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The New York Street

Un blog lleno de historias

mes

mayo 2007

Metropolitan Museum & Rodeo Bar

Desde el techo del Metropolitan Museum, Central Park parece un bosque. Sirven Martinis y cerveza, algunos turistas solo miran, nos miran pasar, se pasean entre las esculturas recalentadas. Es uno de los primeros fines de semana que hace calor de verano.

Las canas de la guía se mueven con mayor rapidez que el grupo. Pasamos de los retratos de las tumbas de los egipcios y las momias conservadas con su cargamento de oro, del templo desenterrado y regalado por Nasser piedra por piedra, hasta el retrato de Lavoisier por David (un poco antes que le cortara la cabeza la guillotina) y a la soberbia imagen de Aristóteles apoyado en el busto de Homero cargando la cadena y el escudo de Alejandro Magno. Rembrandt, que influencia a Goya. Esas sombras que esconden sin tapar del todo, los gatos oscuros a raya a medio metro del hijo del enano y el estilo que aprovecha Manet cuando empieza a pintar. Y de Manet vamos al techo. Un Martini sin cereza y a mirar. En las veredas del Met abundan los retratos de geishas, el hot dog en Lexington Avenue, los vendedores de frutas parecian un trio de albaneses. Tal vez griegos.

¿Mesa para 10? ¿Para 12? Al final fueron como 15 porque no contaba con Gianpaolo y sus amigos. 3 pisco sours al hilo, jarras de sangría, las velas y el happy birthday to you. Jillian consigue un pollo saltado sin pollo al mismo precio, y el del pelo grasoso no la deja de mirar. Río ha llegado desde Panamá y Patricia a recoger sus cuadros con el novio. Lucy vino con el del pelo grasoso pero creo que ya se ha arrepentido de traerlo. Antes de irnos ya todos estamos un poco cansados. Juego de palabras con el conejo. Siempre el doble sentido que se presta para la cochinada y las carcajadas de Gillian que acaba de filmar un documental en el South Bronx. Llamada desde Rodeo Bar, correr a ver a Elana James, ganadora del Grammy, con violin y folk music, bajo, country, bandera de Texas (Elana es de Austin). Alejandra me saca a bailar, un par de Coronas extras y a tomar el taxi con parada en la 86.

Hay dos formas de alcanzar el cielo. Sonrisa en el taxi. Casi nos quedamos dormidos, el taxista conversa en el celular todo el camino, cruzamos la 87, salida 10. Me lo dice. Subimos a oscuras, pongo mi alarma para despertarme, si puedo, antes de las 6.

Faustus and forgiveness

 

matchpoint
Scarlett Johansson and Jonathan Rhys en una escena de Match Point, el filme de 2005 dirigido por Woody Allen.

 

Si el taxista sube en la siguiente esquina
si los hombres se alojan en las bodegas
si las mujeres golpean con los terrones de lona
si la bola muerta entra de todas maneras

Tanta cerda en vilo
tanto contramano.

Entre los rieles de los trenes y la ruta. Gimnasio, dos vueltas con libro. Los acantilados de Neruda, las ruinas de Paz. Las notas en el registro, varias A. 86 grados. Como que no quieren pero van a escribir el ensayo contra MVLL. No sobre literatura sino sobre convicciones politicas. Juan me dice que anda depre, pero igual me avisan que ha llegado a Lima el Pobre Diablo. Alejandra me recuerda que no me olvide sus telas. Me invitan de nuevo a recordar el picnic mas largo del mundo. En el tren 1 a Manhattan subrayo la llamada de Faustus a Mefistófeles. Se arrepiente de haberle entregado su alma pero es que lo quiere todo. Y no cree en nada. Desfilan los pecados capitales, todavia podemos pedir forgiveness.

Me llevo una pila de libros a la casa, el de Marlowe y el de Moll Flanders que tengo que leer para el examen. Los diarios de Eliade, Barthes, etc.

No regresaremos al vegetariano del especial de la noche, los precios han subido las chicas no son tan delicadas en el trato. Una de ellas es bastante grosera. Hay que ver todas las pelis de Alec Guiness. Hay que ver The Proposition que ayer encontré a $5 en el Blockbuster.

En Match Point el tema de la suerte el movimiento ascendente, la identidad con el sujeto cuyo lugar es deseado. Las nalgas de Scarlet Johanssonn bajo la lluvia. En 2001, el libro, el final de Hal es muy claro, se analiza desde un punto de vista psicoanalítico. Y en Dora Freud no dio pie con bola. Al gallego le dieron una clase de teoria literaria, pero ha fracasado. Entra Hunter. La reina de Inglaterra se queda estancada al cruzar el arroyo. Y esos cuernos hermosos desafiantes, se decide el destino de la reina. A ver si alguien se acuerda: Reyna es el tipo que marcaba a Maradona.

Antojito de arroz zambito

«En el versículo 7, el Capitán Cavernícola dice que no se puede comer pan con mango». Eso recitaba el cuatrero barato. Medias de nylon con cartelito de Koyama, bluejeans roídos, tabas de remate de Superepsa.

En esa época no existían aún las combis y los carros viejos como el mío costaban casi 10 mil dólares y llevaban en alguna parte de la guantera su sello: Ensamblado en Perú.

Puse el radio en Mar, la que siempre escucho, la voz del Ronco me hizo acordar que la flaca me estaba esperando con su uniforme de colegiala. Lamenté no haber recogido los papuleles que me atoré el otro día con ella. Así nos hubiéramos divertido más. Pero no todo es perfecto. Al fin y al cabo estamos en Lima.

«Siéntate perdedor» me dijo el cuatrero barato. De nada sirvió que volviera a mirar con desprecio sus medias Koyama. Se me empezó a contagiar la desgracia y hasta me acordé que alguna vez, paseando por el Jirón antes que lo transformasen en supermercado, también compré algunas cositas en el Tía frente a la Iglesia.

El cuatrero barato es el mejor peluquero de Lince. Entre cortada y cortada, como para inspirarse, se iba detrás de la cortina y se metía su traguito de pisco. De pico. Creo que con dos clientes se acababa la botella el chino. Después cerraba el local y se iba a chupar.

«Hay que catequizar a estos mierdas» dijo la pelada. Y le zampó una bofetada tecnológica a la perra esa de Patricia. Me acuerdo que me sentaba con ella en el asiento de atrás, camino al colegio. Ya tenía las piernas regordetas. No me extrañaría que se la hayan comido las várices.

«Lima tiene demasiada leche condensada» Facilito se la lleva este huevón. Nunca supe de donde sacaba sus frases célebres, pero se podía pasar toda la tarde llenándote la cabeza de esa basura. Te ibas con menos pelo (corte alemán) pero con una tonelada de carga radioactiva en el cerebro y luego no sabías qué hacer con ella.

Respiré hondo. Había cada vez más humo en las calles de Lima. Qué bueno es vivir a cuatro pasos de la peluquería. Abro la puerta de mi casa. Me acaban de dar la copia de las llaves. Basta de mostrarle el aliento a mi mamá. Basta del «¿has tomado?». Si ya sabe que sólo a eso voy. A chupar. Para qué molestarse en constatar que el aliento siempre me apestará a alcohol.

Retiro lo dicho. No sólo voy a chupar. Me encantaría agarrarme a Silvana, pero por alguna razón todo lo que digo cuando estoy frente a ella siempre está mal. Mi adolescencia siempre ha sido una cagada. Demasiadas ideas condensadas. Demasiada leche en bolsa. El cuatrero miserable tiene la razón. Nunca me he divertido tanto como ahora, a la distancia. Cuando puedo imaginarme a Lima en llamas, su raquítica niebla cayendo pesada sobre los edificios de sus acantilados de pesadilla. Pensar que alguna vez caían gotas. En mi Toyota de 10,000 dólares. Recuerdo haber mirado a los bañistas de la Costa Verde duchándose bajo las cascaditas.

«Esa es tu Lima que se fue». Y sí pues. ¿Qué están chupando? ¿Sirve de algo preguntar? Igual me lo voy a empujar. Bonito, bonito, todo para adentro. Como la siniestra mirada con la que reventábamos la pelota contra la puerta de la casa. Lo ideal era hacer mucha bulla. Mi barrio era clasemediero. La Molina sólo el nombre, un sitio bastante aburrido. Desde que se separó el grupito que jugaba al fútbol en uno de los pedazos del parque, desde que se fue Patricia y sus caramelos con sabor a Coca Cola. Creo que ella debió de haber sido la protagonista de mis primeros sueños eróticos.

¿Por qué cuando la penetro no pienso en ella? ¿Por qué ya no me interesa para nada si Perú va a un mundial? ¿Por qué me cuesta fijarme en un tiempo determinado? ¿Por qué no recuerdo el nombre de la perrita que conocí en el bus a Quito? ¿Por qué no me basta mirar sino que tengo que juzgar?

Sé que al cuatrero enamorado le daría demasiada risa todo lo que he escrito. Sé que a la pelada le temblaría la mano si tuviera que darme una bofetada. No podría. Sé que en algún rincón de su inconsciencia sonreiría ante tanta confesión, ante tanta miseria.

No me había perdido montando la bicicleta. Aún recuerdo el dolor de aquellas primeras caídas, de aquellas silenciosas rondas, de su perfume de precio módico (no tan barato) quejándose de que le estaba poniendo la cabeza encima de su chuchita. Nunca me voy a correr como me corrí esa noche borracho sobre su cuerpo ardiendo. Nunca voy a besar a nadie como besaba sus labios en esos tubos inmensos de desagüe. La buena notica es que parece que nunca voy a estar tan solo como cuando murmuraba su nombre y lloraba.

¿Por qué me vienen estas memorias? ¿Por que tengo antojo de arroz zambito?

Fast Memo


En el edificio hay dos puertas levadizas. Ninguna tiene seguro contra choques. «Si no hubiera sido por el seguro total no hubiéramos podido comprar la Toyota». Mamaroneck se inundó. Apareció en la primera página del Journal News la foto del edificio donde viví cuando llegué a Nueva York. Parece que se va a derrumbar. Es una decadente y llena de cucarachas torre de Pisa. Las mejores memorias son ciertas tardes de sol acompañado por ella y ciertos fines de semana mirando de corrido El Padrino 1, 2 y 3 junto con Buenos Muchachos.

Hay por algún lado un video de la primera vez que salí a trabajar en el invierno con toda esa nieve. El guatemalteco Herman decía que quería que le presentase algunas peruanas porque no conocía a ninguna (estaba casado, le gustaban las motos, las correas y botas de cuero de serpiente y mencionaba a todos que Guatemala había tenido 25 años de guerra civil).

A Cristóbal , el ecuatoriano que trabajaba de superintendent en el edificio, le gustaba repetir que Herman estaba mal de la cabeza. Cristóbal va de compras a Home Depot y compra doble de todo «uno para el doctor otro para mi casa». Creo que ahora vive en alguna de las Carolinas intentando encontrar la fórmula para trabajar menos pero siempre sacar el doble de provecho.

Es la primera vez (creo) que ordeno una Cider Ale. No estaba mala. En el restaurante Harvest de Hastings on Hudson el bisteck estaba demasiado cocido. Demasiado elegante para tan mala comida. Mejor estaba el muffin de esta mañana con energy drink.

Ha salido el sol. Estamos esperando que aparezca el camión con el último The Bronx Journal. Tengo que seguir escribiendo sobre Middlemarch. Me aceptaron para el curso de 3 días de Writing Across the Curriculum en Lehman.

Pensando en voz alta

 

Quiero escribir un ensayo sobre Middlemarch. Tengo como fuentes de información el libro de LeavisThe Great Tradition– y el Western Canon de Harold Bloom. Tengo los ensayos de la edición de la Norton, con esta terminante declaración de Henry James en un ensayo de 1873:No hay nada más poderoso que esas escenas en toda la ficción inglesa, y ciertamente nada más inteligente.

James se refiere a las escenas donde Tertius Lydgate, el doctor del pueblo, joven y voluntarioso, que cree contar con la energía necesaria para transformar completamente la historia de la medicina moderna, tropieza con los problemas comunes del hombre vulgar: deudas contraídas para amueblar la casa, una renta demasiado cara, chismes cuando las tiendas empiezan a negarle el crédito, y una esposa bellísima pero engreída a la que no le interesa nada sino ella misma.

James habla del «drama humano» retratado magníficamente por Eliot, de «las luchas de un alma ambiciosa al tropezar con los sórdidos desencantos y las verguenzas comunes a las que se tienen que enfrentar los simples mortales».

Estaba un poco desencantado con la idea de que nadie lee Middlemarch, de que poca gente se atreve a enfrentarse con las más de 500 páginas (en letra pequeña) de la magistral novela de Eliot. Sin embargo me alivia saber que estoy equivocado. El 2008 Sam Mendes, el de American Beauty, empieza la adaptación de Middlemarch para el cine.

Me interesa el retrato de Mr. Casaubon. Estuve pensando si el personaje no tiene unas dimensiones que aún no han sido suficientemente valoradas, porque se trata del típico envidioso intelectual frustrado cuyo único pecado -o pecado original- es haber estado demasiado tiempo metido entre los libros y carecer de las herramientas para juzgar el mundo. Una especie de Lobo estepario que nunca alcanza la redención. Y sin embargo Herman Hesse escribe sobre un intelectual aislado, Casaubon es un intelectual que busca el contacto con la sociedad y al que además le interesa mucho el qué dirán. Casaubon es el hombre que se juzga mejor que todos pero no puede probar ningún resultado intelectual que amerite la fama que él mismo se otorga, que sobrevalora aquella «futura obra», aquella Llave de todas las mitologías que nunca verá la luz.

Dorothea es un personaje magnífico. James la considera «una creación brillante». Podemos sentir a Dorothea casi levitando de contenta cuando realiza una obra de bien. Su problema -ser corta de vista-no le impide alcanzar su objetivo, previo matrimonio con Will Ladislaw.

Sin embargo, el personaje de Dorothea tiene ya varias copias. Sin ir muy lejos: las dos heroínas en las que se basó Eliot para crearla: Antígona y Santa Teresa de Ávila.

Casaubon no sé si tenga copias. Y no sé si haya sido estudiado lo suficiente.

Liv


Nos conocimos en un seminario de yoga al que había asistido de curioso, en una de la callecitas abandonadas (ahora rejuvenecidas con discotecas y bares) de la zona del mercado de pescadores.

Se le ocurrió estudiar yoga luego de un viaje de dos meses a la India. Encontró el anuncio de clases semanales por menos de 100 dólares en Craigslist y se inscribió inmediatamente.

A la tercera semana de clases la invité a cenar. Le pregunté si conocía algún restaurante de sushi cerca y ella me dijo que había uno en Gramercy Park a la vuelta de su depa. Aprendí esa noche que a Liv le encantaba hacer caras. Achinar los ojos, encojer los labios, agrandar las bolas de los ojos. Era una experta en muecas.

Conseguí que me invitara a su departamento. Era un estudio pequeño. No había separaciones entre la sala y el dormitorio. La cama, ordenada y cubierta con una muy femenina cubrecama de rayas rosadas me miraba todo el rato. Quise besarla.

-Creo que estamos yendo demasiado rápido-me dijo. Y yo no insistí.

Estuvimos haciendo boberías, contándole de mis clases avanzadas de guitarra y de mi breve experiencia como corresponsal de guerra en Afganistan. Casi se orina de risa cuando le dije que todo había sido culpa de mi falta de inglés y de mi mala costumbre de no tener un aparato de televisión durante más de diez años. «Yo pensé que la guerra ya se había acabado». Estaba entre sorprendida y desconfiada de mi absoluto desconocimiento de los temas de actualidad

-¿Cómo puedes trabajar de fotógrafo para periódicos si no sabes lo que pasa en el mundo? Liv tenía (tiene aún) , un modo muy peculiar de interrogar con la mirada. Mueve las cejas así y asá, giran los rulitos castaños sobre su frente y sus pechos parecen rebalsar debajo de la camiseta.

Le expliqué que mi trabajo poco tenía que ver con la actualidad. Por ejemplo: fotografiaba un árbol a punto de derrumbarse en una calle de Brooklyn, fotografiaba animales que merodeaban debajo de ese árbol y usaba la computadora para hacer collages fotográficos. Ilustraciones que parecieran fotografías. Me gustaban los colores vivos, los rojos Almodóvar, los amarillos Kubrick. No me entendió lo de Almodóvar ni lo de Kubrick con lo cual me di el gusto de replicar que si bien mi desconocimiento de la actualidad era terrible, su ignorancia acerca de películas era total.

-La última vez que fui al cine fue antes del 2000. Una película de drogas y lesbianas atolondradas.

Le respondí que esa bien podría haber sido una película de Almodóvar. Le mencioné todos los títulos pero ella no parecía acordarse de ninguno. Apenas si recordaba una escena en que una salchicha de carretilla se transformaba en nave espacial. Me dejó en la luna. Me lancé otra vez a besarla y esta vez me dejó. Sus labios eran frescos y tiernos.

-Creo que estamos yendo demasiado rápido-murmuró. Y con las manos apretó mis bolsillos y me preguntó -¿Qué llevas acá?
-Un condón-respondí. Y no paramos de reirnos mientras nos desnudábamos con prisa.

En la mañana Liv volvió a hacer sus muecas deliciosas mientras me recitaba un largo menú con todo lo que podía prepararme para el desayuno. Le dije que si me alcanzaba la guitarra que colgaba en la pared, le podía dedicar una canción. Le compuse una melodía que ella escuchó en silencio, mientras jugaba con su manos debajo la sábana, volviéndome un amasijo de ternura mientras intentaba traducir en música lo que sentía por ella esa mañana.

Creo que lo conseguí.

A View of Anglophone Literature


Este fue mi intento por enlazar los cinco libros que leí para mi curso World Anglophone Literature.

Mi punto es demostrar que hay una conexión entre la lectura de grandes obras y la escritura de grandes obras. Que la calidad de lo que uno lee se manifiesta en lo que uno escribe. Ese es uno de mis objetivos al decidir estudiar literatura inglesa. Se puede hablar de la originalidad de un gran escritor pero no se puede negar que ellos tomaron esa magia creativa de las grandes obras que los formaron. Hay trazos de Dickens en el Middlemarch de George Eliot, hay rastros de Faulkner en Cien Años de Soledad y en la obra de Vargas Llosa. Hay Kafka en Coetzee y Shakespeare y Sófocles en todos los grandes escritores que alguna vez leyeron al dramaturgo inglés o al griego y se identificaron con los grandes temas de sus obras.

En los Versos Satánicos creí haber encontrado un homenaje de Rushdie a Othello, sin embargo resulta que también es un tributo a La Tempestad, a Hamlet, a Macbeth y a Julio Cesar. Y si hubiera leído más Shakespeare seguro que seguiría encontrando similitudes con los personajes, los temas y los escenarios del libro de Rushdie.

Los escritores que hemos leido este semestre se agrupan en lo que algunos intelectuales denominan el post colonialismo, como si la literatura inglesa fuera un yugo del que hay que liberarse para poder crear. Este trabajo prueba que una de las caracteristicas que agrupa a estos cinco autores, es precisamente su admiracion por autores «coloniales», por los maestros ingleses, cuya influencia se puede trazar con cierta facilidad.

Volvi a mencionarle a la clase que Garcia Marquez se sentiria ofendido si lo etiquetan de escritor post colonialista. Ya es bastante malo que lo consideren parte de un movimiento con un nombre tan feo como el Boom.

En la primera línea de Mitad de un sol amarillo de la nigeriana Ngozi, encuentro una línea que me lleva directamente hasta Don Quijote y en el principio de Dios de las cosas diminutas de Arundhati Roy, encuentro el homenaje no tan en clave a The Waste Land de T.S. Eliot.

Another Way of Criticism
By Ulises Gonzales

George Steiner says that the best answer to a work of art is another work of art (8). He says that “each performance of a dramatic text or musical score is a critique in the most vital sense of the term: it is an act of penetrative response” (7). He calls that “responsible criticism.” The five books that we have read for this class echo Steiner’s theory because they are creative answers to other books that the authors have read before.

Through the texts written by Azar Nafisi, we can find traces of the author’s readings. We can feel the love of Nafisi for Henry James and Vladimir Nabokov, her passion like her students for The Great Gatsby. We can feel the poetry of T.S.Eliot and the lyricism of English poets and Indian traditions in the world of Arundhati Roy. We can trace the passion for Robert Browning and the whole English literature in the books that Odenigbo gives to Ugwu to read in Ngozi’s Half of a Yellow Sun.

We can feel how Coetzee builds his own world starting from that images given in the original poem by Kavafis. And trough Salman Rushdie and his Satanic Verses, we can feel the powerful images of The Tempest when the plane crashes; we can see the witches of Macbeth operating under the disguise of demons and archangels and feel the hate of Iago coming trough the body of Saladin Chamcha calling the jealousy of Othello to destroy the life of Gibreel.

In reading these five books, certainly we are reading the books that inspired these authors, the ones that helped them to accomplish the task of writing their novels. Steiner writes that if there was a world without critics, the criticism would be practiced by the artists. These five authors, choosing their subjects, the voice to tell their stories, the structure of their plots and even the description of their characters; are exercising the task of a critic.

Nafisi judges the violent repression of women during the Fundamentalist regime of Iran, using the voices of Lolita and Daisy Miller. The freedom of Daisy is the example that she chooses to represent the possibilities of a woman with the freedom to defy the authority of society and the «rules» imposed by a certain society. Humbert is compared to the Ayatholla and their accomplices who hate what they love. Humbert can’t convince Lolita to love her, and then he uses his strength, and his power, to try to make her docile.

Roy starts her novel-poem with «May in Ayemenem is a hot, brooding month» (Roy, 3). Like an echo to «April is the cruellest month» of T.S. Eliot. Her description of that world of Rahel’s childhood, the allusion to the river as a source of life and death, to the water, to the rain, to Nature and the wilderness where the children play, is a direct translation from The Waste Land. Later in the book, Lenin is forced by his dad to recite: “Friend Roman countrymen” (Roy, 260). and many centuries of English scholarship enter in the story through the lines from Julius Caesar, as if literature were the tentacles that keep the world of Kerala attached to the Western world, as if Shakespeare was also one of the Gods of Roy’s universe. We should not forget the permanent references to Heart of Darkness, to Kurtz, to Conrad. Even the topics of Conrad’s novel are present in Roy’s book: love for humanity, madness, and the craziness of politics.

Ngozi is called the daughter of Chinua Achebe. Her topics, her description of Africa, follows the steps of that great African writer, but when Ugwu needs to read literature Odenigbo does not give him an African author but a poem by A.E. Housman (Ngozi, 77). Ngozi even starts her novel linking Odenigbo’s character and positive influence among his people with his experience with English books: “Master was a little crazy; he had spent too many years reading books overseas”(4.) On the other hand, the mention of “crazy” and “books” together in one sentence is not an accident either. From the very first paragraph of the novel, Ngozi is giving us a glimpse of the Quixotesque adventure of her characters.

J.M. Coetzee establishes his little world of Waiting for the Barbarians, following certain rules and images given by Kavafis. But his Barbarians belong to the universe of Kafka. There is an absurdity to the situation: criminals that nobody can see and a crowd betrayed by a powerful empire that acts like an invisible force creating fear among its inhabitants. The poems is from Kavafis but the whole creation is a product in the line of Kafka’s The Castle where nobody can see the ruler of the castle but he seems to be watching everybody’s actions.

The Satanic Verses is one of the finest tributes to the magic of Shakespeare’s characters. Certainly we can trace Rushdie’s readings and find similarities to Milton, the battle for the Paradise, and the fight of the angels against God: “challenging God’s will one day they hid muttering beneath the Throne, daring to ask forbideen things: antiquestions” (94). We can’t forget that in the Satanic Verses there is a permanent play with mutations and transformations. It seems to be a permanent conversation of Rushdie with Ovid’s Metamorphoses.

The references to Shakespeare’s plays are the core of the most important passages of the Satanic Verses. Among the crisis of the plane crash, Gibreel and Saladin manage to get to an island. Rushdie’s irony is that, in this case, the island is England: “these were the first words Gibreel Farishta said when he awoke on the snowbound English beach” (10).

Here the beautiful Miranda is transformed into an old cranky woman, who seems to have found the beauty of a perfect human being in Gibreel, imagining that he is her gaucho from a forgotten kingdom in the Argentina’s pampas. Julius Caesar and Othello are mixed when Gibreel has his first attack of uncontrollable jealousy. Allie tells Gibreel: “The picture of an honourable man” and Gibreel shouts violently: “Tell me at once who the bastard is” (326).

Postmodernism allows the writer to build a world using the fragments of the reality. Satanic Verses is Rushdie’s plan to build a world using fragments from many different sources. It is a “responsible criticism” to the world where he lives. There are references to television programs and to Bollywood movies, there are myths from popular culture and myths from the Eastern world.

There is also the possibility that Rushdie is trying to find the way to tell us a new story, knowing beforehand that “in an ancient land like England there was no room for new stories” (148).

Works Cited

Coetzee, J.M. Waiting for the Barbarians. New York: Penguin, 1980.
Nafisi,Azar. Reading Lolita in Tehran. New York: Random House, 2004
Ngozi, Adiche. Half of a Yellow Sun. New York: Knopf, 2007
Steiner, George. Real Presences. Chicago: University of Chicago, 1991
Roy, Arundhati. The God of Small Things. New York: Random House, 1997
Rushdie, Salman. Satanic Verses. New York: Picador, 1988

The thieves are in Baghdad

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Recuerdo que el 11 de setiembre, estando en Manhattan, me asomé detrás de un grupo de gente en un hotel de la Setima Avenida, frente a un televisor donde pasaban las primeras imágenes del segundo avión que se estrelló contra las torres gemelas (aún no se habían derrumbado). En ese momento, en el cual yo asociaba el lío terrorista con mis experiencias limeñas (el atentado a la IBM en que volaron los vidrios de mi casa, Sendero tratando de incursionar de noche al pueblo de mi mamá, mis excursiones al edificio destruído de Frecuencia 2 y a las ruinas de la calle Tarata) escuché la voz de alguien que decía «Esto significa guerra».

Me sorprendió mucho porque en mi cabeza subdesarrollada terrorismo significaba preocupación, esconderse, tomar previsiones. En la cabeza de los americanos, ataque significaba revancha, venganza, contestación. El ojo por ojo.

No todos los americanos piensan lo mismo. Pero los que tenían el control-y aún lo detentan-eran Bush y sus cómplices. Digo cómplices porque lo que en algún momento se quiso justificar como un intento de expandir la democracia al Medio Oriente cada vez queda más claro (y más turbio) que no ha sido más que una tremenda excusa para maltratar a un país ya de por sí maltrecho.

Acabo de leer que se está apurando una ley para que las compañías petroleras del mundo puedan entrar a explotar el petróleo de Iraq. Entre justificaciones patriotas y lloriqueos republicanos por dinero para los soldados, los americanos están presionando para que salga una ley que proteja la inversión privada (el petróleo fue estatizado en Irak en 1972). Así que ahora empieza el reparto del botín. Antes de que los demócratas decidan que el ejército tiene que irse de Irak. Antes de que algún fundamentalista decida que nadie tiene derecho a beneficiarse con jugosos contratos sin la aprobación del pueblo de Irak.

Y los republicanos que juraban que Irak sería un mejor país sin Saddam. Allí está el ejército, los soldados a cargo de la penosa tarea de resistir mientras las compañias petroleras se instalan en Baghdad y las oficinas de Exxon, Shell, Mobil, reemplazan a los cuarteles. Asegurar las ganancias es la consigna. Porque es muy fácil quemar una bandera nortemaericana, pero quien se meta a bombardear un grifo Exxon es un terrorista, eso es un atentando contra el sagrado libre mercado.

Toda el dinero que cierta familia ha ganado negociando los combustibles debería ser confiscado para reparar los daños que se le ha hecho a la imagen de la democracia en el mundo. Criminales que dictan leyes en Irak. Farsantes. Miserables.

Para terminar una noticia de hoy en msnbc. al parecer los robos son más burdos de lo que yo pensaba. Se roba a manos llenas en Baghdad. A muy alto nivel. Que nadie se vaya de Irak sin su millón de dólares en los bolsillos. No los soldados por supuesto, sino los de arriba, esos maestros en el arte de engañar.

In one example of insufficient controls, the United States stored hundreds of millions of oil dollars in a vault in a Baghdad palace. Government auditors found that the key to the vault was kept “unsecured” — in a U.S. official’s backpack.

Iraq’s U.S. administrator, Paul Bremer, pledged last year to hire a certified public accounting firm to ensure proper controls. But the United States gave the contract not to an accounting firm but to a tiny consulting company, Northstar — which NBC News found is headquartered at a private home near San Diego.

«They violated the rules. They picked a contractor who didn’t meet their requirements,» says Paul Light, a government contracting expert and professor at New York University.

Northstar’s president says the Pentagon knew Northstar was not a certified public accounting firm and that four experienced employees went to Iraq and did a good job. However, one audit notes that a single Northstar employee maintained spreadsheets tracking billions of dollars.

Bremer would not comment. His aides say Iraq is a war zone and their top priority was getting money quickly where it was needed, even if the accounting wasn’t perfect.

But NBC News has learned that a draft government audit faults the United States for “inadequate stewardship” of up to $8.8 billion in oil money, handed over to Iraq’s ministries but never fully accounted for.

En Riverdale, el Village y arriba de Yonkers, 8 de mayo


Pol dice que me puedo demorar un poco con el comic. Sabe que los historietistas se toman su tiempo. Salman Rushdie escribe contando pedazos de vida, todos sabemos que la culpa de la mala leche de los londinenses es el clima, asi que Gibreel (Otelo), estrella de Bollywood y a la vez mensajero del profeta, transforma las calles de Londres en una vereda tropical. Chamcha (Iago) ha cambiado el acento anglo por los cachos del diablo, en fin: Todo se transforma. Todo cambia. El mundo same old same old? No no no.

Estamos en la 287 llegando a Port Chester, pero para Frances todo lo que sigue de Riverdale es Yonkers. Lomo fino, helado de piña en piña, jalea mixta. En el nuevo Acuario. Cuenta todo Chino, a ver, ya sale el Token. Pero en digital porque no hay plata, ve tu a saber a donde se fue el dinero. Ahora tengo que escribir la nota sobre Granta y terminar la historia para el curso de Yood.

Le muestro a la clase la fotocopia que me ha llegado, en el sobre con el membrete de la British Library: publicado por Amalia Elguera en The Listener, la legendaria revista de la BBC donde W.H. Auden publicara sus primeros poemas y Virginia Woolf, E.M.Foster, George Orwell y Bernard Shaw colaborararan con frecuencia. Comienza tomar sentido esta vida incompleta. Hay dos grabaciones en la British Library, pero es caro hacer las copias. Elguera lee con una famosa intelectualy periodista londinense.

Ayer hemos estacionado en Bedford Street, no fue dificil. Un sitiecito al lado de la bomba de agua en plena esquina de Commerce. Precioso atradecer en las callecitas del West Village que ahora que lo pienso tienen un airecito a Barranco pero con mejor cielo y mejor luz. Ha llegado el dinosaurio casi una hora tarde, su amigo ha empezado a sudar con un poquito de picante en el tacu tacu. El primer asiento confortable en el Pardos Chicken. Frances dice que la siguiente vez no nos sentamos hasta que nos aseguren el booth. Parece que hay que ir de cuatro a comer al Pardos. Maricucha para Frances, algarrobina para mi. Pisco sour y ensalada con pecanas dulces y bollos de ese pollito que tu me regalaste.

Dice el Mocano que los mexicanos saben bailar salsa. Celebraron todos el cinco de mayo pero la verdad que el barcito en Riverdale Avenue estaba bastante aburrido. Una Guiness y a dormir y el sabado a dormitar. Visiones sobre la mesa del Acuario. Pechos gigantes.

Le digo a Amparo mientras me corta el pelo que ayer Carlos estaba en el sueño presentándome «¿No conocés a las dos artistas?» Y enmedio del sueño las dos mujeres preciosas, sentadas sobre la cama del que antes era mi cuarto en Brooklyn, dando una explicación que al despertarme recordaba palabra por palabra, claro que ya no. Van a remodelar la parada de la 59 y los peluqueros se van a quedar varados por 6 meses. «Apunte mi teléfono, por si se le antoja cortarse el pelo antes».

El almuerzo en el Whole Foods, «Eso me pasa por ser tan mañosa», dice Maryneli. En Filadelfia hay una casita donde podemos ir. Y porfa: organicemos las semanas cortas-de lunes a miércoles- para ir de viaje. Kayaks sobre el Subaru ( o bicicletas), camping en la playa, paseos a Maine o trekking en los cerritos de los Adirondack.

En Middlemarch hay mucho que decir entre el doctor Lydgate y el millonario Bulstrode, al que se le ha muerto Raffles. Creo que George Eliot está apurando el paso, no hay muchas de sus frases brillantes. Middlemarch está empapelada con frases hermosas, brillantes, con la filósofa Eliot que habla sobre la vida, la muerte y el trabajo que dignifica o envilece al hombre. En The Great Tradition, Leavis habla de la gran influencia de George Eliot sobre Henry James. Si bien James pretenda que se la ha pasado por alto.

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