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The New York Street

Un blog lleno de historias

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Bronx

Profesionales del sexo

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Una furiosa puta se dispuso a escribir una queja ante el editor del diario más importante de Resinápolis. A pesar de sus 54 años la mujer se mantenía en forma en base a una dieta estricta de rábano y garbanzos.

La carta había sido una idea de Juan, el hombre mayor de Coop City que la estaba ayudando a recolectar información para escribir sus memorias. Juan sabía de editoriales y creia que las memorias de una prostituta puertorriqueña del Bronx, que había vivido los años locos del apagón, las redadas de Guliani y la waltdisneyzación de Times Square tenía mucho que contarle a los lectores.

La carta al editor del periódico cumpliría la función de despertar el interés del público por el tema de la prostitución. La matrona empezaba su carta así:

«Quiero dejar constancia que he ejercido mi trabajo en las peores condiciones que la ciudad brindaba a las prostitutas. Me considero una sobreviente del oficio, en cierta forma una heroína de las rameras de Nueva York.»

La matrona miró su laptop, reordenó algunas palabras, miró por encima de su café late a algunas parejas que caminaban por la vereda de Kingsbridge Road y prosiguió:

«Sin embargo, hoy que las condiciones son óptimas para el ejercicio de mi profesión, que gracias a la tecnología puedo seleccionar a mis clientes y mantener cierta seguridad sobre mis contactos, la ciudad ha inventado una nueva estratagia para evitar que pueda ejercer mi oficio…»

La ramera se detuvo un instante. Se puso a pensar si lo que escribía era sincero o si toda esa farsa del libro de memorias no era tan solo un pretexto para vengarse de Sofía.

Sofía. Sofía. Sofía.

Le preguntó como eligieron sus padres un nombre tan bonito mientras la miraba parada en la calle e imaginaba su lengua debajo de la minifalda. Ella le dijo que nació en Sofía, y cuando la puta le preguntó donde quedaba Sofía, la tachó de ignorante. «Zorra puertorriqueña, anda a la escuela antes que te apeste tanto el coño que no puedas trabajar».

Se imaginó las piernas bronceadas de Sofía y los senos firmes de pezones duros debajo de las camisetas sin mangas que tanto le gustaban. En la mesa al lado de la puta, una pareja de soldados comentaba que la temperatura estaba en 100 grados. Uno de ellos la miró a los ojos. Era un soldadito pendejo. Le preguntó su nombre. La invitaron a sentarse con ellos pero la matrona dijo que tenía que acabar de escribir sus e-mails. Pensó otra vez en Sofía. Volvió a la pantalla y escribió el final de su carta al editor:

«Tiempos complicados para las profesionales de la prostitución. La tecnología nos vuelve voces, sonidos, imágenes. El roce de la piel ya no es el objetivo del sexo. Ahora las máquinas han creado entornos a los que las profesionales de cierta edad no estamos acostumbradas. El mundo es más fácil pero a la vez más complicado. Las decisiones tomadas por la ciudad en las últimas semanas no contribuyen a simplificar esta transición .»

Se percató que no podía concentrarse en escribir con la cabeza en la entrepierna de Sofía. Era la primera vez que la ramera le pagaba a una puta.

Cerró la laptop y aceptó sentarse con los soldados. Les prometió que lo iban a pasar muy bien si ellos pagaban por un cuarto con aire acondicionado y la dejaban quedarse sola a pasar la noche. Les dijo que necesitaba concentrarse en un examen para una carrera que estaba estudiando en Internet. Envuelve con sus historias y promesas a los muchachos que se percatan que a pesar de las arrugas el cuerpo de la mujer es prometedor. Ella les ofrece acceso total y algunas variantes que no han visto antes. Los soldados asienten, ella insiste en el aire acondicionado y recuerda que Sofía debe estar malográndose con el calor en alguna cama ajena. Imagina sus labios entreabiertos y la tremenda soledad entre sus piernas.

Se siente toda una puta cuando recuerda decirles a los muchachos que el pago es por adelantado. Se siente tremenda mientras marcha con ellos y toma el taxi en la esquina de la 63, cuando acaricia sus recuerdos al mismo tiempo que su filosa excitación, mientras manosea ambos bultos al mismo tiempo que le da direcciones al chofer el taxi. Se siente satisfecha, orgullosa, toda una profesional.

The God of Small Things

 

This is my review for the class English and the Anglophone World.
The book is The God of Small Things by the Indian writer Arundhati Roy.

 

The clue to Arundhati Roy’s story is in this passage taken from the khatakali episode. As a kathakali dance, Roy mixes real life and mythology to create great story:

The Great Stories are the one that you heard and want to hear again. The ones that you can enter anywhere and inhabit comfortably. They don’t deceive you with thrills and trick endings. They don’t surprise you with the unforeseen. They are as familiar as the house you live in. Or the smell of your lover’s skin. You know how they end, yet though you listen as though you don’t…In the Great stories you know who lives, who dies, who finds love, who doesn’t. And yet you want to know again (Roy, 218)

The novel is a Heart of Darkness where you have to enter with your heart on your hand. The plot of The God of Small Things develops in circles around a single event, a single day. The novel is made of small things, significant things. All of them together build the whole drama.

There is a villain who loves, Baby Kochama who still writes I love you in her diary, many years after the death of Father Mulligan. And there are lovers who are villains: all the other characters. From the ambassador Estha «Elvis» to the Ambassador Rahel, from Velutha to Ammu or the laconic Sophie Mol. Everybody loves and everybody kills in their own way. And even some of the most pathetic stories of love in this book are full of sadness and crime at the same time.

Is it a tragedy? Is it a love story? Both of them. A tragic love story. A Romeo and Juliet with Indian flavor, with a river and magnificent secondary characters. It is difficult not to get surprised by some of the turns of the plot. I was amazed by the narrative of Margareth Kochamma and Chacko’s first encounter. And through the whole episode after the death of Velutha and Sophie Mol, as a good optimist, I was looking for the pony too.

There is play with destiny. The unavoidable destiny where all the characters are conducted by their own choice. As Rahel and Estha noticed, they choose to save Ammu, comdemning Velutha. Velutha choose to condemn himself, loving Ammu.

The drama of Rahel develops through the whole book. They are the more developed characters, the most intriguing. However, the big tragedy is Ammu’s one. The episode at the end, the full description of Ammu and Velutha’s first sexual contact, after the recitation of the whole tragedy, serves to reaffirm the triumph of love over death, if not in real life, at least in the mythical world.

Tacama white


Hace tiempo que no tomaba una botellita de vino Tacama blanco. Fue un regalo de cumpleaños de Seiki, el dueño del Acuario, que estuvo durante varias semanas guardado sobre un estante rodeado de libros, tal vez esperando que madurara para ser degustado en el instante preciso: anoche, con una buena comida casera.

El vino se suma a otras buenas noticias acerca del Perú que me han llegado por estos dias. Una de ellas es la pagina www.peru.info. Todo lo positivo que uno quisiera mostrarle a un extranjero sobre el Peru, se encuentra en esta página web. Desde fotos o postales hasta información detallada de los principales destinos turisticos, videos de destinos de aventura, parajes en la selva, montañas y playas, mapas generales, regionales y locales, y una buena selección de la riqueza culinaria peruana, por ciudades.

Me gustaron mucho los tres comerciales de 30 segundos que preparó JWT para promover el relanzamiento mundial del Peru como destino turistico, sobre todo ese clip de la semana santa en Ayacucho que me hizo recordar cuando, cámara en mano, a las cuatro de la madrugada, me meti en la catedral para fotografiar a los artesanos que encendian cuidadosamente, una por una, las velas del fabuloso candelabro que hacía de manto de la virgen en procesión.

La pagina del Perú, por sí sola, es un excelente motivo para abrir otra botellita de Tacama blanco. ¡Salud!

Mens sana in corpore sano


No había escrito nada en el blog sobre las interminables mañanas de gimnasio en Lehman College, que empezaron cuando mi madre (siempre las madres) llegó a Nueva York en agosto del 2006 y con una sola frase me tiró al suelo: ¡ESTAS GOOOOOOOORDO!

Así que, empecé a comer mejor e ir al gimnasio. Hace mucho tiempo que no me metía en este tipo de rutina diaria. 30 ó 40 minutos de abdominales, carreras en la faja y un poquito de pesas. En Lima lo combinaba con un par de vueltas a La Molina en bicicleta, pero el clima en este momento no lo permite.

Al principio la idea era jugar tenis, pero una pequeña lesión en los músculos de la pierna izquierda, han impedido que me transforme de nuevo en el Agassi que yo era en mi adolescencia (bueno, exagerando. Un poquito. La verdad es que no jugaba tan mal a los 15…)

Regresando a Nueva York después del descanso de año nuevo, y gracias al empujoncito de Frances que es una water rat como yo, empecé a ir diariamente a la piscina temperada de la universidad. Qué placer.

Así que ahora, combinado con el gimnasio, tengo una excelente rutina de 7 a 10 vueltas cada tarde en la piscina olímpica (dependiendo del cansancio). No está nada mal. Uno se siente mejor al terminar de nadar, todo el cuerpo se relaja. Totalmente recomendable.

Claro que hay que seguir trabajando en el peso. Si bien estoy 6 kilos por debajo de lo que pesaba cuando mi madre me atacó con esa frase concluyente. Incluso hasta me bailan los jeans talla 31. Hoy en una revista vimos que el green tea ayuda a bajar el porcentaje de grasa, así que ese va a ser el próximo ingrediente de la dieta diaria, un poquito de té verde todos los dias.

Y ahora que el invierno-gracias al calentamiento global-está bastante moderado,y que la pierna se ha recuperado completamente de la lesión, estamos buscando unas canchitas de tenis en el Bronx para empezar con el raqueteo. Porque no hay deporte más bacán que el tenis, para jugar de a dos.

Recuento antes de dormir


No puedo dormir. Cuantas veces me ha pasado eso y no me he puesto a escribir en el blog. ¿Mal síntoma?. Recuento: esta semana el concierto en el Lincoln Center fue fabuloso. Hoy empece a leer ¿Sueñan los androides con ovejas electricas? para el curso de The Literature and the Machine con Joseph. Me han fascinado los cuatro primeros capítulos, seguro que lo acabo para la clase del lunes.

El otro libro pendiente es Up from Slavery de Booker T. Washington. Me da flojera hasta abrirlo. Pero The Marrow of Tradition tambien me daba flojera abrirlo y no pude soltarlo hasta llegar a la última página. ¡Qué telenovela! Con intento de linchamiento y hasta Ku Kux Klan. He propuesto al profe un tema sobre los trenes y la segregacion pero no lo he seguido desarrollando. Quise escribir tambien algo más para mi disertación de Gentleman Brown y Lord Jim pero no he podido avanzar más de donde ya estaba.

El miércoles en la tarde comí con Patrizzia en el Cocoroco. Dos veces en Brooklyn en una misma semana. Todo un record. Me quedé con ganas de ir a Prospect Park pero nos cogió la lluvia y según el dicho español: Llueve, a casita ( o algo así, según la valenciana).

Mamadou quiere quedar para encontrarnos el martes. Ups, Stephen también. Me había olvidado. Sheppard quiere que le presente a la gente de Yini. A la reunión de Mamadou tal vez vaya Tuan y Francisco. Tengo que preparar una disertación (una sintesis en realidad, para una propuesta para un congreso en Austin). Le voy a pedir a Camilo asesoría, aunque tengo las ideas un poco más claras. Hoy pasé más de dos horas editando otra vez mi versión de Enterrando los muertos. Mi presentación en clase: The friendship of Ezra Pound and T.S. Eliot resultó mejor de lo que esperaba. Me aplaudieron dos veces y yo me sorprendí a mi mismo hablando muy fluidamente sobre ambos, sobre la edición de temas propios e impropios en La tierra baldía, sobre el mito, como método para darle coherencia al poema, sobre las divergencias entre ambos poetas pero su amistad a prueba de balas. Leí unos pedazos de la primera carta de Pound donde menciona a Eliot y el fragmento de Heart of Darkness que Eliot puso originalmente. Le conté a la clase lo divertido que resultó leer el panfleto escrito por Eliot (anónimamante), elogiando la figura de Ezra Pound (en 1917). El texto fue reproducido en el libro de ensayos de Eliot publicado después de su muerte.

Eligieron al Premio Nobel. Es un turco, del que no he leido nada. Encontré el disco de Cristi y le hice su carta. En Knollwood vi Arsenic and Old Lace La peli que me recomendó Doda, con Cary Grant. Me gustó ,pero no es el tipo de humor que prefiero.

Me quedo con las comedias de Billy Wilder. Ah, esta semana empecé otra vez a jugar tennis. Bueno, mas bien fue una práctica muuy ligera con Paola -que primera vez que agarra una raqueta-. Salió esta semana la edicion del Bronx Journal con la foto de Paola con asma en primera plana (la carátula que sale en este post es la penúltima). Estoy empezando a ir casi diario al gimnasio de Lehman. Dejé las clases de japonés porque me quitaban demasiado tiempo (Camilo tenía razón). La parte positiva es que al menos me familiaricé con los caracteres japoneses, los hiragana y los katakana…
El chifa de Flor de Mayo estuvo buenazo, también el tallarín saltado del lunes con Alejandra. Me escribe para decirme que gracias por la solidaridad. (¿Cuál solidaridad? Para eso están los amigos ¿No?)El viaje en auto hasta IKEA de NJ fue todo un periplo, no pensaba que la caja iba a entrar en el asiento. Nunca manejen con un sofá dentro del auto. Ale es una buena anfitriona: Los camarones con tallarines de esa noche estuvieron buenazos, igual la música de Sui Generis. Sigue siendo jodido manejar en Manhattan.

Nicolás cumplió 33 años. Parece que ya se puso de acuerdo para terminar el lienzo que le ofreció a Miki. Me llegó la nueva suscripción de Granta. Me contestó el e-mail el presidente del club Rinconada. Bastantes cosas para solo una semana.

Crash

En Canadá abundan los caraduras. No hay suficiente gasolina para apuntalar todas las cosas que habría que reventar de una vez por todas. Líos legales, papeles, fresas desparramadas sobre la consola del automóvil. De pronto todo está estático. Un mal movimiento y las cuatro ruedas se escapan de control.

El espacio galáctico ha sido formado por seres de la misma calaña de Vaughan. No hay que ser un genio para percatarse que los espacios se han acortado, que el tiempo corre cada vez más rápido, que ya no tenemos ni siquiera una hora y media de nuestra vida para dedicarla a escuchar un concierto de música clásica. El espacio galáctico está cubierto con las cicatrices de seres como Vaughan y tal vez sea lo mejor.

Recuerdo las carreras de motos en la playa, una chica rubia con el pezón escapándose ligeramente de la ropa de baño. ¿Sentía lo mismo que yo? ¿Es indispensable el vértigo para evolucionar? ¿Seremos en algún momento máquinas? ¿Y la poesía?

En algún momento nacerá en este país la niña robot poeta. Sus lágrimas se deslizarán por sus mejillas y su voz temblará con la misma calidad con que tiemblan las niñas reales. Y alguien exclamará entre sollozos en el público reunido para apreciar su arte: ¡Te amo!

Escondido entre las cortinas del teatro, su creador sonreirá orgulloso, pero sin olvidar los tres o cuatro detalles que deberá modificar y reparar para su siguiente modelo.

Los e-mails cada vez serán más personales y podremos verter lágrimas en ellos con la misma facilidad con que caían las gotas en las cartas antiguas. Y los errores gramaticales serán menos comunes. Serán nuestras cartas y nuestra escritura y las amaremos porque nosotros seremos tan mecánicos como ellas. Nuestros circuitos tendrán marca de fábrica, como ya la tienen algunos corazones, pulmones, córneas, estómagos.

En ese tiempo, no tan lejano, nuestros pensamientos estarán todavía rondando y alguien los captará entre la telaraña de señales y mensajes del pasado. En ese instante mis dedos correrán, listos para agarrarlo: El futuro.

El hueco en el muro

Hay un hueco en el muro, carajo dejen de ver ese video, ya lo vi como quinientas veces ,estoy harto de ver videos sobre Japón, ahora que si te pones a pensar qué cosa es eso de ver primero fotos de Valparaíso y luego escuchar videos japoneses.

 

La clase: siento haber estado como ido, el café parece que ya no me hace nada, en eso estaba pensando esta mañana. La verdad que no planifiqué levantarme a las siete y media pero una vez que lo hice me pareció lógico bañarme y venirme a Lehman. No caminé porque tenía flojera y quería usar la Metrocard que compré en la madrugada: sí funciona.

 

Muchos buses amarillos en el camino, ¡qué temprano se levantan los niños para ir al colegio! Recuerdo cuando yo iba al colegio y eran las 8:05 y ni siquiera habíamos bajado a tomar desayuno. Pero tiene su gracia viajar en el bus, no caminar sino vivir como viven los demás, ir en el mismo bus que los demás, observar como se comporta la gente.

 

Además hay un hueco en la pared, pero no me interesa tanto tocar ese tema ahora, más bien ver lo que dice Carling. Siempre quiso decir eso: no falto a una clase desde antes que ustedes hubieran nacido. 25 años. Me imagino que su frase abarca a casi todos en la clase, excepto a mí, tal vez al gordo que se para quedando dormido. Lo veo, a diferencia de otras clases esta vez no ronca. El triángulo en la pizarra es el principio: Yates, Joyce, Woolf. Me alegro de haber comenzado a leer el Ulises, debería leer otra vez el ensayo de Loayza sobre Ulises antes de ir a verlo.

 

¿Cómo estará Camilo? Es una joda que no tenga teléfono. Carling dice que viene de un funeral. Me acerco al final de la clase a preguntarle pero es imposible siempre hay gente que se demora más de la cuenta hablando con él y no me da ganas de esperar. Como ese pato que estaba en la mañana esperando a la entrada del Computer Center, parecía que quería que le abran la puerta, usar el Internet. La gente estaba semi dormida y el pato tal vez estaba viviendo una pesadilla, quién sabe.

 

Tengo que leer el hoyo en la pared pero me imagino que será algo parecido a esto. Al menos ya escribí el poema que quería basado en el poema que leímos en clase de Yeats. No hay mejor poeta en el siglo XX. Así de categórico. Así que tengo que leer Yeats, es increíble que tenga su libro en mi casa y apenas si he hojeado un poco, igual que el Ulises, me puse la tarea de leer aunque sea unas líneas todos los días y mira donde me he quedado.

 

Ahora mismo debería estar escribiendo el ensayo que tengo pendiente sobre Walden, pero me imagino que es lo que Camilo dice: soy un diletante. No tengo que pensar en esa chica, sus besos son como apagados. Pero no voy a decir su nombre, aún tengo cierto deseo de privacidad, lo que supongo que está bien. Algo anda mal en mi cabeza ciertamente, algo falla. Así me he sentido las útlimas dos semanas, tal vez tres. ¿La mejor película? He visto muchas, pero la mejor: Hamlet , la de Laurence Olivier. En blanco y negro. Al menos creo que me está mejorando el sentido del humor. Qué lindos ojos los de ella. Qué lindos, dime si no es una muñeca. ¿Y la chica de la clase? Qué mirada, tenía como dos puntitos de luz en cada ojo. Hamlet, otra vez. Tengo que hablar de Hamlet. Brillante. El fantasma, la luz, la actuación de Olivier, la puesta en escena. Me quedo con el personaje de Richard III, sólo con él, pero como película Hamlet me parece mejor acabada. Ahora no tengo nada que decir. A veces me pasa, tenía tantas cosas de las cuales hablar y todo por culpa del hueco en la pared. Me imagino que acá tengo que detenerme.

Postdata: El reservorio de agua está vació desde hace casi un año. No es justo. Otras cosas que no son justas: todas las cosas que tengo pendientes por hacer. Dos cafés y todavía tengo sueño. Otra vez, nada. Hueco en la pared. Leer más Yeats, ensayo de Carlin, Walden, Poe, Pound. Vacío en el estómago. ¿Vendrá ella? ¿Qué hago? Hueco en la pared, más bien hueco en mi cabeza. Hueco en el estómago. Muchas lecciones que prefiero olvidar.

Wonderful springtime in the Bronx

Mi calle en el Bronx se llama Villa Avenue y es, a su manera, una especie de pueblo pequeño. Tiene dos cuadras de extensión. Tiene un bar: «Tirana», (no porque la dueña sea mala sino porque la mayor parte de su clientela está conformada por albaneses kosovares).

 

En la esquina de la casa hay una bodega, que abre desde las 8 de la mañana hasta pasada la medianoche los días de semana y hasta casi las dos de la madrugada los viernes y sábados. Funciona casi como un centro comunitario: allí puedes dejar las llaves de tu departamento si es que llega una visita antes que vuelvas a casa del trabajo o puedes llamar de tu depa para que te preparen un sandwich (Sandwich completo: jamon, queso, tomate, lechuga, caliente, en pan grande (hero): 4.5 dolares, una cerveza Corona en botella pequeña: $1.5, un foco de 100 W: 99 c, un ticket de NY Lotto: $2, sopa grande en lata Campbell Manhattan Clam Chowder: $2.69)

 

Tenemos una lavandería en la esquina con Bedford Park, atendida por una señora mexicana ($1.5 la lavada, $0.25 por 8 minutos de secadora) y un restaurante de comida salvadoreña en la esquina de Villa y la calle 204 (Vaso de jugo de marañón: 2 dolares. Especialidad de la casa: papusas). A una cuadra y media está la entrada al tren D. (Tiempo a 42 St en Manhattan: 40 minutos aprox).

 

A tres cuadras está el tren 4. (Tiempo aproximado al estadio de los Yankees: 8 minutos) Deporte favorito de los niños de Villa Avenue en primavera: basketbol (una cesta amarrada en la parte alta del poste de luz frente de la bodega, balón naranja Spalding).

 

Algunas cosas desagradables de Villa: Hoy me despertó un hijo de puta con la música árabe de su auto a todo volumen.

 

Detalles: El albanés que está pintando mi casa se llama Tony, es sobrino del dueño de mi edificio. Historia de Tony: le gustan los autos. Tanto que decidió entrar a un buen negocio: estafar a la compañía de seguros. Llegó a ser gerente de un club de golf (Knollwood, el club donde yo trabajo). Me lo encontré la semana pasada que acababa de salir de prisión. Dos años por estafar al seguro. Ahora trabaja para su tío, que es dueño de casi todos los edificios de Villa: bota la basura, pinta los edificios, arregla cosas malogradas.

 

Música más común en Villa: reggaetón. Ahora escucho mucho, en la bodega, ese rap-reggaetón-latino con Shakira y ese reggaetonero misio que grita a media canción ¡Shakeera, Shakeera!…
Hora promedio para irse a dormir: 1 am. Para levantarse: 8:30 a.m. Villa Avenue, Zip code: NY 10468.

Jody Williams: Premio Nobel de la Paz


Hace una hora estuvo dando una conferencia en Lehman College, Jody Williams, premio Nobel de la Paz en 1997. Sencilla la gringuita, sin mucha pompa, un vestido común y corriente, muy poco maquillaje: el premio Nobel de la Paz, amiga de Desmond Tutu–le manda flores a su mamá todos los años en su cumpleaños–, Oscar Arias, Mandela y Rigoberta Menchú. Nacida en una familia pobre, de granjeros, del estado de Vermont, sólo con educación secundaria y con un hermano esquizofrénico que trató dos veces de asesinarlos, Jody Williams decidió a los 26 años que quería cambiar el mundo. Activista toda su vida, en 1992 consideró que era su obligación luchar contra la fabricación de minas anti personales. Lo hizo, en foros internacionales, durmiendo 3 o 4 horas diarias y conectando a gente de diferentes culturas y geografías que tomaban el problema muy en serio. Hoy 100 países han firmado e implementado proyectos para erradicar las minas anti personales y dejar de utilizarlas como arma de guerra. Gracias a su iniciativa, dejaremos de ver el triste espectáculo de niños muertos o con las piernas amputadas porque pisaron una mina que «alguien» dejó allí en alguna guerra peleada años atrás. Su mensaje más sencillo y más poderoso: todos podemos cambiar el mundo, si queremos hacerlo. Dedica al menos una hora del mes, en vez de ver televisión o leer una estúpida revista a hacer algo que creas que beneficie a una causa noble. Es reconfortante saber que muchos americanos piensan igual que ella-se mandó una crítica feroz contra el gobierno de Bush y su decisión de invadir ilegalmente Irak, contra la estupidez de los norteamericanos que creen que invirtiendo millones de dólares en armas y en seguridad van a evitar un nuevo 11 de setiembre. «Seguridad individual» es mejor que «seguridad nacional». Si Estados Unidos invierte más tiempo y dinero en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos pobres de los mismos países que lo proveeen de petróleo y riqueza, se puede conseguir mucho más en materia de seguridad que enviando ejércitos a defenderlo del mundo. Son 190 naciones contra una. Son millones de individuos molestos por la manera tan cojuda como este país gobierna sus relaciones internacionales. Criticó a Bush por mentirle a la gente, a Powell por mentirle a las Naciones Unidas en las pruebas de uranio en Niger, a Rumsfeld, Cheney y Wolfowitz por ser tipos educados e inteligentes que cometen las idioteces que cometerían los menos educados e idiotas.
Esta mañana estuvimos leyendo en clase los ensayos de Matthew Arnold. Solo una frase de esa clase: La Inglaterra de fines del siglo 19 se parece demasiado a los Estados Unidos de principios del siglo 21. Políticos que creen que el dinero y el poder van a asegurarles el bienestar, donde se desprecia la inteligencia y el pensamiento crítico en beneficio del «trabajo productivo». La máquina de trabajar y hacer dinero mientras el trabajo intelctual disminuye y las masas se vuelven cada vez más idiotas, felices porque creen que un televisor de 56 pulgadas es el progreso.

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