Todos vuelven a la tierra en que nacieron. Dice el vals.

Y yo vuelvo porque tengo que decirte que te amo. Y no fue así. Vuelvo porque me llaman las musas desde el desesperado parque de los recuerdos. Vuelvo porque el destino me había tendido una trampa. Qué se yo. Esas cosas por las que pasan los peruanos. Pura tragedia empaquetada. ¿No? Hay que tener huevos para vivir y enfrentarse a lo que venga sin estar sumergiéndose todos los días en la tontería del nacionalismo. Somos lo que somos. ¿Oíste? Carne y huesos y un alma perdida si hemos de creerle a Wilde.

Mira la nieve. Los copos te distraen de la figura importante. Tu nueva sombra. O esa negrura que proyectas sobre el suelo blanco, esas ganas de quebrar en cuatro pedazos el cascajón que te bloquea el camino. ¡Avancen, avancen! ¡Animales! ¿Quién está vendiendo los brevetes en este lado del Bronx?

Y de vez en cuando, enmedio del frío..un rostro como el de ella. Las mejillas claras, libres de pena, las sonrisas. Cómo me gustan las sonrisas del Karamanduka. Ah, la muchachada en el estadio. ¿Todos vuelven no? Hemos regresado duros y parejos, sin plata en los bolsillos pero una bancarrota más que importa. Si en la vida siempre fui feliz.

Y a cortar que nos necesitan para tareas más nobles. La ficción no puede esperar que se sienten a trabajar estos dedos de tiza.