de frío. Todas ellas son las cuarenta bocas, que lejos de aquí, siguen su camino. Mis noches llevan sus marcas. Y algunos de mis días aún tienen el destino transtornado por aquellos labios a los que nunca pude besar.

Pretend (to be positive)

Temblar por un beso,
Por sus ojos sentados sobre mi cuerpo.

Sentir la mirada, la repentina ausencia de miedo
Eso es el universo.

Amar el momento y de momento amarla solo a ella.

Nunca perder el optimismo pero siempre escaparse
Con la cabeza en alto y dos pares de medias

Pretender ser feliz, pretender mucho
Mientras la oscuridad se aglomera
A las orillas del pedestal de tiza

Siempre hay cobre en el cenicero
Siempre hay oro en tus bolsillos vacíos
Siempre podemos contar con la bala de plata

Marinero del catamarán enmohecido
Diletante millonario del jet privado con cepo y treinta boletas naranjas

Tirador de dedo, exprimidor de soles
Sobre el cubo enclenque te has subido
Y has declamado su nombre al borde del desierto
Has recitado nuevamente: los evangelios del deseo

Reina esta noche y las siguientes
Dirigeme la mano y hazme temblar de gloria
Que ella, húmeda y sincera, en el silencio de las sábanas,
Me abrume otra vez.

Incendio de la biblioteca/Libro 3 de Paterson

Entre las llamas de la biblioteca que ama
abominable fuego que al dadaismo ofrece
queda la yerma tierra que aborrece
la tremebunda ofrenda que Antonin reclama

Confia en que las cascadas le han de prestar su voz
mientras Paterson arde y se borra su historia
para sembrar otro campo, otra voz y memoria
que el doctor va engendrando con lentitud atroz

De voces de los suburbios pretende sembrar su gesta
Una epica de americanos, sin griegos ni latinos Williams sueña
Recolectando cartas, mapas, revistas; tiempo e ingenio utiliza
Pero van ya tres libros y su hazaña, pequeña.

Paterson ciudad-gigante, a los textos de muertos hoy desdeña
Convoca al fuego y al viento: los reduce a ceniza.

La ciudad

Imagínate a los bárbaros entrando a la ciudad
Imagina la ciudad, el monumento
Ellas que cabreadas entran al laberinto
Ellos que piden pan

Imagínate una ciudad donde
Gallinazos almuerzan gorriones ennegrecidos

Si pudiera pedir siete deseos,
Uno de ellos sería cambiarle el color del cielo
Si pudiera cambiar de ciudad
(Ciudad-deidad-deseo)

No puedes cambiarte de ciudad
Aquí en tu rinconcito la esperas, gris y necio
No hay caminos de salida
No hay barcos

Vives más allá que aquí
Crucificado por siempre

¡Gloria a la vieja ciudad!

Primer día del 2008


Y nos acomodaron en una cama de sábanas rojas
Con vista al gran rancho.
Amanecimos en el 2008, rodeados de copos blancos, de pinos
Cubiertos de hielo, de gatos trepados sobre las ramas adornadas de la
Navidad, frente a las papitas calentadas, los bagels, la mermelada.
E hicimos libaciones con mimosas, por la fertilidad
Limpiamos los vidrios y las palancas del auto
Calentamos el interior de la cuatro por cuatro, cruzamos el borde de Massachusetts
Y desembarcamos en Great Barrington
-cuna de DuBois, padre de The Crisis, la espada más filosa contra The Birth of a Nation-

En las callejuelas caminábamos ajustando las bufandas,
Levantando las botas para que no nos conquiste el frío.
En una alacena mística, me quisieron leer las cartas del Tarot
«Yo no les creo» desarmé al brujo, pero igual quiso el Tiresias peruano decirme el
Futuro y la pose más conveniente para el año nuevo .
Saludamos a la heladería bien cerrada, a las tiendas bien cerradas, a los multicines
que acababan de abrir
«Ya vimos Charlie Wilson’ War» dijeron ellos y nosotros que moriamos por ver
The Golden Compass. Era demasiado tarde.
Queríamos partir.
Nos sentamos a tomar sopa de pollo frente a la avenida principal. Dejó de nevar pero
Los pies aún estaban deshechos.
Es imponente la vista de las colinas cubiertas de nieve, sin embargo
El tiempo apura la marcha de las naves.

Así que volvemos sobre las marcas de la ida
Descubrimos una vaca sepultada frente a un restaurante parrillero
Y los negocios de antigüedades cerrados por la temporada
Escuchamos el frío, los 18 grados.
Los pingüinos salen y entran al iglú, complacidos. Nos dan la bienvenida
En casa nos esperan los felinos, el perro y la familia, reunidos para la cena.

Recalentamos la comida de la víspera, juego a los naipes, escucho las conversaciones ajenas.
Reconocemos los beneficios de la familia
Entendemos las ventajas de las escaleras interiores
De las luces tenues en los baños oscuros.

Con una película de Pixar, acabamos el primer día del año.
Tribu de humanos sentados frente al televisor
Tribu, familia, gente común, cristianos, ateos
Fascinante escena de campo, los gatos alrededor del pesebre
La niña diciendo que se le ha hecho tarde
La madre acariciándole el cabello al novio
La esposa recibiendo mi querer
El cielo oscuro al siguiente día, sale el ferry para Port Jefferson
Carretera 8 hacia el sur, salida uno.
Primer día del 2008. Aquí lo resumo…

 

Photo by Johnny Blood/Flickr.

Ceremonias de amor

I

Ceremonia de amor
Entre las catedrales
Abre las ventanas y mira
La calle de los Telares
Más allá de Mercedarias
Te doblas en dos
No volveré a intentarlo

Con lágrimas me pides
Que lo vuelva a hacer
Pero despacito…
Ceremonia
de
Amor

II
Se fue cargado por las
Alas que lo anunciaban
Golpeó las puertas
Nudillos envueltos en tu ropa
Cruje la cama
Otra vez,
Dulcemente, de nuevo
Y estallas como esta noche
¿De Satipo?
La piedra vive, la carne muere
-no sabemos aún nada de la muerte-
El amor para combatir el sueño
Después de una buena cena
Un buen sequito

III
Y la gringuita, su cabecita
Ruuubia ruubia
Sobre mi brazo
Yace a mi lado
Pace
Desnudos, mirándola
Algo que no termino de entender
Hablo de esta noche

¿Te gusta mi ropa de baño?
Es de piel de jaguar

Ni siquiera te cubres, gringuita
El sol es de una franca vulgaridad
Te jodiste, poeta

IV
Me dejaste una panty
Que aún no has recogido
Me dejaste un par de zapatos de taco
Tú me dejaste feliz
Ceremonia
de
Amor.

El fondo de la tabla

Y queda solo
La esperasna
Tu voluntad de arder con frío

Alcanzan frases hechas
Tus latidos
Y llenan tu canasta
Los dados perdidos

Discurso homérico (in full view)

Para mi chochera Camilo

Desde las puntas coloreadas como las puntas de sus senos
bajan los dioses en mancha, llenos de gloria

El mundo es uno solo
y ellos están completamente ebrios
se puede oler sus gargantas de vino
el arrebatador aroma de sus sexos

Allá en la cima del cerro veo los truenos que provoca
Su alegría
Están tomando y las manos se les van detrás de las cinturas
de las bocas sedientas de las diosas

Llueve: las higueras, los almendros
Parece que van a ser arrancados del universo
El agua nueva viene por la quebrada
Golpean poderosas las piedras de la montaña

Los animales locos
Los rugidos, los maullidos, los ladridos hacen eco
A lo largo de la chacra
Incluso el imperturbable fantasma vestido de blanco
Mira de soslayo, espía
Mientras las ramas del granado vibran
Y retumba la tierra con los truenos poderosos, eléctricos

Mi cuerpo está temblando
Sentado sobre la piedra que mira a los olivos
Mi rostro recibe la luz de los rayos
Mis pupilas dilatadas tiemblan de angustia
Mis manos se aferran a las sangrantes rodillas

Es de noche, hace frío.
sobre una piedra de Anqui veo, claramente
La destrucción de la Tierra.

Memorias


De La Iliada recuerdo la sangre
El ruido de los metales atravesando la carne
El peso de los cuerpos, pesados sobre el lodo
Los rayos de Zeus, la cólera de Poseidón
La sensualidad en la carpa de Aquiles
Los sigilosos pasos de Odiseo
Los gritos y el llanto tras la muerte de Patroclo.

De La Odisea recuerdo la paz del mar
Desde las playas de Ítaca
La ropa de batalla de Telémaco
La áspera madera del barco donde
Ataron a Ulises
La oscuridad de la cueva del gigante
La medialuz de las conversaciones entre los dioses.

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