Hoy, en esta ciudad, ha ocurrido un milagro. La bruja de la mala fortuna ha sobrevolado Nueva York. Una bruja italiana. No puedo decir si veneciana o siciliana. Pero ha dejado su carga de medias de nylon negras, cargadas de fruta, letras y bocados deshidratados. Tengo entendido que se llama Bofana y que cada 6 de enero visita las casas de los niños italianos para desearles mala suerte o buena fortuna, dependiendo de su comportamiento en los 12 meses precedentes. Fue una cena inesperada, en casa de Rachel, porque mi plan era quedarme un tiempo mas en Barnes and Noble, pasando las hojas de los libros a los que le habia echado mano: Historia de la Eternidad de Borges, Poeta en Nueva York de Lorca, Hamlet de Sheakspeare, The Odyssey de Homero y un libro sobre filmes de culto. Despatarrado sobre un estante del local de la 14 deje casi 2 horas en la lectura del ensayo borgiano sobre los traductores de «Las Mil Noches y una noche»(Arabian Nights). Desde la primera de Galland, pobre, aunque enriquecedora en el sentido de proveer las historias de Aladino y otras noches memorables; hasta la del doctor Mardrus que dotaba de orientalidad desmedida a los sosos textos en árabe. Borges habla de los cuatro traductores alemanes y desprecia su carencia literaria. Reconoce la falsedad de Mardrus pero resalta su ingenio y su verbo, sobre su fidelidad al texto y pone su traduccion como la mejor realizada, segunda a la de Sir Richard Burton. Lei solo algunos versos de Lorca, recuerdo particularmente uno que habla sobre el asesinato de los animales y sobre los aceites que se vierten en el Hudson, la soledad de Columbia University y las figuras gordas caminando sin personalidad por las calles de Manhattan.
La cena en casa de Rachel fue deliciosa. El cocinero fue el sicialiano Gianpaolo, encargado de la comida y de la bebida: un vino siciliano de mesa: Nero D’Avola, rojo, delicioso.
Cargado de regalos, libros,t res filmes japoneses y El Libro de Manuel de Cortázar; era pasada la medianoche cuando regreso a casa. Iba a dormir. Pero el disco envuelto en el sobre rojo me tentaba demasiado. Vi la peli: L.A. Confidential, de Hanson Curtis, basado en un libro de Leroy. Y he ahi la famosa conversacion entre el capi Dudley y el detective Bud White, cuando Dudley le pregunta a White si lo esta siguiendo y Russell Crowes le espeta: en Tecnicolor…
Un filme representando la era, pero sin llamar demasiado la vista sobre el tiempo. Lo trascendental son los personajes: Fabuloso Kevin Spacey como Frank Vincennes, el detective que acosa a las celebridades. Fabulosa Kim Basinger en su vestido de capa y guantes negros. Fabuloso De Vito en su papel del Sinchi de LA. (¿Qué porcentaje de De Vito tomaria Lombardi para el papel de Aristóteles Picho?).
Tal vez otra piedrita en el zapato para los que anotan que Estados Unidos se edifica sobre las bases de la democracia , la libertad y las leyes. Esos hombres torcidos, esas mafias que cargadas de dinero e influencias planificaron y construyeron las grandes obras, las carreteras, los barrios, los monumentos de cada ciudad importante; forman parte, de igual manera, de la historia de los Estados Unidos.
Desperezándome entre las almohadas de una casa desconocida en Roosevelt Island. Sintiendo el peso y la angustia de la escasez de aire. El sol entra por las rendijas de las persianas blancas y me devuelve a la vida. Siento los pasos de Carmen en la sala, sus cachetes rosados se acercan y me dicen si he dormido bien. Claro que he dormido bien, pero tengo el sabor del vino, las uvas y la comida tailandesa en la garganta. Me emociona el recuerdo de los fuegos artificiales sobre el muelle de Manhattan. El sonido de las bocinas a la medianoche, todos juntos, como un coro bendito y los gritos de felciidad sobre Brooklyn Heights.
El día sigue lento, Carmen me ha despertado cuando escuchaba las partitas de Bach en el iPod, ha grabado los discos de Camilo y hemos salido los tres usando el teleférico hasta Manhattan. En la 53 me he devorado un cebiche que me ha llenado de recuerdos. El mozo estaba no muy atento, ha botado la jarra de chicha. Pero terminanos y seguimos camino hasta la 14 en la C y hasta Strand. He conseguido un libro autorizado sobre la vida de Richard Burton e Isabel. Y una baratija escrita por el aventurero, publicada en 1902. Por la bicoca de nueve cocos. He regresado a Brooklyn entusiasmado por la promesa de la lectura. Luego he regresado a Carroll Gardens para traerme los discos completos de Camilo. Todo Bethoven, Mozart, Bach…y los escritos aparecidos en los diversos diarios de Lima. Me imagino el placer de leerlos. Enero tiene que ser un buien mes. Tiene que serlo. Y este 2005 igual. Lo creo firmemente. Para cerrar , el broche de oro ha sido la lectura de un cuento maravilloso de Gabo, la imagen del buque fantasma y su ultimo viaje reventando contra la orilla del pueblo asombrado. Es dificil que se borre de mi memoria. Es tan fuerte la pintura. Perenne retrato escrito inmediatamente después de la famosa peripecia de la familia de los Aureliano y los José Arcadio.