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The New York Street

Un blog lleno de historias

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New York Times

Misturas y mescolanzas

Julio Hancco cultiva 185 especies de papa en las alturas del Cuzco.

«Mistura es una mezcla bonita» dice Gastón, en el documental The Power of Food de Patricia Pérez. Mis estudiantes miran y se ríen de buena gana con los comentarios del chef Javier Wong: «¿Puedes comer lomo saltado todos los días? No, porque aburre. ¿Se puede comer cebiche todos los días? Claro que sí. El cebiche es adictivo».

¿Es una reseña? Sí es una reseña. Es una reseña positiva de un evento que sucede todos los años. «¿En dónde profesor?» En Lima. «¿Y cuántas variedades de papas dice que cultiva? ¿185? Y yo solo conozco 3…»

«Es que en nuestros países hay de todo ¿no es cierto?» «¿El pescado del cebiche no se cocina no?» «¡Se cura con el limón!» «¿Cómo se le dice a ese grupo de gente que canta y baila? ¿Comparsa?»

«Yo lo ví a ese Gastón Acurio, estaba con un chef español muy famoso y habían inventado un tipo de dulce. No sé si se hizo conocido o no.»

Y el documental se va desde la feria en Lima hasta las alturas del Cuzco, donde Don Julio Hancco, que solo ha terminado tercero de primaria, sabe cómo sacarle a la tierra 185 variedades de papa. Habla quechua y sus palabras me hacen recordar las imágenes de ciertas páginas de Los ríos profundos que he venido leyendo en el tren, los cantos a los cernícalos que saltan desde los acantilados y se prenden de los cóndores con sus uñas.

En Mistura encontramos  a «El Chinito» y el mejor arroz chaufa, a los panaderos que compiten por una medalla, a Doña Grimanesa con la receta secreta de sus anticuchos, cocinando los palitos mientras recibe pedidos en el celular; a las comparsas que pasan frente a la cámara diciendo: «Solo se vive una vez».

Se ha armado un pequeño alboroto en la clase cuando les digo que he descubierto que el diccionario de la Real Academia incluye «pompa» como «bomba de agua y «bloque» como «grupo de casas». «Eso no está bien…» dice Gustavo, apesadumbrado. Hace una semana, él defendía la pureza del español que se está perdiendo a manos del spanglish.

¿Es el spanglish una mezcla bonita? ¿Es una mistura? ¿O es un injerto abominable que crece y engorda corrompiendo al español?¿Es el spanglish el heraldo negro que nos manda la muerte?

Mis alumnos comparten bocaditos que han traído a la clase y se desean felicidades antes de partir a celebrar Acción de Gracias. «Feliz día del pavo» dicen algunos.

Hoy la noche acaba con buenas noticias. Se resumen en la foto del rostro sonriente de Hillary Clinton anunciando el cese de las hostilidades entre Israel y la ciudad de Gaza; y en este texto explicativo del New York Times acerca del rol del presidente de los Estados Unidos que ha mantenido una comunicación telefónica constante con el líder egipcio: «a singular partnership developing between Mr. Morsi, who is the most important international ally for Hamas, and Mr. Obama, who plays essentially the same role for Israel…»

El artículo dice que la inusual colaboración–Morsi pertenece a la organización extremista Muslim Broterhood– se debe a que el mandatario egipcio parece ser un interlocutor orientado a la resolución de problemas; ha sido franco, ha ido directo al grano. Uno de los testigos presentes durante las conversaciones telefónicas ha declarado que hubo una conexión inmediata entre Morsi y Obama.

¿Será otra mezcla bonita?

El rostro de William Shakespeare (The Cobbe portrait)

Una mañana, entre los primeros rayos gualdos que traía la primavera de 2005, sentado en una deslucida butaca de salón de clases, escuché leer a Shakespeare por primera vez.

Es decir del original, porque vivir en este siglo significa haberlo escuchado al menos en alguna de sus tantas líneas robadas por otros autores, cineastas, músicos o publicistas. El profesor Clement Dunbar empezaba su clase 308 sobre Shakespeare leyendo uno de los Sonetos:

When forty winters shall besiege thy brow
And dig deep trenches in thy beauty’s field,
Thy youth’s proud livery, so gazed on now,
Will be a tattered weed of small worth held…

En meses sucesivos escuché por su boca al desventurado Dromio, a la astuta Portia, al intrigante Ricardo III, al osado Enrique V, al vacilante Hamlet, a la víbora de Iago y a la inocente Miranda; y me fui de aquél semestre con el amor incondicional con que se van todos los que le conocieron (tal vez con la excepción de Tolstoi, que le profesaba un rencor edípico).

Y ese primer día el profesor Dunbar nos dijo que, de ponernos a transcribir lo fáctico sobre la vida del bardo de Stratford-upon-Avon, nos bastaría para la tarea apenas una página, pues tan poco se sabe sobre Shakespeare.

Entonces ¿Cómo así se han escrito tantos libros sobre él?

En la respuesta a esta pregunta yace parte del talento divinizador de los ingleses: porque lo aman.

Si bien cuatro siglos casi se han terminado desde la muerte del poeta, sólo existía de él aquella imagen grave en blanco y negro que embellece la mayoría de las publicaciones sobre su obra. Hasta hoy.

Recojo el New York Times de mi puerta, esta mañana, y me saluda desde la primera página el nuevo gran hallazgo de Ios ingleses: el rostro de Shakespeare. El retrato, secuestrado en una colección privada de más de 300 años, ha vuelto a la vida muy parecido al pésimo actor que lo interpretara en Shakespeare enamorado.

Tengo mis dudas.

No es que me disguste verle por fin el color de los cachetes a Shakespeare y el tono rojizo de la barba a quien escribió algunas de las páginas más extraordinarias de la literatura. Sin embargo, este retrato pareciera ser–espero equivocarme–una de aquellas falsificaciones fanáticas que suelen fabricar los ingleses enamorados.

Nacidos en los burdeles, 4 de febrero


Born into Brothels
Originally uploaded by Ulises Gonzales.

Armada sola con sus lentes y sus equipos, Zana Briski, americana, decide vivir una larga temporada en el barrio de las luces rojas de Calcuta. Su idea era representar la vida de las prostitutas, sin sospechar el viraje que iba a dar su idea original, ni el modo como aquella iba repercutir. En resumen: Zana se enamora de los hijos –e hijas– de putas. De su sonrisa, de su madurez y su modo de ver la vida y de la manera como sobrellevan con coraje el hecho de vivir en esta tierra de nadie, casi condenados a no tener ni esperanza de futuro por su origen y por el trabajo de sus madres. Zana decide darle una cámara a cada uno. Y dejarlos vagar a sus anchas, retratando la realidad como la ven sus ojos. El resultado es asombroso. Hay talento, demasiado tal vez, para unas criaturas sin futuro. Entonces empieza el trabajo de la Zana-misionera, la encargada de agarrarse el alma y deambular por oficinas, llenar papeles, tramitar pasaportes, ingresos a escuelas de internado… Y en la salida del Film Forum las reproducciones gigantes de las fotos de los 8 artistas de los burdeles. La de la criatura apoyada en el auto en blanco y negro; la del perro captado a la carrera, aquella a la orilla de la playa, cuando Zana los lleva en bus a conocer el mar, la mano que se interpone al lente…La sala estaba reventando de gente, y hemos tenido suerte que recordara que era mejor comprar los tickets con tiempo. Hemos hecho cola casi por media hora y sin embargo nuestros asientos han estado lejos de la pantalla. Luego del Film Forum, han seguido dos rondas de vodka en el pub 1849 en Bleeker, en el Village. Annerys ha quedado en mostrarme sus cuentos breves y sus guiones, antes de tomar el A hacia la 168 en Washington Heights. Al regresar a casa algo gracioso: Alina, Elisa Montesinos, la chilena, se ha subido al tren en la parada de Chambers con su amiga valenciana. Es la primera vez que ella se encuentra con alguien en el subway. Y hemos enrumbado hacia Carrroll Gardens para las cervecitas finales. Claro que la valenciana tiene problemas de hígado y ambas terminaron pasando parte de la Brooklyn Lager y la Sierra Nevada a mi vaso para que yo les ponga fin. Antes de llegar a Carroll Garden otra sorpresa: encontramos a Chris, el amigo de Navidad, el chef del pavo delicioso, leyendo un libro en el metro. Él nos condujo, siguiendo los consejos de Elisa, en busca de un bar barato, hasta la esquina en la avenida Smith donde terminaria la noche. Me he acostado con dolor de cabeza y con una ronquera insoportable. Creo que me voy a resfriar..

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