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The New York Street

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Cine

Luz de Invierno o los Comunicadores, abril 11

El día ha sido extremadamente lento a pesar de haberme levantado temprano. He ido a la escuela de danza del Bronx a tomar unas fotos para el Bronx Journal. Luego he avanzado con la clase del martes, preparando algunas fotocopias que quiero entregarles a los alumnos. Y he visto Luz de Invierno, parte de la trilogía de Bergman. El tema es Dios y la soledad del hombre que se cree perdido pues es incapaz de creer. Desamparado por que ha perdido la capacidad de la fe, o tal vez, como se dice en A través del cristal oscuro, porque el hombre se ha protegido alrededor de un circulo magico, esta muralla que lo cerca y evita que se introduzcan sensaciones ajenas. Y si el hijo se sorprende porque al final su padre le habla, en Luz de invierno, el padre deja de hablar, al menos no se dirije a este cura desamparado en su luteranismo, porque ha perdido la comunicacion con Dios. Y se repite el esquema del hijo, que cree que todos en el mundo andan en cajas separadas, como los que se acercan a comulgar que al parecer pertencen a una comunidad pero en la realidad siguen aislados uno del otro.
Me he preparado un pan pita fabuloso con atún, pavo y manzanitas de postre.

10 de abril: Mirando por el cristal oscuro

A través del cristal oscuro de Ingmar Bergman
A través del cristal oscuro de Ingmar Bergman

Bergman dijo haber producido una trilogía, pero antes de morir se retracta y la niega.

Esta fue la primera parte, en esta isla desierta, entre estas maderas podridas del barco donde se produce el hecho incestuso. Y la necesidad de Karin por ser amada, por que vean a Dios como ella lo ve, tal vez convertido en un insecto, enhebrando su tela entre sus patas peludas, bajando del cielo para llevarla al hospital, con esta esquizofrenia espantosa. Y el hijo, asombrado que el padre le hable, que le dirija la palabra, tal vez el mismo asombro al buscar respuestas de Dios y obtenerlas.
He devuelto el disco y Elisa me ha pedido una cerveza para escapar de la tensa espera, tomamos una negra belga entre las voces del flamenco y en esta esquina fabulosa, escondida de Broadway. Otra vez me narra los detalles, otra vez vuelvo nocturno, madrugador, sobre la senda de Atlantic Avenue y Washington, bajo el espectro del edificio de los Brother Moving.

La mano desde los cielos, 9 de abril

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La Bestia sale de su calabozo en el fondo de un centro militar, se encarga de liberarlo el perdedor que sabe abrir puertas con ganchitos, y al liberarlo, este estira su sandalia y demuestra que con el poder de su pie puede reventar un edificio. Para esto ya se han muerto muchos maestros en la ciudad del cerdo, para esto ya han salido a la luz los amantes-caseros, asustados por los destrozos que hacen los destructivos bardos de la lira con sus monstruos musicales. No han oido el rugido de la fiera, que los puede dejar en calzoncillos.

Entre tanto el perdedor, trata de ganarse la vida e ingresar a la pandilla de las hachas. Cada vez que ha sido destruido se ha rehabilitado, y al final del filme hemos de enterarnos. La mariposa monarca que sobresale al principio, sobre los titulos no es gratuita. Se abre el fardo, la metaforfosis empieza y de ese baile desquiciado de las hachas, del asesinato en serie, de la matanza de la ciudad de los cerdos, pasamos al sublime momento de la guerra desde el cielo, convertido en flama, ataca con la palma de su mano como un santo. De nada le puede servir transformarse en sapo, Ovidio no tiene preferencias en este momento, Buda le ha sonreido en las alturas y ha permitido que sus pies se posen sobre un aguila, cual signo del Olimpo y su palma ha descendido inmortal para acabar con la Bestia. Dos veces. Arrodillado, esta lo convierte en maestro, mientras los caseros entablillados miran tras las rendijas de su apartamento. Las argollas de metal no han servido, las lanzas ni la voz fenomenal han detenido a la Bestia, pero la palma poderosa, simbolizando a una raza, a una voluntad, la de la paleta de la muchacha muda, agradecida, acuclillada entre la pandilla del abuso, es fuerte.

Amor, como dos criaturas, regresan al paraiso perdido, se emparejan en el arte de la vida, en Kung Fu Hustle.

En el pueblo de Parras en 1968, 9 de abril

The Wild Bunch
Una de las escenas más famosas de la historia del cine, improvisada por los actores de Peckinpah: The Wild Bunch

 

En el pueblo de Parras, en la frontera mexicana con los Estados Unidos, Sam Peckinpah empieza a filmar La Pandilla Salvaje, con un grupo de actores de primer nivel entre los que destaca William Holden, Ernest Borgnine y el Indio Emilio Fernández.

Es luego de conversar con Don Emilio y escuchar sus reacciones ante las primeras escenas, que Peckinpah escucha la brillante secuencia de los escorpiones devorados por las hormigas de labios del actor mexicano. Algo como eso ha de ser el final de la pandilla, estos bandidos cuya única ley es la supervivencia para el robo. Que sin embargo luego matan por el honor de un amigo y mueren entre el estruendo de la primera ametralladora mexicana y las balas de los soldados de Mapache.

Otras escenas memorables –incluyendo la legendaria caminata de los 4 desde el burdel hasta la casa donde se hospeda Mapache–, son las escenas del asalto del tren, que desenganchan sin que los caza recompensas lo perciban, la fiesta en el pueblo y el agujereo de los toneles de vino para que se duchen ellos y las mujeres, la voladura del puente, el arrastre del bandido mexicano por el General Mapache, subido a su nuevo convertible rojo.

Los ojos de Holden, el viejo y acabado cuatrero que solo quiere un gran asalto para retirarse, la sonrisa de Borgnine, que parece ha de ser dejado a los buitres tras la batalla final, en la que Pyke asesina desnfrenadamente con esta horrible ametralladora de la cual los europeos pronto han de oir hablar en las trincheras de la Segunda guerra mundial. Y el que los seguía no lo ha encontrado vivo, sus recuerdos son demasiado pesados para saber a dónde ir. No regresar a los Estados Unidos donde lo espera la cárcel, sino quedarse entre estos pueblerinos que se defienden, a ellos y a sus familias, en plena revolución mexicana.

Sonata de Bergman, 8 de abril

Ingrid e Ingmar Bergman

¿La odia, la ama? Bergman lo sabe, los otros no. Tal vez el preludio de Chopin pueda decirnos algo. Tal vez Bach, que sabe tanto, mientras Leonardo toca para Helena. No le importa la hija, le importa el mundo y esta agenda apretada, que espera no esta soledad noruega donde se siente atosigada.

Bergman ha pisado fondo, los recaudadores de impuestos lo han metido preso y ha encontrado refugio en Munich. El llanto de Ingrid, la ira de Eva, el paciente Viktor, que escucha la historia del aborto desde un lado de la escena, incapaz de seguir ayudando a la esposa que ama. Erik es el que brinda alegría, pero Erick se ha ahogado en este caudal precioso, bajo estas hojas amarillas y marchitas. La sonata, sigue la estructura de Bach, fue un pedido expreso de la moribunda Bergman en Cannes. Siete siglos que no ha visto a sus hijos y la rabia contenida de Eva, explota, como Helena que no puede llorar solo mover los labios y gritar ¡Mamma!
Los libreros de al lado del río no tienen nada. Lo mejor ha sido este libro de libros raros de Loayza, el viaje del Ulises, la disputa entre Arnold por la literatura. ¡Todo por la literatura! Y el mejor ensayista latinoamericano, diciendo antes de morir: «Vargas Llosa y Gabo son unos mediocres, solo Borges ha creado algo de valor«.
Como un filme de Bergman ¿verdad? Falta la copa rota o el vaso de cicuta cayendo o los ojos del director del teatro, el padre de Alexander, que se cierran mientras Alexander huye y Fanny se queda perpleja al lado de la cama.
Dos Guiness en Smith St. una hamburguesa, una Brooklyn Lager. El mejor Ulises que se haya escrito. Pido la cuenta. Nada de Moses Finley, nada de Steiner, el libro sobre los ensayos de Homero.

Dicen que Bergman tuvo cinco esposas. Las cinco mejores que las otras que no tuvo este compadre. Un brindis por las mujeres, por el close-up de Ingrid Bergman, por la escena final de Breathless, por la cantata de Jules and Jim.

Es la noche de las vírgenes suicidas. 30 de marzo

 

virgenes suicidas

No se me puede culpar de desear a Lux. Quién no lo haría.

Claro que los que me conocen, saben que nunca la dejaría dormida en el campo, nunca me iría vagando y desconcertado en la madrugada. Es que no se puede vivir con la culpa tan grande de una muerte como aquella.

William Blake despide inocencia en sus Cantos, luego suda experiencia. Pero no sabe nada usted caballero Bloom. He terminado casi como un golpe La Odisea, y he parido este «Autor de dos poemas», que no he escrito, pero que ha de salir sobre los restos de las cinco hijas de la calle de Michigan. Con las letras de los títulos que parecen sacadas del American Splendor, como un comic, las cinco hijas de los Lambois, de Woods y Turner. Su cruz, como la cruz del padre de Alexander -si supiera Cristo todos los pecados que cometen sus Pedros favoritos-, si supiera que no una sino quinientos veces lo traicionan y que esos hijos, testigos de la Iglesia represora han aprendido a hacer cine, han aprendido a vengarse de las manos salvajes que los castigaban injustamente en el colegio y en la casa.

«No me dejes de mirar, espera a mis hermanas». Descuelga a la menor de ese poste, rescata a Lux del gas del auto, con el tanque lleno para llegar hasta California, recuerda cómo hace el amor por las madrugadas, como una gata sobre el tejado de la casa vigilada. Deja una clave en morse para que la lean los vecinos a la medianoche.

Ten piedad de los asistentes a la sala, no sea que Hermes jale tu pata y te lleve hasta el Hades como a los pretendientes, o que llegue Odiseo cubierto de andrajos y traspase tu cuello con sus flechas.

Que el porquerizo ayude a morir a los que han inflamado de rabia al ingenioso Laertiada, que salgan como en el reino de los anillos, los tres de la misma casta: abuelo Laertes , nieto Telémaco y padre Odiseo, a defender la voluntad de Zeus.

No me maten al rey, que se lo lleven los negros bajeles y su cuerpo lo tiren al fuego y que honren con un túmulo su memoria. Las cinco hijas respiran mejor, sosegadas. Y la princesa de los feacios, la hija del rey que ordenara a los marinos que conduzcan al Laertiada es la que escribe La Odisea, pues el anciano de los harapos, la ha educado ya en el arte de las coplas heróicas.

Fanny och Alexander. 26 de marzo

 

fannyandalexander

Auerbach’s book on one hand
The keys of the kingdom on the other.

If the devil comes
I’d show him the book.

The West to the front
and to the side
these magnificent, invisible
mountains of New York

He escrito esto regresando del correo, apurado sobre cualquier papel. Auerbach es el maestro del criticismo, las llaves del reino de la crítica literaria. El oeste es interpretado de acuerdo a estos preceptos. Lo de las montañas de Nueva York, es mi homenaje personal a los poemas de Li Po.

Este es el primer poema de un libro que se llama Distractions. El segundo poema comienza:

With an inmense debt
Carl farts on the staircase.
Granny shows him the paper:
37,000 krones.

Alexander looks to the cloud on the horizon
Show me how to do it, he says.
Trying to go back. Impossible. The farts
don’t show how to pay debts
and Zeus won’t be offended by them.

If he exists is a piece of shit,
and I’d kick his ass. That’s offensive.
Burnt, as in the seventh circle. His hands.
The horror in his eyes.
Alexander, don’t go back.
Zeus doesn’t exist,
He says. Alexander agree.
That’s the whole magic of the lantern.

Este poema, obviamente, ha sido inspirado por una de las mejores películas que he visto. Fanny and Alexander. Tal vez sea la obra maestra de Bergman. La escena final alude a la teoría platónica del tiempo circular: El tiempo no existe, se pueden hacer dos cosas en un mismo tiempo, dos cosas a la vez. Hemos llegado a donde debimos de estar al principio.

El decorado de la película es fabuloso. La música de Schubert al principio del filme. La textura de la nieve bajo los cascos de los caballos. La luz en la oscuridad, la linterna mágica. Los pechos de Maj, la barba de Gustav, la cólera del arzobispo, la bondad en los ojos de la madre, de Helena, el judío. El amor como una moraleja pues el tiempo no lo ha hecho quebrantar.

Y si de corazones rotos hablamos, pasemos a Donne y a la carta a la hebrea colorada.

Muy temprano, con el poder de la ley, he de desahuciarlos: 14 de marzo

 

 

karakter posterKarakter (1997) es un filme inolvidable. Cada personaje ha sido desarrollado hasta alcanzar gran altura y algunas de las escenas llegan a ser a nivel de cinematografia, memorables.

Vader, es el padre. La bronca entre Jakob y su padre cuando este le arroja una daga. La de la fiesta celebrando que se recibe de abogado. La de el joven Jakob acosado por el agente en la celda, cuando su padre lo niega. La escena en la azotea del estudio, su padre enfrentando al joven armado en la calleja, en el parque con su madre, la testarudez de la madre negándole la posibilidad del matrimonio al padre de Jakoba.

Si hay algo que lo estandariza a todos es su genialidad para ser testarudos e inquebrantables en sus decisiones. La pobre asistente, enamorada de Jakob, no tiene otro camino que retirarse de su vida y olvidarlo.

El amigo comunista es el que le da la noticia final: eres un capitalista. Y Vader muere con la daga en un suicidio perfecto.

Siete son los Samurais, 22 de enero


Los Samurai de Kurosawa

Al estrenarse fue considerado por la crítica japonesa, en orden de mérito,  como la tercera mejor película de 1954. Finalizando el siglo XX, el filme fue catalogado por los críticos cinematográficos como el mejor que ha sido realizado en Japón durante todo ese siglo.

Amistad, aventura, amor, lealtad, guerra, intriga, traiciones: todo lo tiene este filme de Kurosawa. Me imagino como han de haber resonado esas imagenes, esos encuadres o esas espadas enterradas sobre los montes de los cementerios, en las cabezas de Scorsese, Coppola, Spielberg y Lucas, admiradores de su cinematografía.

La película dura tres horas y media, y los vencedores no son los samurais, sino los aldeanos: un grupo de miserables, condenados al sufrimiento por su cobardía.  Hacia el final de la película muere el maestro, también muere el vagabundo convertido en samurai: solo entonces los aldeanos celebran jubilosos, como si fuera su victoria el descalabro de los bandidos.

Me pregunto si Lars Von Triers  se inspiró en los Siete Samurais para realizar Dogville. Algo de esa película me resuena en esa frase que surge cuando al samurai le enseñan la armadura que ha conseguido Monzo y  murmura: Quisiera matarlos a todos…

En este filme, fue la primera vez que los japoneses vieron a un pueblo contratando a un samurai. Luego de Kurosawa lo veríamos en otras películas; ésta y otras imágenes kurosawanas, como la de los bandidos a caballo en la línea de la colina; o el reclutamiento uno por uno de los guerreros; que en filmes posteriores resultan partes esenciales de la trama. Otros directores también copiarían el método como Kurosawa componía sus imágenes, utilizando las miradas para crear movimiento y dinamismo.

Menú de cine de hoy: vi Maria Llena de Gracia, con Catalina Sandino Moreno en el papel principal. La pobreza de Colombia es la de todo el mundo. Resulta interesante que el director ha descubierto el universo colombiano allí en Sudamérica y también en Jackson Heights ( pero filmando en Ecuador para sortearse el peligro de ir a locaciones colombianas). Las vistas de la película se parecían esos paisajes que vi mientras bajaba a Bogotá desde Boyacá, pasando por el Salto del Ángel.

***

Empecé a leer la novela Memorias de mis putas tristes y me envolvió otra vez el lenguaje de Gabo. No hay ninguno que escriba en castellano como lo hace él. Inclusive en este homenaje/copia de Kawabata, del  que Héctor me había hablado tanto.

Por último, tengo que recordar que ha nevado todo el sábado. Conversé con Lima y todo el mundo está en la playa. Mayra dice que hace calor en su cuarto. Aqui hace frío, mucho frío.

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