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The New York Street

Un blog lleno de historias

mes

julio 2006

>La Maldita Vecindad (Pogo in the Park)

>http://youtube.com/v/KV1NtDJfYvY

Si un poco de sangre roja sobre un gran auto blanco no te basta para gritar contra la guerra, no pertences a la manchita de La Maldita.

1989: Leo en un ejemplar viejo de la revista limeña de rock Esquina, que una de las mejores bandas del rock mexicano se llamaba Maldita Vecindad. En esos tiempos están recién haciéndose populares los CDs, MTV Latino está en pañales y conseguir el CD de una banda de rock mexicano (que no sea El Tri) es una tarea muy difícil. Después de buscar en varios lugares, en una tienda de discos me dejan ver el catálogo para ordenar por correo. Ahí lo encuentro: Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio: El Circo. Dos semanas y media después llega mi disco. Salto en mi cama, con mi nuevo equipito (de un solo CD) comprado con mi primer sueldo de Tele Cable. Era un discazo pero la mejor canción del disco tenía una sola palabra: Pachuco.

En mi generación– la de Ciencias de la Comunicación de la U de Lima–, Pachuco era el himno. Con ese ritmo y esa corneta había que empujar, saltar, patear. Pasaron muchos años hasta que los vi en vivo, en una cancha terrosa en el Campo de Marte. Estuvieron fabulosos, si bien ya había pasado la época de Pachuco, si bien sentía ya por ratos que eso del pogo eran cosas de adolescentes.

A una de mis amigas en Lima, en aquellos años, le gustaba Sax. Fue grupy por primera y última vez en su vida, con el saxofonista de la Maldita. Otra de mis amigas de ese tiempo también tuvo su encontronazo con uno de los miembros de la banda. Luego de muchos años sin saber nada de el, ayer ella lo vio otra vez sobre la tarima de Central Park y me aseguró: «Fácil que este es el tipo más feo con el que me he acostado».

Pensé que iba a presenciar el show como si fuera un viejo. No creia que me iban a impactar tanto las mismas canciones de aquél disco. Que apenas si las iba a aplaudir por tratarse de un buen recuerdo de aquellos tiempos de facultad, cuando escuchábamos Pachuco en la sala de mi casa o de mis amigos, pogueando como locos; o en la azotea de Ken, embarrados en talco; o en las fiestas de la universidad, empujando al que se atreviera a entrar en nuestro circulito de baile privado. No imaginaba que con la voz de Rocco y los primeros acordes de Pata de Perro iban a venirme las ganas de saltar y patear, empujar y bailar como en los viejos tiempos! (¡ Aún no estamos acabados!¡Aún nos mueve la Maldita!)

El calor estaba como en 30 grados y el sol caía directamente sobre el parque. Muchos espectadores estaban sin polo y mostraban sus tatuajes en español y en inglés. Mis zapatos estaban cubiertos de barro, mi polo totalmente sudado. El trencito de los fans avanzaba con los músicos sobre el escenario mientras que el guardaspaldas negro, gigante, con su polo de la NBA miraba extrañado a toda la gente sobre la tarima (algunos con su máscara de luchadores) como preguntándose: ¿Y ahora qué hago? ¿A quién le pego?¿A quién empujo de regreso a la cancha?

Los Maldita consiguieron que poguera después de un huevo de años. Rocco dijo basta después de más de una hora de concierto, pero regresó para llenar el parque con el suave sonido de Kumbala. Se agradece la deferencia.

>Carboncito 9

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Carboncito 9: Muuy bacán lo de Pol Rivas con harta calidad en el dibujo y el acabado y un huevo de talento para contar historias. Y LA CAGADA la historia del perro Lito y su descarga de ratas en la cara de Chávez. Habría que mandarle una copia para que la lea mientras ocupa elñoba. Cherman no sé cómo hace, pero a pesar que sus ideas son un poco viejas siempre se las arregla para darle un toquecito de originalidad que las hace bacanes (y para hacerle, de taquito, propaganda a Crash) Mostra Carboncito 9. Más variada y los comics mejor acabados. Buena por Renso que con cada número mejora su estilo. Y para variar, cada vez que leo me da ganas de dibujar más comics, ojalá me quede tiempo. Pero ahora no tengo ninguna idea.
Ayer tuve un sueño bravazo, me imagino que producto de los truenos y relámpagos que tuve que sortear en la carretera (El clima en NY está hecho una cagada). Era la final del mundial y no sé como diablos yo jugaba en el equipo de Francia. Alucinante el partido hasta que me pasaron la pelota solo frente al arco y fallé un gol. Quise hacer un rewind mental para volver a patear, pero todo estaba consumado…
Temperatura ayer en NY: 38 grados C. 100 F. La tormenta: de miedo. Cada dos segundos un trueno iluminaba la noche, había pedazos de árboles por todos lados y con la lluvia torrencial es casi un milagro que encontrara el camino de vuelta. Mi ropa de baño se abombó porque la dejé en la maleta regresando de la playa. A carolina no se le escucha nada cuando sube a la mina y el celular se corta. El tío Manolo dice que de todos modos se va con mis viejos a las cataratas del Niagara y tal vez a Montreal. Estoy leyendo War and Peace de Tolstoi: MUY BUENA. al menos hasta ahora que voy por las primeras cien páginas (son 1300). Justo leí un artículo en el Atlantic Monthly en que una escritora decía que esa era una de las novelas que había que leer tranquilamente, con calma, no con el apuro con que te piden algunos cursos de maestría.

>EL CASTILLO DE MATERGODES (Short Story)

>Las coperas de Matergodes estaban lavando ropa al lado del arroyuelo, comentando que el Castillo había dejado de moverse.
–Los meteorólogos anuncian lluvias para esta noche, dijo la copera negra
–¡Al Diablo con los meteorólogos! Si nunca aciertan, replicó la copera roja.
La copera azul y la verde sólo escuchaban. No les gustaba contradecir a las coperas negra y roja, que eran las que siempre discutían.
Desde el interior del Castillo se escuchó un ruido de imanes atrayéndose. Chirriaron los goznes y se abrió la boca, de donde salió una criatura de plumas negras que nunca antes había cruzado los cielos de Matergodes.
–¡Diablos! Gritaron las cuatro coperas al mismo tiempo, dejaron la ropa a medio lavar al borde del arroyuelo y, sin dejar de mirar el crucifijo colgado del cuello de la criatura, echaron a corer.
Se había abierto en ese momento la puerta que llevaba del futuro al futuro. No existía a partir de ese instante nada que se llamase presente perfecto ni presente pluscuamperfecto. Y por supuesto habían desaparecido instantanemanete los libros de historia bestiales y las láminas a todo color de la Guerra del Pácifico.

>Mariachis en el techo

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Una reunioncita sencilla en Manhattan para celebrar el cumpleaños de Gabriela en el techo del edificio de Gianpaolo en la Segunda Avenida. La parrilla ya estaba buenaza pero la llegada de los mariachis fue recibida con aplausos desde los edificios vecinos. Cristi contó su alucinante viaje desde California hasta Nueva York con el tablista que regresaba, y Fabian pasará la voz para ir a la playa. El trabajo desde el jueves me había dejado agotado, necesitaba jatear toda la mañana y sin embargo el calor en la casa era alucinante. Casi 100 grados. Desde Knollwodd Miki dice que no es posible que los carros sigan llegando a jugar golf a las 3 de la tarde. El Mocano convence a todos para ir mañana a la playa. Reunión en Knollwood, temprano. Cristi me sigue hasta McSorleys donde conocemos a la productora de esta banda de impresentables de South Carolina. Es una moto cuando habla y nos dice que su esposo es el mejor planificador de finanzas en los Estados Unidos y que la conoció cuando ella trabajaba contando dinero en Tower Records. La llevó en viaje de negocios a Chile y Argentina. Es totalmente loca pero adorable. Se despide del mesero con un beso en la boca y nos invita a ver a los de South Carolina que se presentan no me acuerdo donde. Esperamos el tren a Pelham en Grand Central y yo estoy que me caigo de sueño. Fue alucinante el regreso en el tren a casa, con Cheryl, una afro-americana-coreana que me contó su vida desde la 42 hasta la 167. Dice que va regularmente a Corea a visitar a sus familiares donde las relaciones inter raciales son más frecuentes que en EEUU. Su hija está terminando la universidad en Atlanta así que se muda para allá con ella pero deja en NY a su enamorado. Y su mamá, afroamericana tiene 70 y su abuela coreana vive en Chinatown. Los agradecimientos con tiza sobre el negro del techo, los globos en el borde, los mariachis, el calor insoportable y las Coronitas heladas con limón, un par de abrazos gigantes, la vida es dura en New York City, pero podría ser peor..¿no?

Agita

Clava el hacha en la punta del pie
como clavas la coma inconsciente
antes de matar.

En la punta del hielo transparente
aparece de nuevo el caracol con rayas
la nube de preguntas.

Hay las olas que rugen y las cabañas malas
caballitos de playa, ruiseñores que escapan
con besos hendidos en salvas de plata.

Misioneros heridos en lonche de obispos,
miserables páises de arrugas hostiles
de pasos desaire, de lluvia con frailes.

Si el anillo sirviese esta noche
escribiera las notas más dulces,
si el silencio hablara conmigo
si tu tiempo estuviera comprado
por la pura pena, por el puro daño.

Martillazos con sorna de levita verde,
con tremendo culatazo sentimental
pasión de abriles inacabados
coraza de cuerpo presente
andino, semental, presente, la tropa callladita
las venas rojas,
el pueblo un caudal de animales, henchidos de rabia
¡Asesinos¡ griten no más
griten ceregenes de labios leporinos
faldas arrugadas venenosas
en la trompa de Venus, más allá del cementerio,
caminaban los cuerpos de Dios flagelados y hambrientos.

Flores en ramilletes,
ciudades envueltas en flores verdes, náuseas,
presiento que caben mis disculpas y mis abrazos
mis arrepentidos huesos en forma de coronarias
de botellas vacías de limón peruano
de aquí nomas, de todo.

Acoraja gente, indios, leguleyos,
fábulas que corta el grito enorme del río,
las ramas de los pacaes, se nos caen a pedazos,
que lloran por el padre oxidado y escupido
por la mano del capitán, por los versos lambeteados
del pastor enamorado de Galatea.

El gigante estuvo en esta tierra, el polvo está levantado
y la Tierra tiembla. Maracuyá a la hora de la cena,
figuritas recortadas sobre el cielo púrpura, gigante, sobre
todas las dudas del cementerio marino,
como las certezas de genovés en picada,
como las promesas del varón en el conciliábulo
que lo decidió todo.

Como esos higos en forma de tus higos,
de tus raídas ojotas de pergaminos vírgenes
de los cables atravesados
sobre los canales de Seattle.

>Repentina nube

>Bajarás el silencio en dos tiempos,
comerás la piedra del bosque
embarrada de rubíes
lamerás la espalda empapada de los maravedíes.

Tentaremos junto la suerte en la tienda del alacrán,
lavaremos las ropas sangrantes en la misma esquina
de siempre.
Tu hermano, yo hermano,
fusilados en la curva de la vaca, a dos pasos de tí.

En la cobra que mira esta noche,
veo destellos de luna, faroles de cera de abejas,
legañas de tanto estar despierto
sin decir silencio.

Caminemos al fondo del parque, al lado del lago,
o es que el sueño irreparable a esta hora
nos hace decir cosa demás
o es que llueve tiernamente en tus calzones de seda,
es que lavas la herida con burbujas de azul intenso,
con láminas de cuatro colores,
en las lámparas desoladas de la ciudad.

Banda

A qué música debo el privilegio
A qué carne de cañón la conciencia tranquila

A qué sarna tu piel
A qué rabia tu deseo

A qué siglos le debo este encuentro

A qué clavos martillo sin saberlo.

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