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The New York Street

Un blog lleno de historias

mes

enero 2008

Un poema de Santiago del Prado

Buscando información en la red sobre el autor de Camino de Ximena, encontré este poema publicado en Hueso Húmero. Forma parte de su exquisita antología de los Trece mejores poemas peruanos del siglo XX

TELURICA
Y ESPERPÉNTICA / César Añejo

¡Cibernética francamente peruanaza
la del perro calato!
¡Suelo de tesis, antítesis y síntesis!
¡Surcos con cacumen; verbigracia,
el monolito y su séquito!
¡Yucales, cebadales, alfalfares, provecho!

¡Choclos y pleistocénicos, de natividades inversas,
los oigo por las ojotas cómo se marchan,
los huelo retornar cuando a los campos
los mea esa uretra de los cielos!
¡Neutrón erúctil! ¡Electrón ventoso!

¡Oh campos humanos!
¡Vitamínica ausencia de la mar,
…y resentimiento pelágico de todo!

¡Oh huayco mandarín de cordillera!

¡Pericotes que tiran con ceño patibulario
en torno!
¡Oh burros compatriotas de mi corazón!
¡Cuyes fritos con rocoto para el bravo desayuno!
(¿Cóndores? ¡Que se los metan al culo!)

¡Entenado del chinche,
criatura a la que yo le tengo
un enorme respeto!

¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo!

¡¡Perú profundo!!

¡¡¡Perú campeón del mundo!!!

( En Hueso Húmero No. 35)

Camino de Ximena de Santiago Del Prado


Horacio, siguiendo la filosofía de Epicuro, nos dejó su carpe diem, quam minimum credula postero.

La guerra, antes de Atenas y Esparta, ya era una herramienta al servicio de grandes ideas políticas. Definir las causas y no limitarse a mencionar el pretexto (Atenas rompe la alianza al ayudar a un pueblo del Peloponeso contra otro) fue el mayor aporte de Tucídides a las ciencias de la historia.

Tucidides utiliza a La Iliada y a La Odisea como soportes históricos. «El recuento de las naves» es una de sus fuentes para llegar a conclusiones sobre las denominaciones de origen de los griegos y el comportamiento de las diferentes tribus que conformaban el imperio griego. Barbaros, es el nombre que se les da a los que no hablan el idioma de los dioses. Usan otras lenguas extrañas que suenan asi: Bar, bar,bar…Tucídides, primer historiador moderno, dejó de mencionar a los dioses como responsables de lo que sucede en este lado del infierno.

Santiago Del Prado escribe una de las novelas peruanas más interesantes de principios del siglo XXI: Camino de Ximena. Es difícil de encasillarla como a otras novelas de autores peruanos (Abelardo Oquendo la coloca junto a La Casa de Cartón) El autor menciona 84 Charing Cross Road, filme que rapidamente entra hoy a mi lista de Netflix. Me entretuve mucho con las mini biografías de los fósforos, también con las escenas entre los superagentes secretos y el agente Del Prado. Cuando uno empieza a cansarse de los diminutivos empalagosos, generalmente aparece alguna idea brillante que te vuelve a atrapar. El final redondea muy bien la historia que carga con dos perfectos personajes principales: el marciano que escribe las cartas y la «cerebrito» y escurridiza Ximena.

Sacado del diario de Mircea Eliade: 19 de marzo, 1960


Qué paradoja. Los griegos, quienes, como acabo de decir, amaban la vida, la existencia de la carne, la forma perfecta, tenían como ideal de supervivencia la supervivencia del intelecto puro (mente, nous). Los cristianos, que son ascetas y aparentemente desprecian el cuerpo, insisten en la necesidad de la resurrección de la carne y no pueden concebir el bendito paraíso sin la unión del cuerpo y el alma.

Mircea Eliade. No Souvenirs: Journal, 1957-1969. Harper and Row, New York 1977.

Invierno

Las hojas heladas
Son tus labios cerrados
Las ramas secas y tiesas
Son tus lágrimas.

La nieve dura, resbalosa, dañada
Son la distancia que tú marcas

El viento helado, agrio
Es el recuerdo
Las horas silenciosas
Son las ganas de olvidar

Invierno: aquí estas.
No te estaba esperando, pero bienvenido.

Bronx, 2005

Recuperado esta noche, de un viejo cuaderno.

La segadora de nabos (Seamus Heaney)

Para Hughie O’Donoghue

En tiempos de manos callosas
y hierro forjado,

la moledora de carne,
el pozo de agua de doble rueda,

hunde sus talones entre las bañeras
de madera y los bebederos

más ardiente que el calor de su cuerpo
en el verano, frío en el invierno

como invernal armadura,
apechado tonel protector de pecho

atento y en guardia
sobre cuatro tacos broncíneos.

«Así ve Dios la vida»,
dijo, «desde el brote hasta la segadora»

Mientras la manivela giraba
y las cabezas de los nabos eran dejadas caer y alimentar

las jugosas cuchillas interiores,
«Este es el ciclo del nabo»,

mientras arrojaba su desorden crudo y en rodajas
cubo brillante tras cubo brillante

Poema The Turnip-Snedder
del libro District and Circle (FSG, New York, 2007)por Seamus Heaney.
Traducido por U.G. el
23 de enero 2007

Todo menos morir

Triscando el cielo aparecen los signos de Atenea
Tucídides nos previno de las historiadores mediocres
De la poca seriedad de las fuentes orales
De las páginas amarillas.

Hay una camada nueva de apariciones
En esta madrugada del año del renacimiento
Parece que ya no importa el dinero
Que las empresas se corrompen de ecología y de apoyo
Que convencen al vecino de que menos es más
Y los rayos del sol alumbran mejor que los adoquines
Negros de las compañías chinas.

Hablo, por supuesto,
De la nueva esencia del pensamiento filantrópico
Y de las faldas de las calles de Manhattan
Pues si es cierto que otros poetas
Nos corrompían con sus vanos efluvios de tomillo
Y sus pecados que nunca llegaban a cometerse
Ahora hay que tapar para ver mejor
Todo sale a la luz y nos ciega

Hagamos de estos signos esperanzas
Y escuchemos nuestro pedazo de la profecía, de la verdad incómoda
¡Arrastrémonos, antes que acomodarnos a la mentira
Del progreso y del mundo circular!

En cada camarada de la industria, las tinieblas
En cada corazón incorruptible de verdad asoma la esperanza
Como en esos videos
¡Tantas notas correctas en la red, tantas cabezas progresistas!

Quisiera creer que avanzamos
Que nos hemos aburrido de las mentiras
Y que peleamos todos juntos
Contra el desamparo de las guerras ignorantes
Y la miseria de los argumentos tibios pero poderosos

Corazón de Tierra, aburidos pero no vencidos
Todo Adán, menos morir.

Insula Barataria

Desde la ínsula Barataria hasta el infinito
acordonado en el camino maduro de las estrellas
apaciguado con las veinte camisas de fuerza y el
rezago de anoche con Zagreus

«El mundo es una papa en un costal» caballeros maduros
declaro esta mañana en que escribo estos huesos
y pongo mis dedos más gordos que nunca sobre
tu portafolio apolillado

Ay, como quisieras Pound haberte venido a vivir en esta
colina
Como quisieras habernos dedicado uno solo
de estos Cantares que escribo, en la tarde del 2008.

El viaje en ferry

Era la primera vez que ella se subía a un ferry. Cuando las plataformas del muelle descendieron para recibir a los pasajeros, el mecanismo hizo un ruido escandaloso.

-Lo malo es que después de haber visto Nueva York, cualquier otra ciudad del mundo te va a parecer pequeña.

No creo que viajar en ferry y atracar en otra ciudad del mundo provoque la misma sensación de insignificancia. Pero puedo equivocarme.

Naoko también venía por primera vez. Ella tenía sus ojitos casi cerrados en una sonrisa. Me hubiera gustado saber lo que estaba pensando.

Además, el viaje es gratis. Difícil tener una mejor vista de la ciudad por ese precio. (La segunda mejor vista es desde el mirador de Brooklyn Heights, cruzando el puente.)

La estatua es el principal atractivo. Si bien te acostumbras a su tamaño, no puedes olvidar la imagen gigantesca que tenías de ella antes de conocerla. Ella es sólo un elemento más en el paisaje. Es más impresionante la vista de la ciudad. Pero claro, la estatua siempre se roba todos los flashes.

Jorge se pasó la bufanda sobre la boca. Su desgarbada figura parecía la de Ribeyro después de las cinco mil cajetillas. Pero él no fumaba. En su foto parecen perseguirlo las gaviotas, que vuelan casi a ras del agua.

Hay otras fotos. Me gustaría saber en qué estarán pensando cada uno de ellos cuando posan con la estatua a la espalda ¿Con qué imagen de ella se estarán comparando? ¿A quién pensarán enseñársela? ¿Dónde terminarán esos retratos, en qué album, en qué cajón de recuerdos?

Yo tengo varias ¿Cuándo vine por primera vez? Creo que el 2001. Y seguramente que desde entonces he hecho el viaje del ferry al menos una vez cada año. Es obligación indispensable para con los amigos. Sobre todo porque es más difícil convencerlos de cruzar el puente de Brooklyn caminando.

Cierta tarde caminaba sobre las callecitas del bajo Manhattan buscando una dirección. El viento era terrible y yo iba en sentido contrario, maldiciéndolo. Las aguas de la bahía se agitaban desesperadas, formando pequeñas olas. Esa fue la misma tarde de la desgracia, aquella en la cual el capitán del ferry se quedó dormido, la proa se llevó de encuentro una de las esquinas del muelle y murieron unos cuantos pasajeros, comprimidos entre el bote y el cemento. Como cucarachas.

A mis amigos nunca les cuento nada de eso. No quiero arruinarles el viaje. No quiero malograrles la experiencia diciéndoles que ahora el viaje en ferry es más seguro pero que antes había más libertad para moverse por la cubierta, para ver la estatua y los edificios desde distintas posiciones.

No se los digo porque me gusta verlos observando Nueva York con una deliciosa mirada de satisfacción. Me imagino que se sienten maravillados de pertenecer al grupo de quienes han visto la puesta de sol sobre los vidrios de aquellos rascacielos, y descubierto el verde reflejo de la estatua de la libertad.

Tantos libros (So many books)

Cosas que recuerdo de Strand (18 miles of books):
1.Encontrar una primera edición de un libro de Richard Burton (y comprármelo a precio huevo)
2.Hallar la edición de Anábasis, la segunda traducción de T.S. Eliot
3.Leer las notas al Génesis de la edición original de la Biblia de Jerusalem y las menciones a los cíclopes.
4.Los libros de la Historia de la religión, El mito del eterno retorno y los diarios personales de Eliade
5.Todos los ensayos de Ezra Pound
6.The Western Canon de Harold Bloom
7.La biografía de Oscar Wilde
8.Buscar libros de drama griego y encontrar una edición traducida de los Comentarios Reales
9.Los versos de Yates
10.Los dramas de Shakespeare
11.La colección de la Everyman Library
12.Los ensayos de Montaigne en tapa dura
13.Los libros Taschen a 10 dólares (Fotografía siglo XX, Iconos del siglo xx, Forbidden Erotica)
14.Las mujeres entre los libros
15.Sobre las escaleras buscando entre los libros pegados al techo
16.Las miradas
17.Los laberintos del sótano
18.Las horas.
19.Un libro sobre la historia del blues por Robert Crumb
20.Los ensayos de E.B. White, recomendados por Iwasaki
21. Un libro viejísimo de Joseph Conrad

He leído más en los Barnes and Noble. De aquellas librerías tengo recuerdos más placenteros (de labios, de sonrisas, de escotes, de caminatas de atardecer, entre las sillas de alguna presentación). Tengo además el autógrafo de Zadie Smith, el de James Ivory, el buen trazo de la firma de Art Spiegelman y la de Frank Miller en Sin City.

Además, he escrito cosas importantes pegado a las ventanas de Broadway. El ambiente espacioso y moderno de B & N se presta más para la lectura que los atestados pasillos, los estrechos pasadizos y el excesivo calor de los locales de Strand.

Sin embargo, me sucede algo difícil de explicar. De los Barnes and Noble recuerdo el placentero silencio de mi lectura. Entre los libros viejos de Strand, siempre me parece estar escuchando una prolongada conversación.

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