
Leí en «Memorias de un antisemita» que, según Van Rezzori, la vida puede ser como un plato de sopa, que hay que tomarse así esté llena de pelos. A veces es así. Pero otras uno encuentra una carnecita que no esperaba, o como me pasó hoy, un wantan pequeño y olvidado con el que ya no contaba y que te entrega una satisfacción adicional. La vida puede ser comparada con una sopa pero –como todas ellas–siempre está llena de sorpresas inesperadas.