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The New York Street

Un blog lleno de historias

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Los tambores de Manhattan

Habría que declarar que los tambores tienen luz propia. Cómo negarlo. Sería egoísta calificar a lo que estos instrumentos emiten, de simples «sonidos». Los tambores emiten luz y sensaciones, algunas de estas de carácter permanente.

 

Después del concierto de Cerati, las huestes desadaptadas- se movieron hacia el centro del parque, donde las tribus se habían juntado para el espectáculo del sonido. Se convocaron magos y magas, druidas, bailarines desacreditados. Gabriela aún no ha gritado: ¡Qué viva Sullorqui! detrás de los espectadores sentados de Perú Negro. Todavía está en camino, seguimos andando hacia el Lincoln Center.

El Quijote del Bronx


La idea era reunir a un grupo de personas para leer y conversar sobre la obra más importante de Cervantes. Hace algunos días revisaba unos ensayos en los que el autor especulaba acerca de que los españoles hayan endiosado a Cervantes olvidándose de Quevedo. La imagen de España hubiera sido muy diferente si en lugar del manco los españoles hubieran escogido al desfachatado Quevedo. Borges argumenta que el problema con Quevedo es que no llegó a crear ningún personaje inolvidable. Es cierto que son deliciosos y perdurables algunos de los personajes de La Vida del Buscón, pero ninguno de ellos alcanza la desgarbada talla del caballero Alonso Quijana.

 

Camilo es el encargado de la charla magistral y yo soy nombrado el empresario encargado de la logística. Fijada la hora a las 7 de la noche en el Graduate Center de la Quinta Avenida y con cuatro deserciones de último minuto, mi labor como empresario se puede clasificar como de moderado fracaso. Solo somos cuatro (incluído Camilo) pero la clase prueba lo que tenía que probar: Camilo tiene que hacer más seguido este tipo de reuniones, tiene talento como maestro y, se puede juntar a un grupo de personas con cierto interés por la literatura si la clase es didáctica. Un grupo de feministas que se reunen en una sala contigua nos regala un poco de vino rumano, Yini trae unos bocaditos y queso. Rachel trae su atención y sus historias sobre el viaje que acaba de realizar a Lanzarote, una de las islas del archipiélago de las Canarias. Las fotos y los videos están muy buenos. Hay una puesta de sol espectacular y unas imágenes fabulosas de este paisaje volcánico declarado patrimonio mundial de la humanidad. Un artista llamado Manrique ha dedicado su vida a cubrir la isla con monumentos que preserven la belleza de la isla de la acción depredadora del turismo. Y lo ha conseguido. Me quedo con el video de Rachel y Pilar bailado vallenato al amanecer, en un paisaje desértico donde se puede ver el mar al fondo y escuchar el sonido del viento furioso soplando al lado de la música. Me hace recordar los amaneceres en Silaca, cuando desembarcaba del Ormeño a las 6 de la mañana para bajar por el enrevesado caminito de tierra colorada hasta el pueblo de la playa. El olor de esas mañanas nunca lo olvido. Camilo dice que la charla le ha refrescado recuerdos de su experiencia con el grupo de lectura de la Comedia en Lima. Una lectura dirigida todas las semanas, durante dos años, es un lujo que no se repite muy seguido.

 

Sandra escribe un mail diciendo que se le hizo tarde, a Héctor y su amiga se les hizo tarde y estaban un poco lejos. Stephanie recordó una reunión que ya tenía programada. Paola parece que no leyó el correo. De la lectura me quedo con la biografía del Quijote, que en algunos aspectos me hace recordar al triste peregrinaje del Buscón. La ironía de Cervantes está cada dos líneas pero es obvio que se debe leer una edición anotada sino muchos de los chistes se pierden. La chica de los lentes de Saint Marks le dice a Camilo que le gustaría aprender español. A mí me enseña el CD con la lectura de TS Eliot de La tierra baldía (También están Miércoles de ceniza, La canción de amor de J. Alfred Prufrock, Sweeney Among the Nightingales y Journey of the Magi). Pero estoy quebrado, mis últimos centavos se han ido en la impresión de la Guía, que al parecer ya está pasando aduana para embarcarse a EEUU. Por eso solo la rodaja de pizza con su Snapple de Green Tea. Y antes de dormir unas cuantas páginas de Lord Jim, que estoy leyendo muuy lentamente. Rachel me regaló un marcador de libros de Ghana. Antes de apagar la luz lo he dejado en la página 89.

El F**ucking Latino writer, 6 de enero

¿Quiénes están a cargo del mundo? dijo el mendigo. La portera del edificio, una hembra negra, gorda, con los labios destrozados por el frio y los dientes careados, respondió: Yo.
Esto lo exasperó. Él estaba seguro que su pregunta era trascendental, que nadie (y mucho menos ella) estaba en el derecho de burlarse.
-Lárgate de acá viejo de mierda, dijo la portera, mientras agitaba su manotas en forma de mangos podridos y espantaba al mendigo fuera del edificio.
-I am a fucking latino writer. I am a fucking latino writer. Gritó. Pero ella no lo escuchaba. Además de ignorarlo se puso los auriculares gigantes y la música se desparramaba más allá de sus alcachofadas orejas hasta los oídos necios del mendigo que seguía quejándose, diciendo que él era un fucking latino writer y que tenían que respetarlo.
La portera seguía escuchando su música. Sacó un sandwich del amplio bolsillo del abrigo, un sandwich de algo que apestaba. El mendigo no podía soportar aquello así que se dio la vuelta y salió.
Hacía frio en la calle. Todo el viento de Central Park le caía en la cara. El viento y una que otra meada con regalito de los pájaros que pasaban de gira todas las mañanas sobre los caballos del parque. La muñeca vino caminando directamente hacia él, con los rulos dorados y la sonrisa inmortal.
-You are a fucking homeless. le dijo. Y el mendigo no pudo entender o no quiso. Obvio, él quería ver la belleza y la inocencia de la niñita rubia, pero no contaba conque era hija de dos padres intelectuales. Allí venían detrás de ella, a cierta distancia, como para no asustar a la pequeña o para no asustar al homeless. Seguramente tendrían preparada para ella una brillante educación privada y ya le habían enseñado la palabra fucking, como algo normal. Estamos en Nueva York pues.
-¿Quiénes controlan el mundo? dijo el mendigo, como probando y tratando de tragarse la tristeza.
-Yo, dijo la niña, agarrándose un rulito, coquetona, como para probarle que además de ser muy lista, también había aprendido español la condenada. Homeless violenta retirada, por la veredita escondida del parque. ***

Nochebuena con eggnog

Port Washington, Long Island, 24 de diciembre de 2005

No hace frío. Regresando de Port Chester, de mandar dinero a Lima, de olvidarme tres veces la misma caja de vino alguien se queja detrás mío en la cola subiendo las escaleras de Fordham «I want the Fucking Snow, this is Christmas». Navidad sin nieve y todos felices. Demasiado calor diría yo así que el abrigo está de más. Almuerzo con Francisco en Chinatown, Mamadou no ha querido despertarse. El huarique que recomendó Francisco no es bueno. Te lanzan las servilletas, te sirven tarde la comida, cortan los tallarines de la lasagna. Ni más. Compro algunos detallitos en Mulberry, un cajoncito bacán para Stephanie, incienso que nunca está de más. Me iba a comprar la espada de Kill Bill. Está por todos lados. La mejor era una de acero fintero por quince dólares. El mueble de madera también está fintero. Walter se une para contarnos sus historias en el restaurante de Chelsea, al parecer está harto pero no le disgusta. Todas las bromas que se les ocurran se las hice. No se rió, el único que se ríe es Francisco, que a veces también dice cosas que no me caben en la cabeza, que no entiendo o prefiero no entender. Se parece al primer ministro de Japón. El D desde el SOHO hasta el Bronx y luego otra vez a Penn Station con el panetón, el vino tinto y los tickets ida y vuelta a Port Washington. Camilo me ayuda a comprar el papel de regalo. El viaje a Port Washington dura un poco más de media hora. Es la última parada de la línea y el ticket vale 6 dólares. Nos recoje Stephanie en el AUDI. Es un bonito barrio, una casita bonita como las de Mamaroneck. La familia también es linda, unida. Se respira diferente en casas de este tipo. Sí es una pena que Antonio no haya podido venir, le hubiera gustado. A todos les gustó el panetón. Katie llegó tarde y se sacó los zapatos y en el camino a la estación nos contó sus viajes en auto por los Estados Unidos y sus dos veranos trabajando en un rancho en Wyoming. Después estudió historia en Yale y ahora leyes en la UVA. En las fotos Stephanie sale con sus trencitas de campesina. Nos regaló dos postales preciosas dibujadas por sus niños de Otuzco. Camilo me regaló un libro de viajes del maestro Basho, una combinación perfecta de haiku y narrativa por el poeta más importante de la literatura clásica japonesa. A Stephanie le regaló Eleanor, las viñetas de la niña muerta pero simpática que también le fascina a Katy la de las piernas bonitas de San Marcos. El auto de ella estaba lleno de zapatos y el mapa con el que viajábamos con Miki por el noroeste en Agosto. Ella hizo el mismo viaje pero por el sur. El tren de regreso iba vacío a NY. Como a las cuatro de la mañana ordenando mi cuarto y mi ropa que está todo tirado, hecho un asco. En algún libro (el de Basho) he escrito algo que tengo que colgar en este blog. Le falta vida a las celebraciones americanas. Son buenos intentos pero le falta energía y voluntad de querer con alma. Son como los abrazos que se abraza fuerte pero no se siente la electricidad. Sentí más energía en los quince minutos telefónicos desde Lima. Al tío Pancho no le gusta la idea de Ollanta Humala ganándole a Alan. Bueno, a mí tampoco.

Las luciérnagas de Washington Square, 30 de junio

Ana Diz tiene las pupilas abiertas argentinas. Recorre el estrecho pasillo de una tienda de comics. A los 60, todas las tapas de los libros le resultan novedosas, emocionantes. Se pide Sandman, Sin City y Watchmen. Es decir, quiere conocer de una sola vez cual es el barullo en torno a estos tres revolucionarios del género.
Luego de pedir una botella de vino en la cascada de la calle Bleeker, Ana se sienta a ver pasar las luciérnagas. Está viva, abre las pupilas inmensas y comenta que «si no tienes que ir no vayas ché». Luego habla del Cuarteto de Alejandria y Under the Volcano, la novela trascendental de la narrativa inglesa de este siglo. Camilo cree ver influencias en la obra de Ana y el Cuarteto. Ella nos dice que la experiencia de su lectura la ha transformado. Entra Rulfo, el Pedro, que la ha cambiado igual. Las luciérnagas solo han de vivir un día. Los postes de Washington Square los han cubierto con lámparas de papel chino. El Village tiene un rostro distinto. Anoche paseaba por aqui con Elisa y se prendía un porrito. No hay ley en Washington Square, que lo diga Pat Pot, la pintora. Así que Ana ha ofrecido un texto para The NYST. Sobre Sandman tal vez, y sus primeros poemas en inglés sobre los ruidos para el siguiente NYSt. Ana tiene 60 pero ofrece presentarnos el bar más viejo de NY. En McSorleys ella lee NYST. Sugiere renovar, dejar la formalidad, hacer algo chico y más lindo. Diagramar de nuevo.
Se va en un taxi a su casa en el Upper East Side. Me imagino que hojeando los comics y recordando el delicioso plato de la cascada.

Triplete de domingo, 24 de abril

claudiacardinale
Claudia Cardinale

 

Qué bello nombre que tiene Claudia Cardinale. Le cedo con gusto la estación y el pueblo y el agua, pero no a las criaturas que tiemblan porque el asesino Fonda-Frank, quiere hacerle un trabajo mal hecho a Morton, el tipo de los ferrocarriles, que Lafayette aniquila pero muere por ello al borde del escape. «Vete, ¡No quiero que me mires morir, Armónica!» Henry Fonda adivina el momento cuando le hunden en la boca el aparato y expira con la ultima nota, rcordando los intensos ojos verdes de ese chiquillo que puso a los pies de su hermano ahorcado. Claudia Cardinale, llega para desnudarla, pero el único que la ama es el pelirrojo de Irlanda, aunque Frank descubre su secreto y sólo él la consigue poseer, su regalo antes de morir? Charles Bronson en su mejor papel y esa nota falsa de la armónica, llamando a los lobos, disparando al rifle que asoma por el cartel que asoma sobre la avenida de este pueblo armado en Cinecitta, o en estas tierras de los indios apaches, donde Leone en 1968 jugaba a los vaqueros, con tan buena suerte que consigue escribir una epopeya (¡La cinturita de la Cardinale!)

Ali: Angst, que come el alma. Es una historia de amor, con sus acortonados personajes llenos de hipocresía, no va a funcionar pero qué importa, baile la canción del gitano abuela de Marruecos y abrácelo a su extranjero que ha venido a trabajar sin entenderse demasiado bien, pues solo necesita el cous-cous para ser feliz. Eso y ella, la abuela, que lo mira desnudo en la ducha y le halaga la belleza y la fuerza y sirve de envidia con las colegas de la limpieza. Ali es como un robot en busca de la felicidad, sufre de estrés, eso sí, pues da mucho estrés ser el negro en esta sociedad de blancos, claro que Ali no es negro, pero lo suficiente oscuro para que no le vendan la margarina Libelle, y lo odien los hijos de la viuda Kurowski, y las vecinas. Felizmente el mundo cambia aceleradamente Kurowski, y el casero, los policias, de pelo largo, entienden el drama, no les interesa tanto el color, ellos se han de mezclar con gusto, igual.
Al final Yimou, que no menciona a Rashomon y sin embargo copia descaradamente, o al menos inventa, sin embargo se le perdona porque la forma de realizar la historia es preciosa, detallista, enorme en todos sus papeles, Jet Li, y las actrices chinas y la escena en el lago como espejo y la pelea mental con el sonido de las cuerdas para demostrar al final que China se sigue llamando: Our Land, gracias a este emperador que consigue unificar los siete reinos, desde Quin. Y la lluvia de flechas en la escuela de caligrafia, y la pelea entre las hojas secas.

He caminado hasta la estación de White Plains (¿50 mins?) tengo el libro de Terry Eagleton Teoría literaria. Me he empapado llegando a Brooklyn. Agradezco que la amenaza de lluvia haya permitido un sábado ligero sin muchos carros.

Miércoles 20 de abril, Fornificar y otras perlas del castellano.

Clase con Marie. El mito de Jason y los Argonautas. Me he perdido entre tanto nombre griego, supongo que normal si reviso luego. Hemos quedado a las 7:30 en el Graduate Center. Ella maneja, conmigo y Antonio, hasta Manhattan.

Empiezo a diagramar el Bronx Journal. En realidad a cambiar el formato de las fotos. El color. En mi despacho he estado leyendo el Crumb Handbook que me compré el lunes en Barnes and Noble. Notable, se me han ocurrido algunas ideas acerca de Crumb. Al menos el estilo, empiezo a darle vueltas a la idea.

Llegamos al Medio Rey, el pubcito en la 23rd y la 10 Ave. pero lleno, con algun evento. Terminamos tomando una cerveza y comiendo un sandwich en Chelsea Piers. Marie quiere invitarnos a celebrar la Pascua griega en su casa sobre el Hudson. Parece no tan mala idea. Converso con Antonio sobre ciertos problemas y me dice que son normales, Camilo siente sana envidia por el éxito del «pajarraco» en http://www.match.com.

Dice que le han ligado varias tipas. Marie nos habla de sus cincuenta relaciones y de la pareja que fornifica abajo de su apartamento y que mueve hasta los cimientos del edificio. Tras el aperitivo se impone una cena de verdad, en el italiano donde trabaja la mesera, ex novia de Julio. Pero no es su turno, y le toca al indio con tragos de más, que bota el agua y sonríe demasiado. El fettucini a lo Alfredo estaba genial. A media cena me manda un mensaje Elisa para ir a su casa. Voy y le devuelvo Winter Light, que es del chileno. Es tarde pero nos tomamos unas cervezas en el barcito de la esquina de Broadway y cerramos la barra con Kerry, bar tender lesbiana de Michigan. Llego como a las 3 a mi depa. No me voy a levantar temprano.

Rima del viejo marinero, 19 de abril

En la clase de Carling canta su historia el viejo marinero de Coleridge, que vemos junto a las ilustraciones de Dore en el libro que se pasea de carpeta en carpeta.

Coleridge, estaba bien metido en el hachis y sin embargo a mediana edad, volvio para regalarle a Inglaterra una serie de poemas memorables. He estado todo el dia preparando mi clase sobre comics europeos y latinoamericanos. De Mafalda a Moebius. La clase me ha gustado, pero ha quedado corta y el aburrimiento de los estudiantes, a los que les suena a chino Mafalda, Asterix y Herge, me parece muy patético.

Tuve un problema con la tiza, creo que de tanto respirar la pizarra, me ha empezado un feo dolor de cabeza. Patricio me lleva a las instalaciones de teatro y comenta los progresos hechos desde que asume a su cargo ese departamento. El cuento que me ha pedido para el Bronx Journal: Presencias, parece que le gusta y le va a dar dos páginas.

Anoche le ha hecho algunas correcciones Camilo, tiene algunos extractos de varias cosas que he leido.

18 de abril, descanso

No he ido a trabajar a Lehman porque el cuerpo no me daba. Es lo que siento regularmente los lunes durante el verano, cuando trabajo de viernes a domingo. Un poco de flojera ademas. Pensaba preparar la clase pero no he podido. Quedamos en ir a ver un evento con Elisa, pero he llamado a Ale y me ha invitado a un evento del Festival de La Habana en NYU, conversa Walter Salles, sobre Diarios de Motocicleta y Estación Central Brasil. Los bocaditos están buenos, Ale siente un estrés horrible por la auditoría. Quiere entrevistarlo a Salles pero él escapa en su taxi a una cena importante.

Camilo me ha llamado para ver Los siete pilares de la sabiduría, que ha conseguido de ganga en una tienda de libros usados. 50 cocos por la edicion original de 1935. Sólo se imprimieron 10 ejemplares en EEUU para asegurar los derechos de autor.

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