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The New York Street

Un blog lleno de historias

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Política

El regreso*

* El 2008, el día de mi regreso luego de 8 años al Perú, escribí ésto. Hablaba un poco sobre los peligros de creer que el país «se va para arriba» y que «no nos para nadie». Analicemos otra vez, revisemos otra vez. Como dice Eduardo Adrianzén: pensemos. No tildemos a nadie de ignorante. Veamos qué pasó. El discurso de Toledo reconociendo que la gente ha manisfestado su descontento por el modelo económico, me gustó. Me hubiera gustado escucharlo así cuando se les pedía a los candidatos que eligieran un candidato de consenso. (PPK ascendía, el riesgo de tener a Humala y Fujimori en la segunda vuelta era evidente, lo lógico hubiera sido que Toledo renunciara). Estamos un poquito tarde para la primera vuelta, pero nunca es tarde para revisar y pensar. Ojalá estos líderes que tenemos se agrupen y le den espacio a los  miles de jóvenes que en estas elecciones han manifestado con emoción su interés por la política. Formar partidos y preparar a los dirigentes es la única manera de evitar candidatos y agrupaciones con programas improvisados.


Salí del Perú el 10 de julio de 2000. Regresé el 18 de diciembre de 2008. Me fui a los 27 años, regresé de 36. Tenía una tarea pendiente entonces: vivir en una ciudad diferente de Lima, aprender lo que significa vivir lejos de mi familia y mis amigos, de mi país.

Los que me conocen de antes dicen que soy un aventurero. Yo, que me conozco mejor, sé que todo partió del deseo de aprender. Y que fue una aventura calculada, sin grandes riesgos. Hubo factores inesperados y decisiones que no fue tan difícil de tomar. Fueron muchos los factores y las personas que ayudaron a que yo me quede fuera del Perú.

Escogí Nueva York. Ahora que regreso sé que escogí bien. No hubiese conocido a mi esposa, no hubiese podido trabajar y estudiar con tanta facilidad una carrera que hoy me apasiona: la literatura inglesa.

El Perú ha cambiado. Es una maravillosa experiencia ver que se está haciendo realidad, con cierta pereza, el sueño del desarrollo. El orden y la limpieza de Lima son reales, el crecimiento económico y la integración social son evidentes. Somos más marrones y más lindos los peruanos. Somos más Perú que antes. Es decir, más orgullosos de nuestras mezclas. Estamos integrados mucho más que antes y nuestro destino parece que por fin es común. De todos los peruanos, independiente de la raza y la clase social. No hay lugar en este nuevo país para el racismo y mucha gente está comprendiendo la importancia de convertirnos en una nación integrada antes de pretender ser potencia.

Otros no. Mi esperanza es que alguien ilumine a esa minoría de peruanos que aún no se han dado cuenta que el secreto del desarrollo es la disminución de las brechas de riqueza y la desaparición de las barreras sociales.

Regresé al Perú a mirar, a ver, a comparar. He comparado todo el tiempo.

He regresado a Nueva York y me he vuelto a enamorar de su color, de su cielo, de su frío y de la intensidad de su fuerza. Quiero al Perú y a su gente, pero me siento en casa entre esta gente que no habla mi idioma, entre esos edificios que no miran hacia el sur sino hacia el cielo, entre esas calles que no susurran el nombre de mi patria sino que mencionan tareas multiculturales y multinacionales.

Del Perú sólo puedo decir cosas buenas y prevenir que hay demasiadas tareas pendientes. Avisar a los que se entusiasman con los edificios grandes que aún hay rincones en el Perú donde no podrå pasar el crecimiento económico sino pasa primero la educación. Que en la misma Lima hay enormes bolsones de pobreza que amenazan con desterrar cualquier eventual progreso económico, que todos esos restaurantes de lujo, centros comerciales fabulosos y barrios enrejados están todavía rodeados de calles de miedo, de zonas pobres, de limitaciones que es necesario alcanzar y transformar.

En el Cuzco se nota mejor que en ningún otro lado el efecto distribuidor del turismo. Hay una revolución comercial de la que se benefician desde el taxista y el guía de turismo hasta el panadero de la esquina, el mesero y el vendedor de chucherías. Pero incluso a pocas horas del Cuzco hay comunidades donde la gente vive con 3 soles al día. No seamos ciegos. Eso no puede seguir así.

Esa pobreza que a veces no vemos, porque cierta belleza superficial nos venda los ojos, es la principal amenaza para el Perú posible.

Políticas

Come to Peru, Land of the Incas

¿Quién soy yo para opinar de política? Un mero observador. Un don nadie. Un sujeto sin herramientas suficientes para analizar unas candidaturas de las cuales apenas si conoce la superficie. Personajes de los que apenas si conoce el boceto de una caricatura. ¿Cuánto dinero ha gastado Castañeda en su campaña? ¿Toledo?¿PPK? ¿Humala dijo tal o cual cosa y ahora se contradice?¿Su hermano lo denunció? ¿Keiko nunca fue al Congreso cuando la eligieron, la rodean una banda de incapaces?

Por ahí aparece César Hildebrandt para decirnos lo que piensa de la candidatura de PPK y lo tildan de amargado, de higadito, de ventarrón de metro y medio. ¿El Perú ha avanzado o ha retrocedido? ¿Ser presidente es una aventura, un reto o un compromiso? Para no contradecirme–algo  que he tenido que hacer en mi adolescencia para entender los vaivenes de la política peruana–y manifestar mi opinión, que a pocos le interesa, a mí más que a nadie; repetiré que ser presidente es un trabajo. Así que abajo las banderolas y que se apaguen los himnos y los coritos. Un presidente no es un equipo de fútbol, es un empleado que tiene la obligación desde el primer dia de desanudarse la corbata y ensuciarse las manos tratando de conseguir lo que ha prometido que hará durante su campaña, aquello por lo cual  los electores-empleadores han votado por él. Por eso preocupa la imagen de un Humala dos caras, la pesadillesca situación de un candidato Fujimori al revés, que es votado para hacer algo pero hace todo lo opuesto.  Asusta. ¿En qué baso mi crítica de Humala? En comentarios de otros, en lo poco que he visto de él en presentaciones en televisión, donde su discurso presenta ciertos matices de crítica contra la opinión de moda de que un Perú más abierto al intercambio comercial con el mundo es un país mejor.

Humala, por otro lado, es el único de los principales candidatos, que cuestiona un problema que los peruanos que no creemos en el capitalismo sin control tememos: que la bonanza económica está enriqueciendo a pequeños grupos económicos hasta el punto que la sociedad peruana resultante será una donde las brechas entre ricos y pobres sean imposibles de cerrar.

Por ese discurso de igualdad social de Chávez han votado millones de personas no solo en Venezuela sino también en Ecuador, Bolivia, Argentina, Venezuela y Brasil (el gran Lula que todos felicitan ahora, recordemos que era el lider del partido obrero, el dirigente del Partido Comunista de Brasil). Así que tampoco hay que quemar las fábricas y renovar el pasaporte antes de tiempo. ¿Pero Humala no es Lula sino Chávez? He ahí el terror a eso que hablaba: Fujimori al revés. Fujimori dijo que iba a proteger nuestros salarios y que los precios no iban a subir. Y entonces aplicó las teorías del libre mercado, creyéndose capaz de resolver los problemas del país uno por uno, a pulso, con ayuda de sus colaboradores más cercanos, escuchando las líneas de Montesinos que sabía de donde cojeaba cada empresario y político corrupto en el Perú de principios de los 90s. Y ahora estamos aquí: 2011, un país que crece económicamente, un lugar seguro para las inversiones, una posibilidad increíble–si comparamos este país con el Perú que nos dejó Moráles Bermudez, Belaúnde o la mazamorra de problemas que dejara Alan García en 1990–de reducir los niveles de pobreza e incrementar el nivel de vida de los peruanos en los próximos 100 años. Y otra vez la tentación del péndulo. No, por Humala no. Basta de péndulos.

Tampoco Keiko, porque si bien no sé casi nada de su propuesta–a pesar de venir ambos del mismo colegio Recoleta, de haberla visto en un par de ocasiones en el apogeo del poder con su padre y de haberla tratado como una estudiante más, agobiada de examenes en su minúsculo departamento en Nueva York–Keiko representa nada más que los votos de millones de peruanos que creyeron que Fujimori era el mesías y que no comprenden como este señor al que le adjudican tantos logros y tantos avances, puede estar en prisión mientras que Alan García, el fabulador y el incapaz gobernante de los años 80s dirige al país y se lleva todo el crédito. Estos votantes fujimoristas tampoco entienden cómo algunos de esos empresarios y políticos incapaces y corruptos que se hicieron ricos con la dictadura de Morales y Velazco; con el primer gobierno de Beláunde (porque la gente se hacía rica con Belaúnde y con García tanto como con Fujimori, la diferencia es que nadie les hizo un video) no están en la cárcel.  Y los presidentes ordenaban masacres, como la ordenó Alan García contra los prisioneros de la cárcel de El Frontón y les daba la bendición a comandos de aniquilamiento como el Rodrigo Franco (y les preparaba un túnel de escape a los del MRTA). Pero Fujimori está en la cárcel y García no. Pero no se puede votar por Keiko solo por eso. No vamos a votar por ella solo para que salga su padre de la cárcel–a quien alguien lo engañó, haciéndole creer que regresar de Japón era una buena idea–ni por las injusticias del pasado. Vamos a votar por alguien que sea capaz de mirar al futuro con las posibilidades que se le presentan al país, que sea capaz de escuchar las críticas y de enmendar los errores y hacer la mejor faena posible con un mínimo de desaciertos.

Y Castañeda. Pobre Castañeda. ¿Quién le mintió que llenando Lima con cartelitos con su nombre se aseguraba el poder y la fama para siempre? Castañeda no es Andrade, gordito carismático, enamorado de los parques y de los jardines. Tampoco es Barrantes, chato florero, instruído, con talento para hablarle a las masas. Ni siquiera el colorado Belmont, simpático libro de superación personal andante. Castañeda es un oscuro burócrata con cierto talento para manipular los números. ¿Ese asesor que contrató en Venezuela, no estará trabajando por lo bajo para Humala?

Toledo y PPK. Esas son las mejores opciones que tenemos en el Perú de hoy. Porque ambos prometen utilizar con provecho las favorables condiciones económicas en las que se encuentra el país y distribuir la riqueza entre todos para que las contradicciones no se agranden. Porque prometen–y tenemos cierta garantía, en base a su obra y sus políticas pasadas–de que mirarán para adelante. Pero ambos tendrían que escuchar a las voces furiosas como las de Humala o las de Hildebrandt. No deberían cerrar las orejotas a las críticas del modelo económico. Ambos tienen que prestar atención a las quejas de los fujimoristas que reclaman que después de Fujimori muchas cosas básicas como la seguridad, la salud y los servicios públicos en los pueblos del Perú no funcionan con la misma eficacia y prontitud que en aquellos tiempos.

Hay que escuchar a los que dicen que este modelo liberal está abandonando al pueblo para prestarle más oído a los ricos. Hay que hacer una revolución para los pobres desde arriba, ahora que aún hay tiempo porque de otro modo estos pobres un dia se van a hartar y van a escoger soluciones radicales como las de Chávez. Hay que llenar el país de pequeños empresarios. Sí ¿Pero y qué pasa con los que no quieren ser pequeños empresarios sino simplemente quieren un país justo con un poco de riqueza para todos? ¿Qué pasa con los que solo quieren educación de primer nivel para todos los peruanos? ¿Qué pasa con los que solo quieren alcaldes y funcionarios eficaces y honestos? ¿Qué pasa con los que quieren empresarios que inviertan en el Perú pero sin mano de obra barata?

Ese rollo de que de la pobreza solo se sale volviéndonos todos empresarios no sirve. PPK o Toledo. Esas son mis opciones.  Ojalá que si cualquiera de ustedes dos es elegido presidente, sepa contener la avalancha, poner las primeras piedras de un país justo, entender las contradicciones de un país que no solo quiere riqueza sino también oportunidades y justicia para todos. Un trabajador eficaz, un empleado eficiente, que escuche consejos, acepte las críticas y cumpla con lo que ha dicho. Eso es a todo lo que debería aspirar el Perú en estas elecciones.

Sí se puede.


Cambio. Esperanza. Sí se puede.

Desde una plaza de Chicago el presidente elegido Barack Obama ha dado un mensaje extremadamente feliz, conciliador, de aquellos que borran heridas y abren puertas.

El senador McCain también ha abierto sus brazos al vencedor, ha reconocido con humildad sus culpas y ha dado a entender su alegría por la victoria de su rival.

Este no es el Estados Unidos que hemos visto los últimos 8 años de George Bush. Este es otro pais ¿Dónde están los conteos a medianoche, los gritos de fraude, los insultos y la cobardía? Tal vez se han escondido los cobardes ¿Han huido? ¿Aguardan al acecho?

Barack Obama es la esperanza de un pais que se ha preciado de ser durante gran parte de su historia, la esperanza del mundo. La tierra de la libertad, cuna de la democracia, patria de oportunidades. Parece que con Obama vuelve ese país.

Como decía Winston Churchill: «Podemos confiar en los estadounidenses, porque después de hacerlo todo mal, hacen lo que deben de hacer».

Bush hizo todo mal. Extremadamente mal. Es una tragedia tanto tiempo perdido, tanto barbarismo invertido en derrumbar la confianza, la credibilidad y el liderazgo de los Estados Unidos.

No sabemos lo que pueda hacer Obama. Si la sola fe y la oratoria feliz pueda transformarse en cambio y en esperanza. Pero cuando habla a sus conciudadanos, Obama toca todas las cuerdas correctas.

Si se puede. Es hora de trabajar y sacar adelante a una nación de la cual el mundo espera mucho más. Un lugar al que millones de personas observan con esperanza, asombrados por las posibilidades de la fuerza de las ideas, el individualismo y el buen uso del capital.

Acá no ha pasado nada. Sólo se ha cambiado de líder, sólo se ha transformado la voz, sólo ha cambiado el mensaje. En vez de revancha se menciona conciliación. En vez de problemas se habla de desafíos, en vez de victorias se habla de humildad. No ha cambiado nada y ha cambiado todo. Que el futuro le sea propicio a Barack Obama.

Falta un dia para deshacernos del tarado de Bush


Guerra en Irak. No necesitamos a las Naciones Unidas. Los franceses son abominables, nos detestan, que falta de respeto caramba, luego de todo lo que hemos hecho por ellos, vamos a cambiarle el nombre a las french fries. Y los alemanes otros cacasenos inconsistentes. Acaso no se dan cuenta de que Hussein es el nuevo Hitler. Vamos a tomar por asalto el Medio Oriente, desde Bagdad vamos a implementar la democracia en el mundo y probarles que nunca debieron haberse metido con las Torres Gemelas y con el Pentagono. ¿Cómo? Quien te dijo que no estuvieron detrás de los atentados. No seas antipatriota. Ponte tu banderita, tu pin, canta el himno de los Estados Unidos, sino te deportamos. Hay que bendecir la bandera, la escarapela, todos somos heroes, especialmente los bomberos que corrieron descontrolados a meterse entre el fuego sin sospechar que se iba a caer la torre. Asi que si no nos crees mira las pruebas. Saddam ha decidido procesar uranio en Niger, tenemos la aprobación más alta y al plomero de Ohio de nuestro lado. Estoy seguro de que el verdadero americano no va a dudar en entregarnos a sus hijitos y a sus hijitas para intentar tomar Bagdad. Es peligroso, claro, Saddam tiene un huevo de gas mostaza y nos los va a tirar cuando estemos por entrar a la capital. Va a ser una guerra muy complicada pero la gente va a salir a recibirnos con flores. ¿Cual huracán? ¿Hay que ir a arreglar lo que ha dejado el huracán? Esos pacifistas no tienen un centavo de patriotismo y si hay problemas sal y gasta por favor, te lo vamos a agradecer. Tu deja la politica internacional de los Estados Unidos en nuestras manos. Buenas manos, somos gente de confianza. Danos mas plata para gastar en Irak, gira un cheque, vas a ver que no importa nada al final. La deuda no interesa, el mercado se arregla solito. Somos los Estados Unidos, no vamos a torturar a nadie, no vamos a escuchar las conversaciones de nadie, no vamos a abusar de nuestro poder, no vamos a ser tan tarados como para meternos (otra vez) en una guerra sin un buen plan.

El plomero que surgió de Ohio

Parece que las elecciones de Estados Unidos las decidirá un plomero de Ohio. Un plomero republicano que ha declarado después del debate que Barack Obama «no lo ha convencido». Horas antes, a través del teléfono, en la cadena Fox News y luego en el programa del conservador Rush Limbaugh, Joe Wurzelbacher, el plomero, un pequeño empresario que aspira a comprar la compañía de plomería para la cual trabaja, decía que la propuesta de Obama de «repartir la riqueza» le asustaba porque le parecía socialismo.

John McCain ha utilizado el mismo argumento del plomero de Ohio para desprestigiar en el debate al candidato demócrata. Ha dicho que Obama va a ponerle a Joe una multa por ganar más dinero que el promedio de sus conciudadandos y que esa multa va a frenar sus planes de crecimiento. Obama ha tenido que ajustarse a las reglas de McCain y dirigirse a la cámara, mirando fijamente a Joe el plomero de Ohio, para repetirle que su propuesta de seguro de salud universal no le va a costar un centavo y que, más aún, por ser dueño de una pequeña empresa, el estado le va a otorgar un crédito para que pueda atender los pagos del seguro de salud de sus empleados.

A pesar de todo, el plomero de Ohio ya ha dicho después del debate que la propuesta de Obama no lo convence. Los republicanos lo han invitado para que se sume a sus mítines de cierre de campaña.

Joe es un empresario de una pequeña ciudad de Estados Unidos que representa a esa gran mayoría de independientes que cree en la mínima intervención del estado, en la fuerza de la libre empresa y en las virtudes del capitalismo. Joe el plomero representa a los mini empresarios asustados de que el poco dinero que producen se vaya en pagar impuestos, para luego ser repartidos en programas sociales para los muchos estadounidenses que no son capaces, como él, de alcanzar un ingreso anual de más de 250,000 dólares. Joe el plomero es el típico estadounidense al cual no le interesa que el estado intente favorecer a un 83% de sus conciudadadanos que no ganan más de $250,000. Joe el plomero representa la sabiduría del corazón de América.

Para Joe, la peor amenaza de Estados Unidos es el socialismo. El senador de Arizona, veterano de Vietnam, dueño de siete casas, atrae más al ambicioso pequeño empresario de Ohio, que la retórica izquierdista de Obama. «Redistribuir la riqueza» no forma parte de ningún «sueño americano», Joe explica en el programa de Limbaugh.

Es una lástima que la didáctica explicación de Obama de su propuesta de seguro de salud universal no haya transformado a Joe en uno de sus votantes. Porque Joe, como decía Limbaugh en su programa de esta tarde, es «un ciudadano de la clase trabajadora que los demócratas creen que automáticamente va a votar por ellos».

Es también muy probable que Joe tenga razón. Sí señor. Nadie quiere que Estados Unidos sea un país socialista. Es preferible que el plan del senador McCain siga recortando impuestos a las ganancias de Joe, para que éste pueda comprar la compañía para la cual trabaja y producir más riqueza, que lógicamente «chorreará» hacia los sectores de la población menos privilegiados (incluídos el 32% de estadounidenses que paga cero impuestos porque no gana lo suficiente para pagarlos).

Por eso es que McCain también apoya fervientemente el nuevo plan de rescate económico. El plan que consiste en comprar por la fuerza las acciones de los bancos más grandes de Estados Unidos para obligarlos a repartir dinero a una economía asustada y al borde de la recesión. Un plan diseñado específicamente para no confundir a Joe con propuestas socialistas y para que este siga viviendo por cuatro años más la maravillosa magia del capitalismo.

Actualización: Los medios han descubierto que Joe en realidad se llama Samuel. Se sabe que nunca ha tenido licencia de plomero y está en problemas por no haber pagado sus impuestos. Samuel ha declarado que se levanta a las cuatro de la mañana para ir al gimnasio.

Paul Krugman y la dulzura de la revancha


Una tarde de otoño de 2003, en la sala de conferencias del cuarto piso de la librería Barnes and Noble de Union Square, Paul Krugman me firmó el libro que su casa editorial acababa de publicar. The Great Unraveling se llamaba esta recopilación de sus columnas escritas para el New York Times, que yo había leído semana a semana desde el 2001, mientras el presidente George W. Bush se declaraba enemigo del buen gobierno.

Paul Krugman era famoso antes de alinearse como feroz crítico de Bush. Sus acertadas predicciones sobre la crisis en Asia y sus teorias sobre el libre comercio lo convirtieron antes de cumplir los 40 años en una de las promesas de las ciencias económicas.

Fue una pena que sus análisis de la economía lo cruzaran en el camino de un presidente que en aquél entonces estaba protegido por la bandera y por Dios en su venganza contra los talibanes, Saddam, la ONU, la vieja Europa, los liberales, los ecologistas y los pacifistas. Fue lamentable que sus columnas lo conviertieran -–a los ojos de los periodistas de los medios conservadores– en un apestado liberal, extremista y enemigo de los Estados Unidos.

Resulta una grata sorpresa leer hoy en la primera página del Times, que cinco años después de aquél autógrafo con plumón negro (muy apurado porque la cola era larga), los jurados del Premio Nobel le otorgaron el premio a Krugman.

Claro que hoy la primera plana del New York Times está saturada con noticias sobre rescates financieros y estatizaciones de bancos y, lo reconozco, me parece bastante repudiable que a pesar de aquello, mi ego se sienta recompensado y feliz. Qué vergüenza. Me imagino que todos los apestados liberales extremistas que tenemos nuestro libro autografiado por Krugman nos sentimos así.

«No puedes llamar fea a una chica durante todo el año y luego pretender que acepte ir contigo a la fiesta de promo."


El título de esta entrada fue sacado de un notable ensayo de análisis polìtico, escrito por el periodista Joshua Green, publicado en el último número (septiembre) de la revista Atlantic Monthly: Lecciones de una presidencia fallida.

La prepotencia, falta de tacto e ignorancia de las formalidades y diplomacia en el trato con los representantes de los partidos republicano y demócrata es resaltada como la causa del derrumbe de la presidencia de George W. Bush.

Karl Rove, estratega político brillante, artífice de la elección de George W. Bush en dos oportunidades; es señalado como el culpable de la debacle.

El análisis–escrito luego de entrevistar a personas muy cercanas al entorno del presidente y/o involucradas en el proceso de elaboración de políticas de este gobierno-, señala una derrota catastrófica en tres de los temas claves para Bush: guerra en Irak, privatización y reforma del sistema de seguro social y reforma del sistema de inmigración.

De la ambición «histórica» de Rove de rehacer el panorama político de los Estados Unidos sobre la base del partido republicano, sólo queda un amargo sabor de boca.

Los analistas están empezando a repetir una máxima del sistema democrático que los estadounidenses parecieron olvidar con cierta facilidad después de los ataques terroristas del 11 de setiembre del 2001: es muy peligroso acumular todo el poder en una sola persona.

Lástima que les haya tomado tanto tiempo darse cuenta.

El siguiente extracto del artículo del Atlantic creo que es un ejemplo bastante ilustrativo no sólo del estilo de Karl Rove sino de las diferencias de personalidad entre un líder al que respeto y admiro como Bill Clinton y alguien al que desprecio como líder y presidente como George W. Bush:

Dick Armey, the House Republican majority leader when Bush took office (and no more a shrinking violet than DeLay), told me a story that captures the exquisite pettiness of most members of Congress and the arrogance that made Bush and Rove so inept at handling them. “For all the years he was president,” Armey told me, “Bill Clinton and I had a little thing we’d do where every time I went to the White House, I would take the little name tag they give you and pass it to the president, who, without saying a word, would sign and date it. Bill Clinton and I didn’t like each other. He said I was his least-favorite member of Congress. But he knew that when I left his office, the first schoolkid I came across would be given that card, and some kid who had come to Washington with his mama would go home with the president’s autograph. I think Clinton thought it was a nice thing to do for some kid, and he was happy to do it.” Armey said that when he went to his first meeting in the White House with President Bush, he explained the tradition with Clinton and asked the president if he would care to continue it. “Bush refused to sign the card. Rove, who was sitting across the table, said, ‘It would probably wind up on eBay,’” Armey continued. “Do I give a damn? No. But can you imagine refusing a simple request like that with an insult? It’s stupid. From the point of view of your own self-interest, it’s stupid. I was from Texas, and I was the majority leader. If my expectations of civility and collegiality were disappointed, what do you think it was like for the rest of the congressmen they dealt with? The Bush White House was tone-deaf to the normal courtesies of the office.”

Juicio a George W. Bush


Ayer hasta muy tarde, seguí los resultados de las elecciones en los EEUU. En Nueva York, la senadora Hillary Clinton, derrotó a los republicanos por tercera vez (70%-30%) y se quedó con una de las sillas del senado. Spitzer, el terror de los especuladores del mercado financiero neoyorquino, fue elegido gobernador del estado de NY, en vez del republicano George Pataki (que quiere lanzarse a la carrera como presidente). Y la cámara de diputados (the House) pasó a manos de los demócratas. El senado estaría también por pasar a manos de los demócratas pero hay una carrera muy ajustada en los estados de Virginia y Montana. Los candidatos demócratas en Virginia y en Montana ya se han declarado ganadores, pero los republicanos no han concedido la victoria y la cuenta está demasiado ajustada para estar seguros. Es la primera vez en 12 años que el partido demócrata toma el control de la cámara de diputados.
¿Qué se puede esperar de la victoria demócrata? Primero, que se de una solución final al problema migratorio. Sea una amnistía o el programa de empleo temporal propuesto por Bush. Segundo, que se aumente el salario mínimo que no se ha incrementado en diez años. Las bases demócratas van a pedir la salida de las tropas de Irak y los más radicales van a pedir un juicio (impeachment) a George W. Bush para que deje vacante la presidencia. Estas dos últimas propuestas es posible que no prosperen, pero de tomar el control del senado, es muy probable que los demócratas se aseguren de convertir la vida del preseidente Bush en un infierno.
La asitencia a las urnas fue masiva, comparable a la de las elecciones presidenciales del 2004. Aquí el voto no es obligatorio y generalmente en las elecciones de medio período la asistencia no es numerosa. Se interpreta esto como un deseo del pueblo por demostrar con su voto su rechazo al gobierno de Bush, por un rechazo a la corrupción en el Congreso y al modo como se está desarrollando la guerra en Irak.
ULTIMO MINUTO¡¡¡¡ Demócratas ganaron en Montana. Ahora el senado está 50-50. Sólo queda decidir si los demócratas ganaron Virginia.

V for Vendetta

En el poema «Dover Beach», el poeta y ensayista británico Matthew Arnold, hace una comparación bellísima entre él, en la playa Dover de la costa inglesa, contemplando las luces de la costa francesa 18 millas hacia el sur; con el último ser humano en la historia que creyó en la existencia divina de los dioses griegos, en Zeus, Hera, Atenea.

Me imaginé una escena paralela: el último hombre que contemple una cruz con respeto, que levante los ojos al Cielo e imagine al Dios en el que creemos los cristianos. ¿En qué creemos hoy? La fe de Arnold no era la misma fe de los sacerdotes medievales a los que él visitó en los Alpes franceses -«hombres muertos en vida», dice de ellos-.

A pesar de todos los adelantos de la vida moderna y del pensamiento crítico, Arnold ve con pena la pérdida de la fe, esa corriente que le daba sentido a la existencia. ¿Cuál es es el sentido de la fe ahora? ¿La intolerancia? Matar en nombre de Dios debería ser castigado como el peor de los pecados, sin embargo, del otro lado del espectro político la perspectiva no es muy alentadora, ¿Qué hay de esos individuos que se aprovechan del miedo de las masas para gobernar, para recortar libertades y estupidizar al pueblo con el pretexto de la seguridad y la amenaza terrorista?

De eso trata V for Vendetta, una de las primeras novelas gráficas de Alan Moore (Watchmen), llevada al cine por los hermanos Wachowski. Hay que tener mucho miedo cuando las opciones totalitarias son las que ganan mayores simpatías: Hamas en Palestina, los fundamentalistas en Irán, en Irak, la derecha radical en Europa, Chávez en Venezuela, Humala en el Perú. La gente está dispuesta a darle su voto y su conciencia a los que les ofrezcan orden. La libertad total es una religión que ya pasó de moda, como la religión de los griegos. Ahora la religión es la de la libertad controlada, la de las masas sumisas y homogéneas, donde todo puede ser sacrificado si se trata del bienestar común.

Otros gobiernos van más allá -porque pueden darse ese lujo: atemorizan a la población utilizando los medios de comunicación masivos, fabrican evidencia y mienten descaradamente acerca de sus motivaciones hasta que el Congreso-asustado también-los autoriza a organizar una guerra preventiva. Tres años después comprobamos que son unos idiotas no unos visionarios y que algunos de ellos se llenaron de dinero ¿Alguien los juzgará?¿La historia? ¿O es que ya no es malo predicar y al mismo tiempo ser un hijo de puta (con perdón de las putas)?

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