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The New York Street

Un blog lleno de historias

mes

julio 2005

Bailando huayno en Brooklyn


Zapateando, moviendo el cucú, etc. ¡Qué juerga! Casi no voy porque había pensado pasarla en la casa de Erick, hasta la había invitado a Claudia (felizmente dijo que no, estaba cansada de reorganizar su casa, tenía flojera de manejar desde Connecticut). Alejandra llama y me convence. En el camino leo Absalom Absalom! y me acuerdo de las lecciones del profe Torres. Absalom, Absalom! es el libro del cual fumaron hierba tanto Vargas Llosa como Gabo. No hay Cien años de soledad ni de nada sin Faulkner. Tan solo la primera escena en el escritorio caliente y cerrado es preciosa. Conozco a los dueños del restaurante Cocoroco donde me presenta Alejandra–para variar aparece tarde–,  ya me he comido la canchita. Albino pone dos pisco sours extra y llegamos sazonados en su Lincoln Navigator. La chilena baila como peruana, pero dice que se ha empatado con el argentino cabeza de coliflor. La peruana al final termina con el argentino y besándose a escondidas en la cocina con su polo rojo «Te Amo Perú». Alejandra se va temprano. Me voy en un taxi con la chilena, como a las cinco de la mañana, mientras ella mira triste por la ventana, no quiere consuelo, no quiere alegría. En parte me parece bien, el argentino es un conchasumadre. Pero tanto que «Viva el Perú» y después todo el mundo quiere lomo de la pampa, no hay derecho. Le he mandado un mensaje a Jessica con la fiesta en vivo y en directo. No sé por qué pero me sigue pareciendo que la sigo queriendo igual y que ella sigue confundida o rara. Lo peor es que me confunde a mí. Bueno, he zapateado y cargado con la vela y con el mechero. Negrita ven prendeme la vela y ese pollito que tú me regalaste y que ¡Viva el Perú!. Lamentablemente me olvidé en la cocina el libro de Faulkner y tuve que ir a trabajar a las 6:30 a.m. con dolor en el tobillo. ¡Viva el 28! Vivan estos recuerdos en Brooklyn, Sunnyside.

18-25 de julio, Viaje al noroeste de los EEUU


Acabo de pulir los detalles finales en el álbum de fotos que he enviado con las fotos del viaje. Han sido ocho días de viaje muy intensos. He disfrutado mucho de los paisajes y de los días de playa pero los dias en San Francisco han sido bastante tensos. Desde que llamé a Jessica de Seattle para decirle que iba a SF a visitarla y no encontré la respuesta que yo hubiera querido. Según Valerie «así son las mujeres». Basta decir que el hecho de que Jessica no llamara todo el día viernes 22, sabiendo que yo estaba en SF, ni que llamara el sábado sabiendo que yo todavia podía estar cerca, me ha molestado parte del viaje. Mucho. Me ha defraudado. Dice Valerie que no debería. Que pude haberle avisado con tiempo que venía. Si lo había pensado, pero la verdad es que el viaje no era seguro sino hasta el último dia. Incluso cambiamos la semana del viaje a último momento, entonces no tenía sentido programar nada. La verdad es que siempre he tenido mas fe en los viajes no programados. Espero recuperarme pronto. Ha sido una gran desilusión. Jessica ha llamado anoche (martes 19) justo cuando estaba cenando con Claudita en Port Chester. No me ha explicado nada. No sé si tenga que hacerlo. Valerie dice que el hecho de ser solo amigos no la obliga a nada. Pero yo creo que con Jessica somos algo más. Al menos amigos especiales. Y creo que ella sabe que yo esperaba algo más. Se lo dije por teléfono desde San Mateo, que habia venido todo este camino esperando tan solo verla. Que me iba a molestar mucho sino hacía un tiempo para verme. No lo hizo. Espero que esté bien. Me ha dolido mucho no verla, me ha decepcionado. Borré su teléfono de mi celu porque simplemente me parecía que me iba a humillar demasiado llamándola otra vez. Ella tiene que saber cuanto la quise, sino está todo jodido.

17 de julio en Westchester

Empecé a escribir una crónica sobre mis viajes. Se llama Pasajero en Trance, como todos los retazos de artículos y escritos que he venido haciendo en estos cinco años fuera del Perú (¡El 10 de julio cumplí 5 años!)
Creo que está bien, aunque le falta pulir algunos detalles. He trabajado de viernes a domingo en Knollwood. Y me he quedado a dormir para preparar el viaje a Seattle. Nos va a llevar Luis al aeropuerto JFK.

Canastas en la madrugada, 4 de julio

Ha sido un largo fin de semana, con trabajo de viernes a domingo. Un breve descanso el lunes 4 hasta las 3 que me he encontrado con Miki para regresar a trabajar en Knollwood. Me he devorado el pato del Bamboo Garden y ha empezado el ajetreo de los autos hasta bien noche. He llegado como a las 2 a la casa y me ha sorprendido ver que con una canasta sobre el poste de luz, la gente de la cuadra jugaba basquetbol.
Sigo leyendo el libro de la La guerra del fútbol de Kapuscinski, se ha terminado la parte que narra sus historias en África y ha empezado su historia en Latinoamérica y la guerra entre Honduras y El Salvador.

Las luciérnagas de Washington Square, 30 de junio

Ana Diz tiene las pupilas abiertas argentinas. Recorre el estrecho pasillo de una tienda de comics. A los 60, todas las tapas de los libros le resultan novedosas, emocionantes. Se pide Sandman, Sin City y Watchmen. Es decir, quiere conocer de una sola vez cual es el barullo en torno a estos tres revolucionarios del género.
Luego de pedir una botella de vino en la cascada de la calle Bleeker, Ana se sienta a ver pasar las luciérnagas. Está viva, abre las pupilas inmensas y comenta que «si no tienes que ir no vayas ché». Luego habla del Cuarteto de Alejandria y Under the Volcano, la novela trascendental de la narrativa inglesa de este siglo. Camilo cree ver influencias en la obra de Ana y el Cuarteto. Ella nos dice que la experiencia de su lectura la ha transformado. Entra Rulfo, el Pedro, que la ha cambiado igual. Las luciérnagas solo han de vivir un día. Los postes de Washington Square los han cubierto con lámparas de papel chino. El Village tiene un rostro distinto. Anoche paseaba por aqui con Elisa y se prendía un porrito. No hay ley en Washington Square, que lo diga Pat Pot, la pintora. Así que Ana ha ofrecido un texto para The NYST. Sobre Sandman tal vez, y sus primeros poemas en inglés sobre los ruidos para el siguiente NYSt. Ana tiene 60 pero ofrece presentarnos el bar más viejo de NY. En McSorleys ella lee NYST. Sugiere renovar, dejar la formalidad, hacer algo chico y más lindo. Diagramar de nuevo.
Se va en un taxi a su casa en el Upper East Side. Me imagino que hojeando los comics y recordando el delicioso plato de la cascada.

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