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The New York Street

Un blog lleno de historias

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Bronx

Primer capítulo La Cólera Funesta, 24 de noviembre

Lo escribí para el Bronx Journal, debería salir en próxima edición. Es el primer capítulo de la novela que pienso escribir sobre el asesinato de Tartufo, que es un tema al que le he venido dando vueltas desde 1999. En esa epoca escribi casi 100 páginas pero no llegué a nada. Ahora tengo una estructura general del libro y espero que eso me ayude a terminar la novela. el título también es tentativo. lo escogí porque son las primeras palabras del canto Uno de La Ilíada.
El final tiene que ver con el motivo del asesinato, que es algo que debo desarrollar en los capítulos siguientes del libro en que sus amigos descubren los hechos que han llevado al crimen y también algunos datos oscuros de la vida de Tartufo en sus viajes solitarios por Sudamérica. los datos encajarán solo en la parte final y la encargada de darle la forma final será Tatiana. el mapa que acompaña el texto lo hice en Illustrator y Photoshop sólo para esta edición del Bronx Journal.

La cólera funesta
Por Ulises Gonzales

El bar está en una de las calles transversales de la avenida Grand Concourse. No
recuerdo el nombre de la calle. Es pequeña y estrecha, no se extiende más de dos cuadras. El bar es antiguo y con muchos detalles de madera que le dan el aspecto de una cantina del viejo oeste. El piso es de cuadrados blancos y negros como los tableros de ajedrez. Esa tarde, en una mesa circular grande de madera descascarada, estaba sentado Tartufo de cara a la puerta, rodeado por la brasileña Tatiana, por su hermano Alexei, compañero de viajes por Sudamérica; y por Antonio, compañero de escuela al que no veía desde los últimos días del colegio. Por las puertas maltrechas, antiguas pero recién pintadas de negro, entraron los asesinos.

Eran tres y vestían de impecable terno gris. Cargaban las ametralladoras como si no les importara que los vieran. A Tartufo se le escapó una mueca grotesca mientras Tatiana daba de alaridos y Alexei se lanzaba a cubrirla. Antonio atinó a tirarse y quedó tendido en diagonal sobre dos recuadros negros. Cuando se terminaron las balas los asesinos corrieron hacia la calle y se perdieron entre los autos estacionados en las callejuelas paralelas. La policía nunca pudo explicar cómo tres hombres armados pudieron escapar sin dejar rastro en las calles ruidosas del Bronx.

El dueño del bar era un italiano viejo llamado Pizeli. Pasada la conmoción de los disparos ordenó cerrar dejando solo a los amigos del muerto. Tatiana lloraba abrazada a su hermano que miraba el rostro de Tartufo buscando alguna clave. Antonio intentaba recordar debajo de la sangre, al compañero al que ayudaba a repartir las caricaturas malditas de los profesores en los últimos años de la secundaria. Tatiana y a Alexei no conocían al Tartufo que él conocía. Él se acordaba de un sujeto pequeño con gafas de marco de carey y muy estudioso. Nunca supo nada del Tartufo viajero.

Los hermanos Gil habían llegado aquella tarde en un viaje que habían ido postergado durante más de una década. Tartufo había ofrecido varias veces, sin cumplir, ir a Brasil para el carnaval. Estuvieron a punto de coincidir en un congreso en Lima que se había cancelado intempestivamente por una crisis política. Después Tartufo había empezado a viajar y había resultado casi imposible ponerse de acuerdo.

Tatiana era alta y delgada y su piel era de un brillante color naranja. Alexei mantenía el pelo largo y la barba descuidada con que Tartufo lo conoció. Alexei y Tatiana eran siquiatras graduados y trabajaban juntos en el hospital más importante de Porto Alegre. Tartufo había viajado y trabajado algunos meses en Europa, después se había instalado a vivir en Nueva York y conseguido una plaza temporal de profesor en una universidad del Bronx.

Tartufo los recogió del aeropuerto Kennedy en su Fiat rojo. Le dijo a Alexei que lo compró porque le recordaba el auto con el que ambos habían recorrido las playas brasileñas bajo la consigna de “una playa distinta y una mujer para cada día del verano” cuando eran dos amigos viajando por primera vez por Sudamérica. Tartufo se enamoró de Tache al conocerla, la primera mañana de carnaval y Alexei se enamoró de la mejor amiga de Tatiana: Mirelle. Unos días después, Tartufo se despidió de Tache para regresar a su país, con un primer tímido beso en la boca sin sospechar que no la vería por muchos años. Tampoco contaba con que el correo perdería el paquete inmenso con cintas de audio, videos y cartas que Tache le prepararó. Las cartas incluían una lista de todas las palabras groseras en el idioma portugués y una relación de los lugares del mundo a donde le gustaría viajar acompañada por él. En la cinta grabada Tatiana cantaba la canción Magdalena, la triste melodía que tararearon a dúo caminando abrazados por la playa donde recibieron juntos el amanecer del sábado de carnaval.

La noche previa a la llegada de los hermanos Gil a Nueva York, Tartufo había visitado a una amiga que acababa de dar a luz en una clínica de Manhattan. Ante su sorpresa el doctor era Antonio, al que no veía desde el colegio. Lo invitó: “Voy a llevar a unos amigos brasileños al bar Pizeli me gustaría los conozcas.” Antonio llegó tarde, para la tercera ronda de cervezas. Agregaron una silla a la mesa pero a Tache le disgustaba el aire frío que entraba por la puerta. “Tartufo te cambio de lugar,” suplicó Tatiana. Minutos después entraron los asesinos.

Tatiana y Alexei se quedaron dos días más para el entierro. Desde Brasil su madre les recordó entre sollozos que había vaticinado algo terrible para ese viaje preparado con tantos meses de anticipación. De Tartufo ella solo recordaba sus ojos bondadosos y una mochila gigante que cargaba a la espalda al llegar con sus hijos de la playa y que debía de pesar el doble que él. Recordaba además los comentarios entusiasmados de sus hijos acerca del peruano que se expresaba en portugués masticado y caminaba descalzo por las calles de Porto Alegre.

Alexei lo había conocido en un albergue juvenil en Viña del Mar, regresando de conocer Machu Picchu. Cargaba una maleta llena de baratijas compradas en el mercado inca de Pisac y una viejísima guitarra en la que interpretaba melodías quechuas aprendidas de un músico callejero del pueblo de Chincheros. Para Tartufo, Viña era la escala inicial en su primer viaje de mochilero por la geografía sudamericana. Salieron a la noche, a comer y a beber, con un grupo de argentinos y un belga ecologista demasiado preocupado por la cantidad de servilletas que utilizaban para limpiarse: “Cada servilleta es un árbol que muere en el Amazonas”, decía. A las cuatro de la mañana, borracho, Alexei gritaba por las calles de Viña a voz en cuello, la primera palabra en portugués que aprendió Tartufo: “Buceta”.

Tartufo y Alexei viajaron juntos hasta Buenos Aires. Al llegar a la frontera brasileña se separaron porque Alexei tenía que alcanzar a unos amigos en Florianópolis y Tartufo quería conocer Río de Janeiro. “Ve a Río, pero no pases el carnaval allí. Llámame para encontrarnos en Florianópolis. De allí vamos en mi auto hasta la casa de mis amigos en el litoral de Porto. Vas a pasar carnaval con mi gente.” Tartufo vivió dos semanas en Río y luego partió hacia el sur. Se encontró con Alexei y se turnaron conduciendo el viejo Fiat hasta la playa donde su hermana Tache y los amigos los esperaban. Tatiana ayudó al peruano a disfrazarse para el primer desfile de carnaval. Tartufo marchó por las calles del balneario disfrazado de brujo macumbero y entonando una sencilla melodía que Tatiana le enseñó. Tache iba al frente del desfile, disfrazada como la reina del grupo. Quedan muy pocas fotos de ese carnaval, pero en ellas siempre aparecen ambos abrazados y sonriendo.
Antonio, como médico, pudo entablar alguna conversación profesional con los brasileños durante el velorio. Pero ésta siempre acabó en detalles que no conocía de la vida Tartufo. El entierro fue tenso, sobre todo por los familiares que llegaron de Lima la tarde previa queriendo saberlo todo. Los padres no preguntaron nada pero los hermanos fueron un poco hostiles. No bastó que Antonio les dijera que no lo veía desde el colegio, que lo encontró la noche anterior en una sala de partos, que previamente no tenía ni idea que Tartufo vivía en Nueva York. Querían saber si había visto las caras. “¿Llevaban el rostro descubierto? ¿Dijeron algo?” “Claro que llevaban el rostro descubierto” respondió Antonio. Y sin embargo no se explicaba como ninguno de los testigos del bar, ni él ni los hermanos Gil habían podido colaborar en la elaboración de los retratos hablados. “¿Y dijeron algo? ¿Dijeron algo?” preguntó acusador el mayor de los hermanos, apuntándolo con el dedo medio. Antonio no supo qué responder.

Acompañó a los brasileños al aeropuerto y a los padres de Tartufo que le encargaron algunos trámites sencillos para la repatriación de los restos de su hijo. No pudo dormir bien durante varias noches luego del entierro. Dos semanas después del asesinato, Antonio despertó a su mujer con los gritos que profería en medio de una pavorosa pesadilla. “¿Qué decía?”, preguntó Antonio. “No lo sé. Era como si hablaras otro idioma, algún idioma antiguo”. Antonio se levantó más temprano que de costumbre y salió a caminar por el malecón del río Este. Recordaba alguna de las palabras de sus pesadillas y la voz gutural proveniente de unas bocas resecas, de las gargantas detrás de unos cercos de dientes amarillentos. No podía estar totalmente seguro de las palabras pero sí de otro detalle que lo aterraba tanto o más que la posibilidad de conocer la frase que creyó haber escuchado esa tarde en el bar Pizeli entre el ruido colérico de las metralletas: Veía en la pesadilla, delineados, casi como fotografiados, los rostros arrugadísimos y furiosos de las tres asesinas.

30 de agosto, Maestría de Literatura


¿Soy yo? Sentado en una ronda de carpetas, entre mujeres, mirando al pelado rapado que nos pide saludarnos y presentarnos. La lista de los libros para leer en el semestre ciertamente que se aleja demasiado de lo que los críticos literarios denominan «El canon». Reconozco a James y a Fitzgerald, un drama de Miller, Sula de Morrison y Bodega Dreams de un latino que vive en Nueva York. ¿Este es el Canon del resentimiento? Así definía Harold Bloom a este tipo de literatura elegida por ser representativa de grupos sociales y no por la calidad de la forma ni del contenido. Bueno, Bautista se llama el profesor. Por la tarde he tenido mi almuerzo pendiente con la china Maricarmen y hemos casi-casi conformado la empresa, la sucursal de Intriga en Nueva York. Falta pulir los detalles, vamos a empaparnos del tema antes de empezar con el trabajo serio. Pero por lo pronto coincidimos en varios puntos. La he seguido hasta Pratt para que vea los detalles de un curso de gráfica general en el que quiere meterse. Me ha interesado el de Dreamweaver, para crear web pages. Creo que debo tomarlo, pero hay que pagar 746 dolares y estoy un poco excedido en los gastos este mes. Los viejos se han ido al US OPen. «Hemos visto a Federer», me dice mi mami en el celular.  También a la segunda jugadora del mundo y a Lapenti que no es ni la sombra del que estuvo entre los diez primeros del ranking mundial.
La china me ha seguido hasta Strand y he comprado el libro de Charlotte Temple, el Sula de Morrison , Daisy Miller de Henry James y El Gran Gatsby. He seguido leyendo los cuentos cortos de Conrad, el de Gaspar Ruiz, pareciera que Conrad hubiera vivido en los tiempos de Sendero, pues su historia de realistas y patriotas es como la de los paisanos de la sierra atrapados entre el fuego de ambos ejércitos.
¿Qué es literatura americana? Esa ha sido la pregunta que se va a tratar de explicar en la clase a lo largo del semestre. Me parece que va a ser adecuado para poder formular preguntas y elaborar críticas al tipo de literatura seleccionada. He empezado a leer el libro de Rowson y me parece desde ahora muy inferior al estilo de Austen, pero he empezado, espero equivocarme, sin embargo creo que las siguientes páginas, no sé por qué, me han de dar la razon.

Últimas tardes de julio


He llegado a Knollwood boleteado, con resaca, dolor de cabeza, media hora de sueño y encima un dolor brutal en el tobillo izquierdo. He cojeado a lo largo del viernes y ni con hielo ni venda se me ha pasado hasta el domingo. Me he pasado el domingo viendo películas tirado en la cama. Asi que puedo decir que ha sido un fin de semana provechoso. La taquilla fue asi: Primer (la peli ganadora de Sundance), High Fidelity y Memento. Casi esta demás decir que la que más me ha gustado y divertido (en momentos bajos como este uno necesita una buena sonrisa) ha sido la pelicula de John Cusack y Jack Black. Premier es muy interesante por la propuesta y porque es una peli de bajo presupuesto que genera intriga, suspenso y drama. Los actores tienen carisma, pero el tonito Dogma creo que le da demasiada frialdad al tema (¡Sí, es una máquina del tiempo!). El hecho de que sean dos yuppies de Texas también, pues creo que Texas no me genera ninguna impresion positiva, sobre todo luego de ver Enron: The Smartest Kids on the Room. Peor con el sujeto que sigue de presidente.
Memento es muy buena, el final te atrapa del todo, pero tambien le falta un algo de feelling. Recuerdo a Russell Crowe, que hacia de tonto útil para el jefe de policia de LA Confidential. En este caso no me dice nada Guy Pierce. Es un tema de actor más que del argumento. Sostengo que me quedo con High Fidelity. La comedia romántica es uno de los géneros mejor explotados por el cine norteamericano de fin del siglo XXI. Bajo por la noche a la bodega, a comerme un sandwich de pavo con queso suizo. Y se acabó el domingo.

Canastas en la madrugada, 4 de julio

Ha sido un largo fin de semana, con trabajo de viernes a domingo. Un breve descanso el lunes 4 hasta las 3 que me he encontrado con Miki para regresar a trabajar en Knollwood. Me he devorado el pato del Bamboo Garden y ha empezado el ajetreo de los autos hasta bien noche. He llegado como a las 2 a la casa y me ha sorprendido ver que con una canasta sobre el poste de luz, la gente de la cuadra jugaba basquetbol.
Sigo leyendo el libro de la La guerra del fútbol de Kapuscinski, se ha terminado la parte que narra sus historias en África y ha empezado su historia en Latinoamérica y la guerra entre Honduras y El Salvador.

Clase de fotografía en City Island

Viaje a City Island con la clase. Fotografiamos el mar del Bronx, los yates, las gaviotas, las sombras del sol cayendo picado sobre las casas asomadas al oceano. Viajamos apretado en el carro de Isis, esta foto es desde el asiento de adelante usando el retrovisor. Un poco apretadas en el asiento trasero…El almuerzo en Freedys, muy fast food la cosa, luego un smoothie que me ha dejado repleto. He cenado unos ravioles con cangrejo en el Cafe Italiano del Village, Camilo celebra que le han dado su cheque luego de dos semanas. Corro para encontrarme con Stephen Sheppard, me ha dado fotos y videos y cartas para su web, cinemasauruscinema.com. Y el resto es silencio, al menos por ahora que lo diga Hamlet o yo me vaya a dormir. Una carta muy sincera de Szidonia, por supuesto complicada como estas mujeres. El encuentro de la madrugada ha sido sorprendente, Lucho dice que ha encontrado en Montreal a la famosa Viviana Quea, qué linda sorpresa. Ahora sí, a dormir, son casi las 2 y en 4 horas tomo mi tren para White Plains.

¡Salió The Bronx Graphic!, 22 de junio


The Bronx Graphic Nro 3
Originally uploaded by Ulises Gonzales.

The Bronx Graphic es el nombre del periódico que estamos haciendo con mis alumnas del curso de Digital Photojournalism (COM 356). Como no he estado actualizando mi diario no he podido poner las ediciones anteriores, pero esta es ya la tercera. En la portada hay una foto de Sam, el chico que sirve los desayunos en la cafetería principal de Lehman. En las páginas centrales hay una foto con una composición y una belleza gráfica extraordinaria, de un candelabro en la cafeta de profesores en el Music Building de Lehman.
El fin de semana pasado estuve leyendo la Poética de Aristóteles, ¡Qué libro! ¡Genial! Resume en solo 5 líneas todo el argumento de La Odisea y describe con claridad de lo que se debe tratar una historia narrada, una tragedia, un poema, lo que los hace buenos y lo que los hace no tan buenos. Basta pensar que fue escrito en la Grecia antigua, y desde entonces todo lo escrito sobre el tema no ha hecho sino girar en torno a estos planteamientos elementales de Aristóteles. Antes de dormir he leído un articulo muy interesante en el New Yorker sobre Rama, el alcalde de Tirana en Albania, un artista formado en París, que decide regresar a su ciudad para engrandecerla. El texto me ha servido luego para enriquecer mi vocabulario, algo que no hago frecuentemente desde hace un buen tiempo. Diccionario en mano he sacado los significados de las siguientes palabras: Fiend>malévolo, prowl>merodear, cajole>engatusar, sprawling>urbanizado caóticamente, begrudge>envidiar algo, beget>engendrar, beguiling>seduciendo, dunk>encestar de mate (baloncesto), extol>ensalzar, fling>lanzar (barro p.e.)
Estuve leyendo un ensayo de Elliot sobre el verso libre y su trascendencia (AL FINAL LOS POEMAS SON BUENOS O MALOS independientemente del estilo en el que estén escritos concluye T.S. Elliot). Además, liberarse de la obligacion de la rima, sirve para que ésta sea usada cuando es absolutamente necesaria, de este modo se convierte en una herramienta adicional para el poeta. He empezado a leer The Soccer War de Kapuscinski y va bien, sobre todo ahora que describe como el dictador africano en la capital de Ghana consigue hacerse de todos los poderes y establecerse como hijo de Dios y emperador todo poderoso.

Tarde de martes, 21 de junio

He quedado con Szidonia para almorzar y ha venido hasta el Bronx. Le ha sorprendido la limpieza pues, seguramente, ha de haber tenido una imagen tergiversada de este condado, como la mayoria de neoyorquinos que nunca viene al Bronx y no sabe de lo que se trata. Le ha gustado Lehman, le he hecho un tour con prisa, pero completo.
Hemos ido a almorzar en La Marina y el mesero nos ha tomado una foto con un sombrero de paja tradicional y fondo musical de bachatas. El tren expreso se la ha llevado hasta sus clases de flamenco en la 72 con Broadway y yo me he quedado en Labyrinth en la 116 para ver libros. Me he comprado 5 que quiero leer: The Soccer War de Kapuscinski, Select Prose de TS Eliot, The War of the Worlds de Wells, Pedro Páramo de Rulfo y Tragedias escogidas de Sófocles. Me he puesto a leer el libro del polaco en el tren, he llegado a casa y he hojeado a Eliot.
En la clase de hoy todas han estado trabajando trabajos atrasados y poniendo al dia sus blogs.

Lo que recuerdo del mes de mayo.


Muchas cosas han pasado en mayo y por una y otra razón no las he podido escribir en este diario. La más importante es que me he mudado de Brooklyn al Bronx. Mi nueva casa queda a diez minutos caminando de Lehman College, y me he mudado pensando en lo sencillo que ha de ser ahora vivir, estudiar y trabajar tan cerca. Mi roommate se llama Yini y trabaja de secretaria en el departamento de comunicaciones de Lehman. Es dominicana, tiene 31 y un hijo de 15 que se llama Steven. Es muy linda persona y creo que fue una buena decision mudarme. He estado mudándome desde el 15 de mayo, no tengo aún conectada la computadora y el Internet en la casa y ese ha sido uno de los motivos principales para descuidar el diario. He estado ocupado con el trabajo del diario de la facultad , el Bronx Journal, que se puede revisar on line en http://www.lehman.cuny.edu ( a la derecha hay un link al periódico y esta toda la edicion en PDF) Me he encargado del trabajo de diseño, fotos y he redactado un artículo de ficción en castellano, que es una especie de homenaje a todos los libros y peliculas que he visto en los ultimos meses, gran parte de los cuales estan descritos en este diario.
No me ha costado acostumbrarme a mi nuevo barrio. Ha sido muy sencillo, debido a Yini y debido a que las ventajas de la distancia hacen todo menos complicado.
He terminado de dictar mi curso de COMICS AND MEDIA en la facultad y posiblemente este lunes empiece a dictar un curso de fotografía.
Tal vez más importantye que todo esto es que me han aceptado para el programa de la maestría en literatura inglesa (English Literature) hubo ciertos problemas con la inscripción, pero se han solucionado todos y la profesora encargada, Patricia Cockram, me ha aceptado al final. Empiezo en septiembre.

La silueta sobre Burnside Avenue, 8 de Mayo


Se llama El Superheroe Ilegal, vuela sobre Nueva York, sobre el Bronx y sobre una muchedumbre desesperada, frustrada por los constantes retrasos de los trenes. Lo espera en la plataforma para obtener ayuda. Mientras tanto, el que escribe se agacha, recoje las llaves, parquea los autos. Trata de concentrarse. Corre. Las piernas flaquean luego de las cinco de la tarde. Son demasiados, salen demasiado a prisa. Caigo como un saco a dormir.

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