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El nos puso en la vida, malhechos y propensos al pecado.
Exige de nosotros perfección y abstinencia de pecar,
y si no lo hacemos estamos condenados.
¿Es esto justo?
Si pecamos no es culpa de nosotros,
sino de los muchos obstáculos que nos ha puesto él en el camino.
Sé que he jurado intentar seguirlo
pero estoy casi seguro que cuando lo hice,
estaba completamente ebrio.
Si tomar está mal, entonces ¿Por qué las uvas crecen?
¿Acaso él no las ha creado?
Y si nos ofrecía primero el Paraíso,
¿Por qué puso en él a una serpiente?
No nos dice de donde venimos,
tampoco nos dice a donde vamos
Pero tenemos que ser rectos y perfectos.
¿Es eso justo?
Hasta las flores más bellas terminan siendo fertilizante,
hasta los tipos más sabios terminan siendo pasto de las vacas,
alimento de los que vienen después.
¿Por qué preocuparnos por el futuro, si tenemos vino hoy?
Antes me preocupaba por discusiones teológicas
y veladas filosóficas. Escuchaba con atención a los curas y a los sabios
Tal vez ellos supieran la verdad.
Pero lo cierto es que al final, terminaba tan ignorante como al empezar.
Me asomé a una urna de barro,
de sus labios escuché esta voz diciéndome: no te preocupes por el futuro,
pues nadie sabe lo que viene, solo sabemos que vamos a morir.
Lo único seguro es esta copa de vino ¡Así que bebe!
(Intepretación libre del Rubaiyat, en la traducción de Edward FitzGerald)