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The New York Street

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Oscar

Ida: en blanco y negro

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Las tragedias nacionales a veces requieren de historias sencillas, de saltos al vacío limpios como el de Ida.

«Me olvidaba que yo soy una puta y tú eres una santa», dice la camarada Wanda Gruz. Ida ni siquiera sabe besar. Quienes la respetan asesinaron a su familia. Ida tiene el ritmo de una trágica melodía de jazz. Amará en blanco y negro, después de haber seguido el consejo de la tía Wanda y haber vivido por unas horas como el resto de los polacos. «¿Y después» «Tenemos un perro. Nos casamos, tenemos hijos, una casa» «¿Y después» «Lo normal. La vida».

ida2Como si se pudiera abrazar la vida después de haber llevado los restos de tu madre en una manta y haber removido la tierra para encontrarles una tumba. Ida es un poema bello y trágico, una de aquellas historias sencillas que se requieren para entender mejor el peso de la tragedia de un país.

Para su desconsideración

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Para mí, Jessica Chastain y Zero Dark Thirty deberían llevarse el Oscar. Ella es la mejor actriz y ésa es la mejor película de 2012.

En enero leí una mala crítica en el diario La República contra Argo. Una reseña de un filme muy mal visto. Pensé en escribirles –decirles que el reseñista no había leído bien la historia– pero jamás lo hice. Argo no tapa la intromisión de los Estados Unidos en la política iraní. Por el contrario, desde el principio de la cinta se nos revela que la actitud de EEUU fue torpe y ofensiva para la dignidad de los iraníes. Baste con recordar las imágenes, humillantes, de los oficiales de la embajada en Teherán destruyendo las evidencias al tiempo que la turba trata de ingresar. Argo es una muy buena película.

Sin embargo, Zero Dark Thirty es mejor.

Kathryn Bigelow ha conseguido resolver, otra vez, la difícil tarea de asombrarnos con una historia de la que ya conocemos la trama y el final. Sin concesiones a la política –falsamente acusada de hacerle publicidad a Obama, o de defender la tortura como herramienta antiterrorista–, con un guión que incide más en el drama del personaje principal que en los eventos históricos; y con una limpia recreación del momento culminante: el asalto a la casa de Abbottabad y la eliminación física del líder de Al Qaeda. Bigelow está entre los mejores directores de EEUU y Mark Boal (el periodista de 39 años que también le escribió la contundente The Hurt Locker) en la primera línea de los guionistas que trabajan para Hollywood.

Me gustó Lincoln, pero no tiene la contundencia narrativa de Argo ni de Zero Dark Thirty. Me gustó Life of Pi pero los mayores méritos de la película vienen del libro de Yann Martel. Me gustó Beasts of the Southern Wild pero no puede competir con el impacto y la ambición de ninguna de las cuatro películas anteriores (sin menospreciar la belleza de su realización).

Me gustaría que la película No consiguiera el Oscar a mejor película extranjera, pero no creo que la actuación reposada de Gael García ni el simpático retrato de la campaña plebiscitaria chilena le dé el aliento suficiente. Es muy probable que Amour se quede con esa estatuilla.

Eso sí: Daniel Day Lewis se llevará un tercer Oscar.

Yo también creía que Affleck era poco más que su facha. Sin embargo, ya tiene un par de buenos filmes y la pretensión de la Academia de ningunearlo como director ha convertido a su criatura (apadrinada por George Clooney) en una de las mejores candidatas.

Si los votantes se olvidaron que el simpático amigo de Matt Damon fue amante y pelele de Jeniffer López, tal vez premiarán al carisma de este director y no a la logradísima película de Bigelow ni a la maquinaria publicitaria de Spielberg. Tal vez mañana en la noche Argo y Affleck nos den la sorpresa.

Casi un final digno de la ciencia ficción.

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