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The New York Street

Un blog lleno de historias

mes

febrero 2008

Pretend (to be positive)

Temblar por un beso,
Por sus ojos sentados sobre mi cuerpo.

Sentir la mirada, la repentina ausencia de miedo
Eso es el universo.

Amar el momento y de momento amarla solo a ella.

Nunca perder el optimismo pero siempre escaparse
Con la cabeza en alto y dos pares de medias

Pretender ser feliz, pretender mucho
Mientras la oscuridad se aglomera
A las orillas del pedestal de tiza

Siempre hay cobre en el cenicero
Siempre hay oro en tus bolsillos vacíos
Siempre podemos contar con la bala de plata

Marinero del catamarán enmohecido
Diletante millonario del jet privado con cepo y treinta boletas naranjas

Tirador de dedo, exprimidor de soles
Sobre el cubo enclenque te has subido
Y has declamado su nombre al borde del desierto
Has recitado nuevamente: los evangelios del deseo

Reina esta noche y las siguientes
Dirigeme la mano y hazme temblar de gloria
Que ella, húmeda y sincera, en el silencio de las sábanas,
Me abrume otra vez.

Aeneid, the Mandelbaum translation



Virgilio leyéndole La Eneida al emperador Augusto.

Pero para sufridas Dido: encamotada, hierve de fiebre al ver al troyano moviendo los pectorales, campechano, echándose flores con la pinta de aventurero, de conquistador. Al parecer nadie le avisó que Eneas estaba haciendo sólo una parada técnica, que después de la meadita y de contar su historia (estaba triste, se le acababa de morir el papá) tenía pensado seguir viaje para Italia.

Así que Eneas siguió hacia el sur, como ya había sido planeado. Los dioses se rieron de su pequeña ambición de formar una familia, cumplir el papel del esposo cariñoso. Te esperan tantas mujeres Eneas, tantas aventuras. No te hagas de rogar. Las diosas le dicen que empaque, que no diga nada y zarpe de una buena vez. Dido se mata por amor mientras Eneas en alta mar sigue al viento, a fundar su imperio.

¿Qué imperios nos esperan a nosotros Sirius? ¿Me sigues? ¿Has movido la cola? ¿Esa es tu manera de decirme que sí? No creo que nos espere nada, para decirte la verdad. No nos ha sentado nada mal quedarnos aquí con nuestra Dido, sentar cabeza, recuperar fuerzas. No me molesta tumbarme en la cama a echar la siesta, preparar la comida, darte de comer al plato, sacarte a pasear tres veces al día.¡Ah, vida burguesa!

Hoy le dije a mi Dido que quiero viajar con ella.¿A dónde más? ¡A Italia! Esta mañana en Borders, estuve hojeando un libro sobre los restos de Pompeya. Buenas reproducciones de los frescos en las paredes, fotos de los caminos de piedra y del coliseo reconstruido. Recordé que alguna vez me saqué las sandalias sólo para sentir que estaba caminando «sobre» las piedras de un camino romano. Recordé también las playas de Sorrento, la vista del Adriático desde el malecón hacia la playa. Me gustaría viajar con ella y llevarla en el bote que recorre la costa amalfitana. Me ha abrazado fuertísimo, me ha entendido.

Eneas en el infierno se encuentra con Dido. Ella esquiva la mirada, fija los ojos en el suelo y por más que él le suplica («es tal vez la última oportunidad que tendremos para hablar») y le dedica toda una stanza (No parece mucho, pero el lacónico Eneas pocas veces le dedica más de una línea a alguien que no sea su viejo Anquises) Dido lo ignora, y sigue sufriendo.

Se me ha quedado grabada–no entiendo bien por qué–, la cara de cojudo con la que Caronte acepta llevar a Eneas. Primero lo encara con rabia, le dice que ya estuvo bueno que dejase pasar, muy a su pesar, a unos cuantos hijos de dioses, pero que él mejor que se de la vuelta, que ni sueñe que lo va a pasar al otro lado. Sin embargo el miserable se rebaja toditito cuando la sacerdotisa le enseña el regalo para Perséfone. «¡Sólo soy un simple barquero!», debe de haber pensado el pobre Caronte, resignado a que algunos privilegiados puedan moverse a sus anchas por el infierno.

Walking Uptown Manhattan


Hay ciertos días en que es necesario bajar la cabeza y seguir caminando. Por cierto que el clima no está malo, es más, me ha venido un repentino deseo de ser libre mirando los edificios desde los ventanales de Hunter. El viento es de color gris, pero los vestidos son de todos los colores. El aire es más fresco, se siente bien recuperarse de la fiebre. ¿En algunos trenes la calefacción es distinta que en otros? No sé por qué ayer me asfixiaba a la misma hora y ahora he viajado fresco y hasta con algo de frío. He llegado con exagerado adelanto.

Una muchacha es de Georgia y yo creía que su acento era británico. Por alguna razón cree que por haber terminado la maestría de literatura debo escribir con un inglés muy bueno. Mirando los grabados del libro de Blake me han dado ganas de adquirir la edición crítica de la Norton.

Quedan pendientes algunas cosas en mi clase de diseño. A los estudiantes les ha gustado recibir una variedad de ejercicios pero voy a seguir intentando darles material. Hay algunos trabajos muy creativos. Creo que las mejores tarjetas de presentación que he visto hasta hoy, lo cual demuestra que se les puede tener fe. Haremos una clase adicional lo cual nunca he hecho antes.

Con el cabello corto, lluvia en Johnson Avenue, bajando por la colinita de Riverdale. ¡Qué difícil resulta encontrar un lugar para estacionarse cerca de Lehman College! Pareciera que todo el barrio se ha comprado un auto desde el año pasado.

El exámen de latín, más sencillo de lo que yo esperaba. Las respuestas se pueden deducir si tienes un conocimiento medio de la cultura clásica. La gramática es la parte más difícil pero para poder cumplir sólo queda memorizar y memorizar. No hay otra. Hemos visto la cuarta declinación.

Toda la historia de Cadmos viene a pelo: Fundador de Tebas, hermano de Europa, mandado por su padre a buscar a la hermana, secuestrada por Zeus. De los dientes de la serpiente sagrada, sembrados en la tierra, nacen cincuenta guerreros que luchan entre ellos. Con los cinco que sobreviven se funda Tebas, pero la familia real de Tebas siempre estará condenada por Ares que llorará la muerte del animal y esconderá su maldición a Cadmos al ofrendarle a su hija Harmonia como mujer. Las Nereidas, las 50 hijas de Nereo con Doris (hijos de Pontus y de Oceanus) Tres Nereidas son las más importantes. De ellas la más famosa es Galatea por la cual pierde la cabeza Polifemo y, Anfitrite, esposa de Poseidón.

Es preciso el comentario de la profesora Bernardo. Siendo feo Polifemo era tan vanidoso como el bello Narciso. Qué gran ejemplo de la relatividad de la belleza y de la estupidez de la apariencia. Hay una chinita en la clase, de apariencia muy bonita. Hay muchas mujeres mayores y un bigotón que llega arrastando los pies. No se le ve tan cansado pero tiene la apariencia de ser alguien mortalmente cansado. El hombre más cansado que he visto en Hunter.

Una larga caminata por Lexington, camino a la 86. Hay tantas cosas que ver en la ciudad, cada calle es tan distinta, tan llena de detalles. Creo que si me propusiera conversar con alguien cada día sería aún más interesante. Debe haber muchísimas historias entre tanta gete que sube y baja las escaleras. El mexicano que sirve los hot dogs no me quiere recordar cómo se llama la col hervida. «Repollo» contesta muy serio. No se le puede replicar nada.

Eneas entra al infierno acompañado de la sacerdotisa, Caronte acepta cruzarlo en su barca luego de ver el presente que lleva consigo: la rama dorada. Debí haber leído La Eneida antes de leer el Infierno de Dante, ahora voy a tener que releerlo. Estoy escribiendo otra vez.

Patrick Stewart es Macbeth


Photo: The New York Press

Anoche vimos Las reglas del juego de Renoir y Frances quedó impactada por la escena de la cacería (masacre) de los conejos. ¡Me preguntó si había escogido la película a propósito!

El clima ha estado tan malo como toda la semana. En la clase de latín hemos empezado con las traducciones del inglés al latín que resultan mucho más complicadas que en el sentido inverso. En la clase de mitología, la profesora Bernardo ha comentado sobre la frase de César a Bruto (Et tu Brute?) que Shakespeare tergiversa, pues en la boca de Julio César, que sólo conversaba con sus pares en griego, la misma frase tiene carácter apotropaico, no reflejaría su corazón partido por la traición sino más bien el profundo deseo de mal para quien le está haciendo mal.

Dos kekitos de Magnolia de por medio (perdido en el West Village, con la casaca hasta la nariz y el gorro hasta la barbilla) y un pollito de Pardo’s Chicken (el pollo más jugoso que otras veces, las yuquitas un poco mejores y una ensalada al vapor bastante buena), el tren 2 hasta el BAM para la función de esta noche: Macbeth, con Patrick Stewart (Capitán Picard de Star Trek) en el papel principal.

El teatro Harvey del BAM (Brooklyn Academic of Music) es una reliquia de fines del siglo 19. Fue abandonado tras la decadencia del centro de Brooklyn en los 70s y 80s (violencia y empobrecimiento de todo el sector) y restaurado y recuperado para las artes a fines de los 90s. Dicen que el entonces director de BAM tuvo que entrar a través de una ventana rota en el segundo piso pues todos los accesos normales estaban sumamante deteriorados. Aparte de los delincuenciales 80 peldaños que hay que escalar para llegar a la galería, el diseño es perfecto, pues respeta la decadencia del edificio, lo que resalta–paradójicamante–los detalles que quedan de su esplendor original.

La puesta en escena es sencilla y eficiente. El efecto dramático es potenciado con sonidos grabados, proyecciones en la pared y efectivos cortes entre escenas. La aparición del fantasma de Banquo es chocante, perfecta para ir al intemedio; igual que el informe del soldado moribundo, al principio, atendido por las tres brujas vestidas de enfermeras; y la carnicería en el castillo de los Macduff. Cuatrocientos años después de haber sido representada por primera vez, todavía se nos pone la piel de gallina al adivinar la suerte de las criaturas o al ver las dagas ensangrentadas con que regresa Lady Macbeth.

Patrick Stewart, actor cuajado en Shakespeare hasta mediana edad, a quien el destino puso como capitán de una nave más longeva y afortunada de lo que pronosticaron a su nacimiento, refleja con gran calidad el deterioro mental del hombre poderoso derrotado por los fantasmas de sus víctimas. Lady Macbeth también da la talla: manipulando, ocultando, tramando, y lavando infructuosamente sus desgraciadas manos de reina mala.

Después de haberme perdido King Lear en el BAM con Ian McKellen ( entradas agotadas) valió la pena comprar los boletos esta vez con más anticipación. El teatro estaba lleno. No sé si muchos vinieron sólo a ver a Picard, pero de todos modos se llevaron a casa un gran Macbeth (Tengo entendido que esta puesta en escena fue la sensación teatral de Londres durante el 2007).

Incendio de la biblioteca/Libro 3 de Paterson

Entre las llamas de la biblioteca que ama
abominable fuego que al dadaismo ofrece
queda la yerma tierra que aborrece
la tremebunda ofrenda que Antonin reclama

Confia en que las cascadas le han de prestar su voz
mientras Paterson arde y se borra su historia
para sembrar otro campo, otra voz y memoria
que el doctor va engendrando con lentitud atroz

De voces de los suburbios pretende sembrar su gesta
Una epica de americanos, sin griegos ni latinos Williams sueña
Recolectando cartas, mapas, revistas; tiempo e ingenio utiliza
Pero van ya tres libros y su hazaña, pequeña.

Paterson ciudad-gigante, a los textos de muertos hoy desdeña
Convoca al fuego y al viento: los reduce a ceniza.

From Paterson, 10 de febrero

To write, nine tenths of the problem is to live.
William Carlos Williams. Paterson Libro 3

Paterson revisited, 10 de febrero

Si bien quienes defienden la ambición de William Carlos Williams de escribir un poema épico que utilice el habla de los Estados Unidos, han querido consagrarlo como el más norteamericano de los poetas del siglo XX; su poema Paterson consigue las mejores imágenes y versos en aquellas líneas donde se proyecta más allá de los bordes de su país.

Tras sus diatribas contra Pound y contra T.S Eliot, a quienes algunas veces calificó de decadentes europeos y de traidores who had run far and wide sniffing at the trees, barking their profundities to each other , el quinto libro de Paterson–que no constaba en la idea original y que Williams añadió en 1958–, es la recreación del River of Heaven (título del quinto libro en los manuscritos originales) y una mirada nueva a la Comedia de Dante.

Pound concibe sus Cantares como una versión universal de la Comedia, como la gesta de una tribu–la humana–que ha trascendido los bordes de Europa. Eliot abriga sus versos más luminosos con el aliento de Virgilio y de Dante. Williams, tras haber agotado su búsqueda de las musas entre las pulcras bibliotecas de los suburbios, da con ellas entre su maltratada colección de poesia clásica. Su quinto libro, con certeza, describe las impresiones del doctor Paterson saliendo del monótono infierno de Rutherford y entrando al Paraíso.

La ciudad

Imagínate a los bárbaros entrando a la ciudad
Imagina la ciudad, el monumento
Ellas que cabreadas entran al laberinto
Ellos que piden pan

Imagínate una ciudad donde
Gallinazos almuerzan gorriones ennegrecidos

Si pudiera pedir siete deseos,
Uno de ellos sería cambiarle el color del cielo
Si pudiera cambiar de ciudad
(Ciudad-deidad-deseo)

No puedes cambiarte de ciudad
Aquí en tu rinconcito la esperas, gris y necio
No hay caminos de salida
No hay barcos

Vives más allá que aquí
Crucificado por siempre

¡Gloria a la vieja ciudad!

¡GIGANTES!

Hace un par de noches estaba en la casa de una amiga que tiene un televisor de 75 pulgadas (exagero un poquito, pero era gigante…) y le pedía a ella y a Frances que se movieran y me dejaran ver, porque estaban pasando en ESPN el resumen de los goles del fútbol europeo.

Mirando las tribunas de los estadios alemanes, ingleses, italianos, viendo esas caras de los hinchas celebrando los goles de su equipo, me pregunté, ¿Cómo es posible que haya vivido tantos años sin disfrutar de ese ritual?

Porque el fútbol, para quienes casi nunca vamos a misa ni se nos ha aparecido la virgen que llora, es lo más cercano a una experiencia religiosa.Hoy, los Gigantes de Nueva York me dieron la oportunidad de vivir una emoción parecida (claro que nunca sabrán estos tíos lo emocionante que es saltar enmedio de la trinchera).

Pero ¡QUé PARTIDO!

El 2002 estuvieron a un paso de llevarse el Super Bowl, pero en la final fueron aplastados sin piedad. Este año no esperaba nada del equipo y creo que por eso fue más emocionante.

Me quedé ronco tras gritar el touchdown de Plaxico Burress. Y más ronco cuando el cronómetro llegó a cero y los Gigantes se abrazaron y en todo el estadio empezó a caer el papel picado.

No importa que haya sido el único en la calle en todo el Bronx, regresando del bar en el auto, tocando el claxon en una ciudad que parecía dormida (estoy seguro que todos siguen en el bar celebrando) Ahí estaba esa misma emoción de los grandes partidos de fútbol. Cierto: Fútbol americano. Pero qué importa. Un gran triunfo para el equipo de fútbol de esta ciudad que es –de lejos– la mejor de los Estados Unidos.

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