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The New York Street

Un blog lleno de historias

mes

noviembre 2008

In the mood for love, 28 de noviembre

Una película antigua en el Cinematógrafo, esperando que empiece, sentados sobre las sillas incómodas de la diminuta sala, y luego conviviendo en la oscuridad con el traqueteo del proyector.

Otra noche, saltando entre sesenta granujas, matando tiempo en un intrascendente concierto de rock argentino en el patio de Los Diablos Rojos.
Bajamos por el parque, por las enredaderas hacia el barcito bohemio a mitad de las escaleras, antes de seguir hacia el puente para caminar hacia el Mirador.

–Nunca he venido por aquí

En la plaza central, sentado sobre el frío metal de la camioneta, ella apoyándose sobre mí. Las conversaciones sobre su padre nunca eran fáciles, tampoco ha sido fácil olvidar la sensación de la piel de mis manos sobre su rostro. Ni el calor de aquél abrazo informal.

Buscando estacionamiento frente a la iglesia y la señora de las boletas de la municipalidad persiguiéndonos para cobrarnos.
–¿Cerraste la puerta? Ella dice que sí. Regreso para confirmar que los pestillos están abiertos.

Avanzar entre las mesas de madera, humo, olor a cerveza, la madera vieja del piso. La música de una banda que presenta su primer video. Y la sonrisa otra vez, de ella, que no sabe–ni yo sé–por qué nos está pasando.Errores.

La chica de la barra es conocida. Se llena nuestra mesa, sirven más jarras, tenemos que salir a comprar cigarrillos sueltos. Carteles a medio arrancar de conciertos pasados de Mar de Copas.

-¿Quieres irte conmigo? Te puedes quedar a dormir y te vas a tu casa mañana.

Atrás de todos en el Sargento y la rubia que nos da la espalda es una actriz famosa. Hazle la conversación. ¡Cómo le han aparecido las arrugas a la chiquilla que se escapó alguna noche de los 80’s a vivir con su profesor.

-Adiós amor
-Adiós.

En el último asiento del colectivo y besándola frente a la Luna. Por la veredita hacia su casa. Escuchándola rasgar la guitarra y cantarme:

-Eternamente, tu mano.

Ambición

Una sábana roja y una sábana blanca. Ojeras al levantarse. El enjuage bucal. Las bragas, la blusa rosada, el lino de los pantalones ajustados. Llueve ¿Cuántas veces ha visto llover en esta ciudad? Nunca. Así que no debe estar lloviendo, debe ser un lapsus del clima,una anormalidad de aquellas que sólo suceden en Lima.

Calienta el café. Sentada en la cocina trata de recordar la noche, su respiración entrecortada, la suya, sus besos, los suyos. Hay que ver las maravillas y las pesadillas que provocan dos jarras de cerveza. Y sin embargo, se había tragado conscientemente todas sus mentiras, había sonreído con cada estafa, después de cada piropo subido de tono. Había deseado, lógico, desde que lo había visto sentado en la mesa después del concierto, había deseado acercársele y mientras hablaban había empezado a imaginar la historia de su romance. Breve, pero intenso. El mejor director de televisión que había pisado el suelo patrio, la mejor productora que había parido esta tierra. Dos seres con ambición por primera vez juntos en la cama. Tenía que ser una experiencia con la combinación más letal de dos torrentes de adrenalina.

Sus amigas habían desaparecido entre sonrisas y besos, no le habían tomado ninguna seriedad a su pedido de que se quedaran. Los dejaron solos en el centro de la noche. Las callecitas empedradas del bulevard, las gradas resbalosas y la madera enmohecida del puente. Un calor cargado de voces que les llegaba desde los puestos de picarones y el ruido del mar. Hay tres maneras de enfrentarse a los problemas, las tres son saladas: las lágrimas, el sudor y el mar. Y se vio a si misma, debajo de la lamparita de noche en la madrugada, subrayando el párrafo de Dinesen, mientras miraba el océano y se daba cuenta de que dependía de su voluntad y de su ambición, el dejar de llorar.

–Tengo que irme, dijo el galán, el estafador, el chanta, el miserable. Apenas si se había calentado. Apenas si entraba en forma, preparada para la segunda, la tercera, la cuarta ronda. Y el mejor director de televisón le editaba la faena con brusquedad. Buscó y encontró, el anillo dorado que no había tenido ni siquiera la decencia de sacarse. Que ella tampoco había querido ver a la luz de la cruz de Chorrillos que le hacía recordar un matrimonio formal y emparentado de flores, toldo árabe en jardín interminable, un verano en Europa con promesas eternas y la madera del cajón y la bóveda del mausoleo donde el cuerpo de su amado se habría descompuesto con rapidez. Han pasado tres años. Ya está el café.

Estaba lloviendo. Eso si era novedad. Nunca, nunca había visto llover en Lima. Grabación a las once. Se colgó del hombro su mejor cartera, no se olvidó el celular. De la mesita al lado de la puerta del apartamento, recogió sus mejores lentes oscuros. Tenía que abrir otra vez la puerta, salir a la calle, manejar hasta el canal. Pensó: tengo que viajar.

Caden Cotard

Cervantes, le quitas algunas letras y se convierte en Crane. Fácil. Trivias, todo está lleno de trivias.

Hago foco y veo perfectamente la llegada al valle de Acaville.

Observas a los pasajeros silenciosos del tren subterráneo. Las capuchas comienzan a pertenecer al paisaje, cada vez más. El cabello mojado y el frío. Las manos las percibes más rugosas y dañadas. El clima destroza los labios.

Tantas maneras de percibir las imágenes, distintos tamaños de pantalla. Las letras como una partida de Scrabble: S-Y-N-E-C-D-O-C-H-E. Cada quien lo pronuncia como le da la gana.

Otra vez volvemos a la angustia creativa. Esa que te agarra ni bien abres los ojos. ¿Para qué? ¿Qué necesidad tenemos de ser honestos? ¿Con nosotros mismos? ¿Trascender? La misma pregunta de Dominic Matei. Y Borges como una sombra. ¿Estamos aquí?¿Para qué? Carpe Diem.

Un juego, entendamos la vida como un juego. Entonces todo empieza a cobrar cierto sentido. Incluso si perdemos. Alguien tiene que ganar y alguien tiene que ser derrotado. Tal vez no nos hemos preocupado por leer el manual de juego. Hay algunos que se lo saben de memoria. Lo han releído no sé cuantas veces. Otros juegan por instinto. Dejan todo al azar, me cuento entre ellos. Hay quienes no quisieran jugar. También allí he figurado yo, tantas veces.

Sin embargo el no querer jugar no significa que dejes de ser otra pieza del gran juego y que en algún momento tengas que decidir moverte, hacerte a un lado o tumbar al rey.

For Dominic Matei


Tengo 36. Morir a los 72. Usar la mitad de mi vida en aplicar lo que he aprendido en la primera mitad. Rendir cuentas, buscar trascender. Evitar la reencarnación anticipada. Sí pues, he vivido antes. Mis órganos han sido despojados de energía (los originales, digo) y estos nuevos han sido recargados. Flota la energía, carga otra vez. La ciencia.No creo en la ciencia. Ha sido tantas veces rebautizada y convertida en mascota de los deseos ocultos de sus protectores. Creo en la vida total, en la alegría de la energía, en el amor.
Claro, podrá resultar un poco ridículo. Pero a esta edad, la ridiculez me importa un pito.
No sé cuantas veces he regresado a las mismas imágenes. Es una azotea y un océano cuyas olas inundan el pueblo y el sol dándole su color naranja.He visto girar la cerradura sin que nadie la gire. He soñado sin soñar. He visto sueños de otros. Tantas cosas ocurren sin que se puedan anticipar, pero ya estoy volviendo a lo mismo. Trataré de no robarle más ideas a nadie. Menos a mí mismo.
La cobardía ha guiado mis actos. Sospecho que mi vida hubiese sido más valiosa si no me hubiese faltado precisamente eso: valor.
Ahora es fácil mirar hacia la espalda, pero no quiero mirar después de este cruce de caminos. Es mi propósito empezar de nuevo y en realidad empezar todo otra vez. Repetir sin repetir. Porque…¿qué cosa es sino la vida eterna? ¿Un juego?¿Una broma?
Temo que si me arrepiento ahora no ha de volver el sueño, no ha de regresar lo que pretendo decir.
Quiero decir: estoy sujeto a cierto destino ¿cierto?
Y ese destino implica que asuma mi posición y siga viviendo. Siga viviendo de acuerdo a ciertos determinados parámetros. En este caso el libre albedrío es una ilusión. Y vivimos de la ilusión. Qué nos queda.
Tengo 36 y 36 años por delante. Muchas cosas que decirme y escribir, muchos caminos.

20 de noviembre, la calle Singapur

Era una calle con un cartelito verde: Singapur Street. En realidad eran unas escaleras que conectaban a la paralela con el parque donde María José estaba filmando. Tenía una cámara un poco pasada de moda. Me recibieron como se hace con los viejos amigos, con buenos abrazos.
Me he olvidado de hablarle esta mañana a las piedras. Me he encontrado con la página 204. He terminado unos logos de Guevara que me han tomado siglos, pero creo que han quedado bien.

19 de noviembre, Invierno y nieve


Regresando de estacionar el auto en la callecita al lado de la estación de tren, me ha dado por pensar si mi vida no es demasiado apacible. ¿Le falta drama? Tal vez. Supongo que ésa es una de las ventajas de la buena vida marital.

Porque no todos los matrimonios deben estar excentos de drama, como lo puede comprobar cualquiera que haya leido la reciente biografía autorizada de V.S. Naipaul. Misógino, abusivo y racista. La periodista que le hace la reseña hoy en el New York Times dice que en las partes donde Naipaul abusa de su primera esposa se le hacía un nudo, de la rabia.
Ayer, regresando de la universidad, me detuve a hacer algunas compras y me cayeron dos copos de nieve al bajar del carro. Me quedé mirando si seguían cayendo pero allí se detuvo todo. Dos copos de nieve. El inicio oficial del infierno.
Es cierto que he estado leyendo desordenadamente. También he estado trabajando desordenadamente. Y relacionándome con cierto desorden. Pero entre las teclas y la pantalla llegó la voz de Rachele desde Italia y se cambió su estado de ánimo a «contentissimo». Es una genia en literatura inglesa, quién lo diría. El español ni lo mastica y nuestro intento de entablar una charla en italiano se fue al diablo cuando después de un minuto de conversación me percaté que su italiano sonaba precioso pero no le entendía nada. Otra maravilla fue ver la barriga de Rossella en la computadora, en su casita de brujas en Bruselas y enseñándome la cama del camarote donde algún día nos vamos a quedar. Si es que animamos a Frances a seguirnos a Europa. El viaje ya está todo planeado, las casas han sido marcadas con tinta china en el mapa: Londres, Dublin, Belgrado, Praga, Berlin, para comenzar.
Sandra dice que estoy enfermo por estar hasta tan tarde en la oficina. Pero algunas cosas quedaron hechas. Sobre todo dos páginas del periódico que me dieron trabajo. Hubo que trabajar las fotos, en fin.
De Training Day quiero recordar el modo como el director hace que el detalle de la billetera de la niña no se sepa hasta el final. No es un truco excepcional, muy usado, pero sigue funcionando.
De The Devil Wears Prada, los ojos de la protagonista, que a pesar de sus transformaciones seguían diciendo que ella era la misma. Creo que es difícil encontrar por la calle ese tipo de ojos. Ya no se ven.
Algún tiempo atrás leí que la autora estaba sufriendo para escribir sus libros. Al parecer ya publicó otro que nadie lee. Debe ser difícil hacerse rica con el primer libro.

Libros, libros.

¿La mejor callecita de la semana? Esa cubierta de hojas amarillas, bajo el puente entre los árboles hacia la casa de Héctor y Jaimee.

¿El mejor café? El del lunes. Por la mañana, a las 11, a esa hora en que el cerebro respira aire fresco y no piensa en otra cosa que en la disponibilidad de la vida.
Disponible para todo. Presente.

¿El mejor discurso? Sigue siendo ese que he escuchado en vivo, sobre mi cama con vista al puente sobre el río Harlem, desde Chicago.

¿Las mejores líneas? Aquellas en que la sangre empieza a chorrear desde la cabeza de El Tigre. El lunes.

Y la mejor película ha sido la de Peckinpah: Major Dundee. Porque ya no se hace cine como se hacía antes. Cuando no había que decir un solo fuck (Fornication Under the Consenting of the King) para mandar a la tropa a reirse o a cruzar el rio y a bailar rancheras bajo el sol de la frontera.

Sí se puede.


Cambio. Esperanza. Sí se puede.

Desde una plaza de Chicago el presidente elegido Barack Obama ha dado un mensaje extremadamente feliz, conciliador, de aquellos que borran heridas y abren puertas.

El senador McCain también ha abierto sus brazos al vencedor, ha reconocido con humildad sus culpas y ha dado a entender su alegría por la victoria de su rival.

Este no es el Estados Unidos que hemos visto los últimos 8 años de George Bush. Este es otro pais ¿Dónde están los conteos a medianoche, los gritos de fraude, los insultos y la cobardía? Tal vez se han escondido los cobardes ¿Han huido? ¿Aguardan al acecho?

Barack Obama es la esperanza de un pais que se ha preciado de ser durante gran parte de su historia, la esperanza del mundo. La tierra de la libertad, cuna de la democracia, patria de oportunidades. Parece que con Obama vuelve ese país.

Como decía Winston Churchill: «Podemos confiar en los estadounidenses, porque después de hacerlo todo mal, hacen lo que deben de hacer».

Bush hizo todo mal. Extremadamente mal. Es una tragedia tanto tiempo perdido, tanto barbarismo invertido en derrumbar la confianza, la credibilidad y el liderazgo de los Estados Unidos.

No sabemos lo que pueda hacer Obama. Si la sola fe y la oratoria feliz pueda transformarse en cambio y en esperanza. Pero cuando habla a sus conciudadanos, Obama toca todas las cuerdas correctas.

Si se puede. Es hora de trabajar y sacar adelante a una nación de la cual el mundo espera mucho más. Un lugar al que millones de personas observan con esperanza, asombrados por las posibilidades de la fuerza de las ideas, el individualismo y el buen uso del capital.

Acá no ha pasado nada. Sólo se ha cambiado de líder, sólo se ha transformado la voz, sólo ha cambiado el mensaje. En vez de revancha se menciona conciliación. En vez de problemas se habla de desafíos, en vez de victorias se habla de humildad. No ha cambiado nada y ha cambiado todo. Que el futuro le sea propicio a Barack Obama.

Falta un dia para deshacernos del tarado de Bush


Guerra en Irak. No necesitamos a las Naciones Unidas. Los franceses son abominables, nos detestan, que falta de respeto caramba, luego de todo lo que hemos hecho por ellos, vamos a cambiarle el nombre a las french fries. Y los alemanes otros cacasenos inconsistentes. Acaso no se dan cuenta de que Hussein es el nuevo Hitler. Vamos a tomar por asalto el Medio Oriente, desde Bagdad vamos a implementar la democracia en el mundo y probarles que nunca debieron haberse metido con las Torres Gemelas y con el Pentagono. ¿Cómo? Quien te dijo que no estuvieron detrás de los atentados. No seas antipatriota. Ponte tu banderita, tu pin, canta el himno de los Estados Unidos, sino te deportamos. Hay que bendecir la bandera, la escarapela, todos somos heroes, especialmente los bomberos que corrieron descontrolados a meterse entre el fuego sin sospechar que se iba a caer la torre. Asi que si no nos crees mira las pruebas. Saddam ha decidido procesar uranio en Niger, tenemos la aprobación más alta y al plomero de Ohio de nuestro lado. Estoy seguro de que el verdadero americano no va a dudar en entregarnos a sus hijitos y a sus hijitas para intentar tomar Bagdad. Es peligroso, claro, Saddam tiene un huevo de gas mostaza y nos los va a tirar cuando estemos por entrar a la capital. Va a ser una guerra muy complicada pero la gente va a salir a recibirnos con flores. ¿Cual huracán? ¿Hay que ir a arreglar lo que ha dejado el huracán? Esos pacifistas no tienen un centavo de patriotismo y si hay problemas sal y gasta por favor, te lo vamos a agradecer. Tu deja la politica internacional de los Estados Unidos en nuestras manos. Buenas manos, somos gente de confianza. Danos mas plata para gastar en Irak, gira un cheque, vas a ver que no importa nada al final. La deuda no interesa, el mercado se arregla solito. Somos los Estados Unidos, no vamos a torturar a nadie, no vamos a escuchar las conversaciones de nadie, no vamos a abusar de nuestro poder, no vamos a ser tan tarados como para meternos (otra vez) en una guerra sin un buen plan.

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