La mayor virtud de Pablo Iglesias es la de haber conseguido articular un mensaje de esperanza para una sociedad deprimida por la corrupción y el fracaso de las políticas del PP y el PSOE.
Iglesias estuvo ayer, en el Auditorio Proshansky del Graduate Center CUNY (abarrotado de gente, muchas personas se quedaron afuera del edificio) para presentar sus propuestas y responder preguntas. Lo trajo a Nueva York un grupo de izquierdas, lo presentó al público Amy Goodman, una periodista y figura radial de izquierdas.
Iglesias es de izquierda y no lo niega. Achacarle sus simpatías por algunas políticas chavistas a un hombre de izquierdas es como criticarle a una admiradora de Sex in the City que le hayan aficionado los zapatos de tacón alto, si bien después de caminar unas horas con ellos, es probable que ella misma se los quite.
El modelo chavista falla por sus ideas anti imperialistas trasnochadas y su vocación dictatorial. A Chávez no lo quisimos porque nos asqueaban sus discursos demagogos que no daban cabida a la autocrítica. El discurso de izquierdas de Iglesias parece autocrítico y democrático. Lo que más pueden temer los españoles es que un gobierno de izquierda demuestre lo innecesaria que resulta la monarquía y que les abra la posibilidad de votar por su independencia a los habitantes de los gobiernos autónomos.
Escuchar a Iglesias es un ejercicio sano. Es la única voz ─coherente─ que les habla a quienes han perdido la fe en una democracia que gobierne no solo para beneficio de los grupos de poder. Es un respiro entre la desvergüenza con que encara la corrupción el PP y la hipocresía con que trata de cubrir su inoperancia el PSOE.
Al momento de las preguntas, un hombre de derechas, que se disfrazó como «agnóstico de la política» intentó achacarle a Pablo Iglesias su apoyo al terrorismo de ETA. Mis amigos españoles me hablaban de las tantas veces en que se usaban ese tipo de preguntas para luego editar las respuestas de Iglesias y hacerlo aparecer como el terrorífico castrista que va a llevar la noche a España.
Entre tanta inoperancia de dos partidos que no saben cómo hacer para que «España vaya bien» me parece que Iglesias es la luz que enseña un camino distinto, y que las fuerzas de derecha, los que gobiernan pensando que el pueblo es una masa que no piensa y no se queja, son los que quisieran bajarse aquella luz a pedradas.