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The New York Street

Un blog lleno de historias

fecha

4 diciembre, 2012

Mundo color chicha

chicha

Escuchaba solo música de combi

Suave camay amigo, ponte al toque, lleva conmigo, sube al chévere

Remoto tenor, maldito pies de plato, bolsa de heno

consagrada a tu frío.

La ciudad cosecha vientos que soplan en 1980 sobre la pampa desierta

entre el Cerro San Cristóbal y la Circunvalación

perros pálidos, lentos, como pesas con hambre

olvidadas por sus dueños, libres para encontrar la muerte

A su lado, esos niños descalzos y resistentes

Detrás, el humo negro de la chatarra:

Esa sensación llamada Lima.

Causa, sube y no me converses,

saco la chaira ¿sabes?

tengo filo en las uñas

causa, causa, causita

¿Has visto mi cicatriz? Me la hicieron en Luri

Guarda con avisarle a nadie. Sigue tranquilito.

¿Qué es un niño que camina con miedo?

Un encuentro afortunado con la realidad

Chispa que divide a quienes entienden lo que sucede

y los que viven alterados en una casa de paja,

frente a la tele

¿Con qué concha te atreves?

Un dolor en el estómago porque el puñetazo había perforado mi barriga

¿Así se muere?

Aprendemos a vivir a golpes,

¿y quienes reciben la puñalada antes?

Antes del necesario choque protector.

Dicen que no hay que comer pescado

pero si ayer nos hemos atragantado un cebiche

Ojos de sospecha, tal vez acostumbrándonos a la idea

de que en este lugar es tan fácil morir.

Luego descubrieron que solo los pobres mueren del cólera

El divino protector extendió su manto invencible

sobre mi familia y mis amigos

mi casa de paja

mis vecinos,

sobre mí.

Vivir

Julio Ramón Ribeyro en Miraflores. Foto de Jorge Deustua.
Julio Ramón Ribeyro en Miraflores. Foto de Jorge Deustua.

¿Qué cosa es vivir? Hoy releía Solo para fumadores y encontraba esta frase genial de Ribeyro (que se la tiene que haber leído a algún francés):  «ese simulacro de la felicidad que es la rutina»

Conversaba a la hora de almuerzo sobre las enseñanzas de Josei Toda, líder budista quien en algún momento fue acusado de blasfemo y apartado de su iglesia por reclamar que «Buda estaba en cada uno de nosotros»; que no era necesario pedirle permiso a ningún monje para encontrar el sendero iluminador del budismo.

Ayer leía en el New York Times la historia de la creadora de la página Brain Pickings, Maria Popova, que había desertado de la vida académica para dedicarse a crear una especie de enciclopedia de «datos inspiradores».  «No vivo tan bien, pero sólo hago esto, que me gusta y me alcanza para vivir con comodidad», declaraba al NYT esta búlgara, residente de Brooklyn.

Hoy volvía a ver, con mis estudiantes, el primer video de Fabián C. Barrio antes de salir a dar una vuelta por el mundo en su moto; parafraseando un texto llamado «Instantes» (falsamente atribuído a Borges); y una entrevista donde declaraba que «lo único valioso que tenemos es el tiempo. Depende de nosotros hacer algo con él.»

Ayer miraba conmovido la entrevista a los fallecidos chefs del restaurante limeño Nanka y veía como Lorena Valdivia lloraba al recordar con gratitud la bondad de su padre para invertir en un restaurante al que ella y su pareja le iban a dedicar su vida.

Esta mañana encontré un cuento que me publicaron en Lima hace ya 6 años y recordaba la intensa pasión con que lo reescribía, cuando en aquel momento no podía salir de los Estados Unidos y la nostalgia me quemaba.

Con mi padre, en el teléfono, recordé un instante en Curitiba en que vi pasar la muerte; y él me recordó otro momento allá por los 80s, cuando mi madre se salvó de ser arrollada por un auto frente a la Clínica San Felipe.

Leo a Julio Ramón Ribeyro, escucho a Fabián Barrio, a Lorena Valdivia, leo a Maria Popova, hablo con mi padre y con mis alumnos. Toco el rostro de mi esposa, salto la verja que impide que el conejo suba a nuestro dormitorio, me siento en una silla y les escribo.

Creo que mi destino, amables lectores, consiste en escribirles–al menos esta noche–sobre mi búsqueda de la vida y la felicidad.

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