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The New York Street

Un blog lleno de historias

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Dominic Matei

Caden Cotard

Cervantes, le quitas algunas letras y se convierte en Crane. Fácil. Trivias, todo está lleno de trivias.

Hago foco y veo perfectamente la llegada al valle de Acaville.

Observas a los pasajeros silenciosos del tren subterráneo. Las capuchas comienzan a pertenecer al paisaje, cada vez más. El cabello mojado y el frío. Las manos las percibes más rugosas y dañadas. El clima destroza los labios.

Tantas maneras de percibir las imágenes, distintos tamaños de pantalla. Las letras como una partida de Scrabble: S-Y-N-E-C-D-O-C-H-E. Cada quien lo pronuncia como le da la gana.

Otra vez volvemos a la angustia creativa. Esa que te agarra ni bien abres los ojos. ¿Para qué? ¿Qué necesidad tenemos de ser honestos? ¿Con nosotros mismos? ¿Trascender? La misma pregunta de Dominic Matei. Y Borges como una sombra. ¿Estamos aquí?¿Para qué? Carpe Diem.

Un juego, entendamos la vida como un juego. Entonces todo empieza a cobrar cierto sentido. Incluso si perdemos. Alguien tiene que ganar y alguien tiene que ser derrotado. Tal vez no nos hemos preocupado por leer el manual de juego. Hay algunos que se lo saben de memoria. Lo han releído no sé cuantas veces. Otros juegan por instinto. Dejan todo al azar, me cuento entre ellos. Hay quienes no quisieran jugar. También allí he figurado yo, tantas veces.

Sin embargo el no querer jugar no significa que dejes de ser otra pieza del gran juego y que en algún momento tengas que decidir moverte, hacerte a un lado o tumbar al rey.

For Dominic Matei


Tengo 36. Morir a los 72. Usar la mitad de mi vida en aplicar lo que he aprendido en la primera mitad. Rendir cuentas, buscar trascender. Evitar la reencarnación anticipada. Sí pues, he vivido antes. Mis órganos han sido despojados de energía (los originales, digo) y estos nuevos han sido recargados. Flota la energía, carga otra vez. La ciencia.No creo en la ciencia. Ha sido tantas veces rebautizada y convertida en mascota de los deseos ocultos de sus protectores. Creo en la vida total, en la alegría de la energía, en el amor.
Claro, podrá resultar un poco ridículo. Pero a esta edad, la ridiculez me importa un pito.
No sé cuantas veces he regresado a las mismas imágenes. Es una azotea y un océano cuyas olas inundan el pueblo y el sol dándole su color naranja.He visto girar la cerradura sin que nadie la gire. He soñado sin soñar. He visto sueños de otros. Tantas cosas ocurren sin que se puedan anticipar, pero ya estoy volviendo a lo mismo. Trataré de no robarle más ideas a nadie. Menos a mí mismo.
La cobardía ha guiado mis actos. Sospecho que mi vida hubiese sido más valiosa si no me hubiese faltado precisamente eso: valor.
Ahora es fácil mirar hacia la espalda, pero no quiero mirar después de este cruce de caminos. Es mi propósito empezar de nuevo y en realidad empezar todo otra vez. Repetir sin repetir. Porque…¿qué cosa es sino la vida eterna? ¿Un juego?¿Una broma?
Temo que si me arrepiento ahora no ha de volver el sueño, no ha de regresar lo que pretendo decir.
Quiero decir: estoy sujeto a cierto destino ¿cierto?
Y ese destino implica que asuma mi posición y siga viviendo. Siga viviendo de acuerdo a ciertos determinados parámetros. En este caso el libre albedrío es una ilusión. Y vivimos de la ilusión. Qué nos queda.
Tengo 36 y 36 años por delante. Muchas cosas que decirme y escribir, muchos caminos.

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