Buscar

The New York Street

Un blog lleno de historias

Categoría

García Márquez

Caminando sobre la nieve, 23 de enero

El dia termina con el Libro de Manuel sobre el pecho, dormido. Me he levantado casi a las 3 am para escribir una carta larga a la Roja, contestarle a Carolina y para escribir este diario.
Creo que lo mejor es copiar el editorial que redacto esta tarde para New York Street. En esas líneas resumo estas horas de nieve, nostalgia y paz. Desde mi breve cubículo en Dean St. Jeje

«El tiempo es el mejor aliado. El tiempo está de nuestro lado.»
Los Rolling Stones.

«Es un domingo helado y en la pantalla Akira Kurosawa despierta a los siete samurais para la batalla final. Me he quedado prendido de la imagen del novato echado entre las flores de la colina, suspirando por la vida de aprendizajes y aventuras que se aproxima. Luego he tomado de mi anaquel el libro alquilado de la biblioteca de Brooklyn: Memoria de mis putas tristes. Lo leo con calma mientras saboreo una cerveza belga y un desayuno irlandés en un pub iluminado de Carrol Gardens. He venido caminando dos cuadras e intentando retener las imagenes nítidas de la ciudad cubierta por la nieve. La paciente mirada del discipulo de samurai, la asemejo con la plácida calma con que despues de haber cumplido 90 años, el sabio de García Márquez, esperaba a su putita virgen entre las sábanas de la cama de un burdel caribeño legendario. No sé en qué momento se escapó Gabo de Macondo, pero he debido de perderle el rastro demasiado tiempo. Creo que, desde que terminé desilusionado las primeras páginas de sus memorias y puse a dormir el libro entre una novela de Cortázar y unos ensayos de Vargas Llosa. A propósito de Vargas Llosa, un amigo me telefonea desde Lima para contarme que ha encontrado tres errores en su libro sobre Víctor Hugo. Murmuro que le puede escribir una carta para que corrija los errores antes de su próxima edición. Yo mismo me sorprendo mirando para abajo. Garcia Márquez se muere sin habernos dado la última obra magistral, Vargas Llosa se aleja cada vez con mayor prisa de la violencia interior que necesitaba para plasmar su Guerra del fin del mundo o su Ciudad y los perros. ¿Asistimos a la muerte del Boom? Con dos cervezas encima y un plato de hamburguesas, el boliviano Paz Soldán nos contaba hace unos meses sus penurias en Estados Unidos. ¿Económicas? ¡Qué va! Él, como Baily o como Fuguet, han encontrado en Estados Unidos la nueva patria en la cual se puede ser escritor sin sufrir. Yo no los critico porque bebo del mismo modo de la teta emancipadora de los americanos. Las historias de putas de García Márquez se asocian más con las durmientes de hace siglos dibujadas por Kawabata; mientras Vargas Llosa busca inspiración en la pluma de Los miserables. «No hay ganas», me dice mi amigo desde Lima. En la pantalla Toshiro Mifune, muere mientras penetra con su espada al último de los bandidos que azotaba la aldea; en las páginas de papel reciclado, el sabio busca desesperado la liberadora adicción de Delgadina. El samurai aprendiz mira el cielo en busca de respuestas y yo intento encontrarlas en la luz que se refleja entre los troncos grises de una calle de Brooklyn. Tal vez en esto consista hacer literatura en Nueva York. En rescatar el boom del tropezón final, en lavarnos las manos de McOndo y en resucitar las viejas ideas de Kurosawa, entremezcladas con el lenguaje del Caribe y nuestro propia fatiga cautivada por las nuevas experiencias de una América que descubrimos aún salvaje en castellano. Termino la cerveza belga mientras en la pantalla los Halcones de Atlanta le clavan un touchdown a las Águilas de Philadelphia. Y me sorpendo riendo una vez más por el injerto. ¡Qué mezla carajo, qué mezcla! Bienvenidos a esta calle. Bienvenidos a New York Street.»

Siete son los Samurais, 22 de enero


Los Samurai de Kurosawa

Al estrenarse fue considerado por la crítica japonesa, en orden de mérito,  como la tercera mejor película de 1954. Finalizando el siglo XX, el filme fue catalogado por los críticos cinematográficos como el mejor que ha sido realizado en Japón durante todo ese siglo.

Amistad, aventura, amor, lealtad, guerra, intriga, traiciones: todo lo tiene este filme de Kurosawa. Me imagino como han de haber resonado esas imagenes, esos encuadres o esas espadas enterradas sobre los montes de los cementerios, en las cabezas de Scorsese, Coppola, Spielberg y Lucas, admiradores de su cinematografía.

La película dura tres horas y media, y los vencedores no son los samurais, sino los aldeanos: un grupo de miserables, condenados al sufrimiento por su cobardía.  Hacia el final de la película muere el maestro, también muere el vagabundo convertido en samurai: solo entonces los aldeanos celebran jubilosos, como si fuera su victoria el descalabro de los bandidos.

Me pregunto si Lars Von Triers  se inspiró en los Siete Samurais para realizar Dogville. Algo de esa película me resuena en esa frase que surge cuando al samurai le enseñan la armadura que ha conseguido Monzo y  murmura: Quisiera matarlos a todos…

En este filme, fue la primera vez que los japoneses vieron a un pueblo contratando a un samurai. Luego de Kurosawa lo veríamos en otras películas; ésta y otras imágenes kurosawanas, como la de los bandidos a caballo en la línea de la colina; o el reclutamiento uno por uno de los guerreros; que en filmes posteriores resultan partes esenciales de la trama. Otros directores también copiarían el método como Kurosawa componía sus imágenes, utilizando las miradas para crear movimiento y dinamismo.

Menú de cine de hoy: vi Maria Llena de Gracia, con Catalina Sandino Moreno en el papel principal. La pobreza de Colombia es la de todo el mundo. Resulta interesante que el director ha descubierto el universo colombiano allí en Sudamérica y también en Jackson Heights ( pero filmando en Ecuador para sortearse el peligro de ir a locaciones colombianas). Las vistas de la película se parecían esos paisajes que vi mientras bajaba a Bogotá desde Boyacá, pasando por el Salto del Ángel.

***

Empecé a leer la novela Memorias de mis putas tristes y me envolvió otra vez el lenguaje de Gabo. No hay ninguno que escriba en castellano como lo hace él. Inclusive en este homenaje/copia de Kawabata, del  que Héctor me había hablado tanto.

Por último, tengo que recordar que ha nevado todo el sábado. Conversé con Lima y todo el mundo está en la playa. Mayra dice que hace calor en su cuarto. Aqui hace frío, mucho frío.

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: