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The New York Street

Un blog lleno de historias

fecha

25 diciembre, 2005

El King Kong de Peter Jackson en Times Sq. 25 de diciembre


Estuve leyendo la introducción al libro del japonés Basho.

 

Muy interesante la selección de los ejemplos, realmente te hace ver como va progresando y madurando su poesía. Luego agarré la botella de vino blanco─según Greti era blanco─y me fui para la 42. Greti no fue al almuerzo organizado por Gianpaolo así que almorcé rodeado de sus amigos. «Cada cual más pájaro que el otro» dice Greti. El único que lleva su homosexualidad sin amaneramientos en Gianpaolo, pero es bien gay. Cuando ve a un negro se transforma.

 

Bromas de todos sobre lo buena cocinera que es. La verdad es que la lasagna siciliana le salió muy bien. El vino estaba demasiado rico. El Nero D’Avola no estaba tan bueno como el de la vez anterior. Los dos espressos necesarios para no quedarse dormido. Lo mejor fue la página de 3mendazo animaciones con todos los «Caíste» del Vacilón de la Mañana. Muy graciosos. Bueno y las historias de Pirelli por el bigotitos, que es el que tiene menos pelo en la lengua de todo el grupo.

 

Greti llegó tarde pero solo para dejar algunas cosas de su mudanza. Se va para España la semana que viene. Vino, miró y se fue. Su mamá también miró a todos con una mueca de sorpresa. Gianpaolo dice que espera que a la mamá alguien le haya dicho que él es gay porque sino no la va a soportar. La mamá se muda con Greti por unos dás y al parecer su mayor inconveniente es que a ella le encanta pasearse calata y aquí no lo va a poder hacer. Es bonita la mamá de Greti.
King Kong dura tres horas. Lo mejor de a películas son los efectos: las escenas con los dinosaurios, la escena del naufragio, la búsqueda en la selva, la escena de los salvajes y los ritos de sacrificio (muy a lo Señor de los Anilllos), la escena con los insectos y la actuación de Naomi Watts, que sale preciosa y a la que se le llega a creer que se ha enamorado del Kong.
Regreso a casa en el D. Leo un poco de La Eneida, está bien en inglés, quería leer la versión en español con la introducción de María Rosa Lida pero al parecer la leo primero en inglés, que no está mal. La película me ha gustado en general pero el final es patético. Mejor dicho: las líneas finales de Jack Black, que está bien para School of Rock pero aquí no pues, no la hace. Adrien Brody no actúa mal pero el personaje no le pide más tampoco.

 

Las escenas en el Empire State son muy buenas, pero ninguna como la pelea con los dinosaurios entre las lianas. Y luego le parte la quijada. Me imagino que se llevará el Oscar al menos a los mejores efectos especiales.
Nueva York está bastante llena para ser 25 de diciembre. La función de las 8:40 es la que he conseguido comprando mi boleto a las 6 p.m. Todo lo demás está agotado. Otras películas en cartelera: Syriana y Brokeback Mountain. Camilo se iba a a ver Fanny y Alexander con Antonio. Me mandó un mensajito Hiroko. Naoko se va tres semanas a Japón. ¿Habrá llegado Alena a NY?

Nochebuena con eggnog

Port Washington, Long Island, 24 de diciembre de 2005

No hace frío. Regresando de Port Chester, de mandar dinero a Lima, de olvidarme tres veces la misma caja de vino alguien se queja detrás mío en la cola subiendo las escaleras de Fordham «I want the Fucking Snow, this is Christmas». Navidad sin nieve y todos felices. Demasiado calor diría yo así que el abrigo está de más. Almuerzo con Francisco en Chinatown, Mamadou no ha querido despertarse. El huarique que recomendó Francisco no es bueno. Te lanzan las servilletas, te sirven tarde la comida, cortan los tallarines de la lasagna. Ni más. Compro algunos detallitos en Mulberry, un cajoncito bacán para Stephanie, incienso que nunca está de más. Me iba a comprar la espada de Kill Bill. Está por todos lados. La mejor era una de acero fintero por quince dólares. El mueble de madera también está fintero. Walter se une para contarnos sus historias en el restaurante de Chelsea, al parecer está harto pero no le disgusta. Todas las bromas que se les ocurran se las hice. No se rió, el único que se ríe es Francisco, que a veces también dice cosas que no me caben en la cabeza, que no entiendo o prefiero no entender. Se parece al primer ministro de Japón. El D desde el SOHO hasta el Bronx y luego otra vez a Penn Station con el panetón, el vino tinto y los tickets ida y vuelta a Port Washington. Camilo me ayuda a comprar el papel de regalo. El viaje a Port Washington dura un poco más de media hora. Es la última parada de la línea y el ticket vale 6 dólares. Nos recoje Stephanie en el AUDI. Es un bonito barrio, una casita bonita como las de Mamaroneck. La familia también es linda, unida. Se respira diferente en casas de este tipo. Sí es una pena que Antonio no haya podido venir, le hubiera gustado. A todos les gustó el panetón. Katie llegó tarde y se sacó los zapatos y en el camino a la estación nos contó sus viajes en auto por los Estados Unidos y sus dos veranos trabajando en un rancho en Wyoming. Después estudió historia en Yale y ahora leyes en la UVA. En las fotos Stephanie sale con sus trencitas de campesina. Nos regaló dos postales preciosas dibujadas por sus niños de Otuzco. Camilo me regaló un libro de viajes del maestro Basho, una combinación perfecta de haiku y narrativa por el poeta más importante de la literatura clásica japonesa. A Stephanie le regaló Eleanor, las viñetas de la niña muerta pero simpática que también le fascina a Katy la de las piernas bonitas de San Marcos. El auto de ella estaba lleno de zapatos y el mapa con el que viajábamos con Miki por el noroeste en Agosto. Ella hizo el mismo viaje pero por el sur. El tren de regreso iba vacío a NY. Como a las cuatro de la mañana ordenando mi cuarto y mi ropa que está todo tirado, hecho un asco. En algún libro (el de Basho) he escrito algo que tengo que colgar en este blog. Le falta vida a las celebraciones americanas. Son buenos intentos pero le falta energía y voluntad de querer con alma. Son como los abrazos que se abraza fuerte pero no se siente la electricidad. Sentí más energía en los quince minutos telefónicos desde Lima. Al tío Pancho no le gusta la idea de Ollanta Humala ganándole a Alan. Bueno, a mí tampoco.

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