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The New York Street

Un blog lleno de historias

fecha

18 febrero, 2005

Una modesta propuesta, 17 de febrero


A Modest Proposal
Originally uploaded by Ulises Gonzales.

Hagamos el bien. Utilicemos nuestro razonamiento, para plantear una tesis que ha de acabar con la pobreza. Los beneficios son numerosos: un mejor trato para las mujeres, el relanzamiento del matrimonio, y el ingreso de los pobres al mercado laboral.

El razonamiento–que nace de un enunciado calificativo lanzado por un americano–propone que las madres de esas manadas de criaturas indigentes que pueblan las calles de Irlanda sean transformadas, por obra de esta modesta propuesta, en valioso ganado; el cual se ha de alimentar para luego venderlo a los ricos dispuestos a pagar por las criaturas encebadas y disponer de ellas como un delicioso manjar.

La propuesta elimina–con este sencillo procedimiento– a miles de menores empobrecidos y a familias indigentes que de otro modo se condenan a una vida miserable, de privaciones, donde el robo es disciplina esencial para su subsistencia.
El precio de mercado–pagado por criaturas mejor alimentadas que otras–crea un sistema de oferta y demanda, que ha de redundar cuantitativamente en la calidad de vida de los menores. Y, al convertirse el tiempo del parto en un indispensable paso hacia la solvencia de la pareja, y el sostenimiento de ambos en el mercado; la propuesta ha de beneficiar enormemente las relaciones entre marido y mujer, reforzando los sagrados lazos matrimoniales y las alianzas familiares.

La modesta propuesta especifica que se han de salvar las criaturas mayores de seis, pues su carne–lo ha dicho también el americano–es dura y no tan sabrosa como la tierna carne de los menores de seis. Tampoco se han de sacrificar doncellas, pues ellas son indispensables para la subsistencia de este sistema de riqueza. Y se han de dejar vivos tan solo a los machos indispensables para asegurar las cantidades del producto.

El sistema otorga dinero a los pobres, incorpora a esta clase social en el mapa de la riqueza de Irlanda, y elimina el problema del pillaje–mejorando la seguridad de las calles–; a la vez que provee de divertimento a los ricos, que mal que bien, devoradores de los campesinos y de las clases trabajadores irlandesas, no han de poner reparo alguno en devorar a los hijos de éstas.

Otras ideas para solucionar el problema (como exigir mayores impuestos a los ricos para pagar las necesidades de los pobres, redistribuir mejor las riquezas, o exigir un trato justo por parte de la madre Inglaterra) han sido probadas inviables, porque los irlandeses no están dispuestos a pagar la cuota de sacrificio indispensable para poner aquella normas en rigor. Esta modesta propuesta, por lo tanto, la consideramos harto aplicable. Sus beneficios han sido demostrados con cifras y con un plan de razonamiento que puede contrarrestar cualquier intento aventurado de crítica.

 

Además–para que no quepan dudas de que solo nos motiva el beneficio de la sociedad y de la patria–, aclaramos que ninguno de nosotros piensa beneficiarse de este sistema, pues nuestros hijos son mayores y nuestras esposas han pasado ya largamente el tiempo de procrear.

 

Jonathan Swift (practicante de la sátira y de la poligamia, pariente de Dryden y amigo de Alexander Pope) muere en 1745. Estaba loco y rabioso contra la humanidad. Se le entierra con el epitafio latino que escribe mucho antes, siempre deseando que se lo lleve la muerte.

¿Naturalismo vs. Novela? 16 de febrero


Benito Perez Galdos
Originally uploaded by Ulises Gonzales.

La idea ha surgido en el tren, regresando de Lehman. Pensaba irme para Brooklyn, pero de pronto el tema de meterme a la clase de literatura hispana del siglo XIX ha comenzado a parecerme apetecible.
El profesor, bajo su acento que imita a los gallegos, protege su identidad de gringo neto. «Los americanos nacimos pidiendo disculpas…», replica cuando Camilo le sugiere que no tiene que explicar nada ante la clase por las divergencias en el contenido del texto de Clarin. Para compensar el error, saca a relucir el prefacio de Conrad al Narcissus, en el que el escritor polaco aboga por la escritura total y el compromiso del escritor, como artista, solo con su arte, con su novela, y solo con ella. Pero este criterio, harto entendible para el novelista actual, se cae, se deshace, se rompe, cuando empezamos a leer la obra de Benito Pérez Galdós.

Pérez Galdós entiende la importancia, trascendental en el XIX, de utilizar la literatura para crear–junto con las otras ciencias y las artes–la identidad del pais, la Hispania que estaba en ese siglo tomando forma. Necesitaban independizarse del influjo de Francia, de las corrientes contaminantes provenientes de París y forjar una literatura propia.

La gran pelea de la noche comienza cuando el profesor sugiere que Steinbeck–como Conrad o Faulkner–se aproxima de una manera distinta a la novela,  y que ambas aproximaciones tienen el mismo valor. Pero para el lector de 80 novelas del autor de Episodios Nacionales, es suficiente que Steinbeck se de cuenta de los motivos que lo llevan a escribir, para igualarlo con Faulkner. El juicio de la forma, se iguala al del contenido.

Para un amante de la novela por la novela, esto es una barbaridad. Nadie puede siquiera sugerir que Faulkner no es mejor escritor que Steinbeck. No vamos a mencionar tampoco la risa sin lugar de Isabel ni las menciones a los Carlistas justificando el desarrollo posterior de Iberia. Hacia el final, la clase se concentra en episodios partidarios y guerras con los sucesivos antojos de reyes y presidentes. Nadie aguanta una patria que reclama en cuatro meses varios gobernantes, nadie entiende tampoco que el nuevo rey Alfonso XIII era un reputado degustador de filmes para adultos.

«Era un mujeriego» dice una de las hispanas y la colombiana con acento de gringa se hunde hasta el fondo cuando empieza a mencionar a Jorge Issacs y su importancia en la novela hispanoamericana. Camilo se queda en silencio, no hay mucho que agregar a la clase doctoral, tal vez mencionar a Varela, a la Fortunata y Jacinta, a las dos novelas importantes que intentan el tema del mar. Acaba la clase.

En el ascensor hacia la calle conozco a Katie, que dicta literatura urbana en Lehman, lee a Baldwin y a Gingsberg.  Anastasia es ucraniana y se encuentra escandalizada, con un cigarillo, en la puerta sobre la Quinta avenida, por el fervor casi irracional con que los miltonianos han discutido a Milton en su clase. Vuelvo a Brooklyn con la cartera vacía, un guisado cubano en el buche. Cansado, cierto, pero el cerebro me cuenta antes de dormir las aventuras de esta vida larga…..

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