Al estrenarse fue considerado por la crítica japonesa, en orden de mérito, como la tercera mejor película de 1954. Finalizando el siglo XX, el filme fue catalogado por los críticos cinematográficos como el mejor que ha sido realizado en Japón durante todo ese siglo.
Amistad, aventura, amor, lealtad, guerra, intriga, traiciones: todo lo tiene este filme de Kurosawa. Me imagino como han de haber resonado esas imagenes, esos encuadres o esas espadas enterradas sobre los montes de los cementerios, en las cabezas de Scorsese, Coppola, Spielberg y Lucas, admiradores de su cinematografía.
La película dura tres horas y media, y los vencedores no son los samurais, sino los aldeanos: un grupo de miserables, condenados al sufrimiento por su cobardía. Hacia el final de la película muere el maestro, también muere el vagabundo convertido en samurai: solo entonces los aldeanos celebran jubilosos, como si fuera su victoria el descalabro de los bandidos.
Me pregunto si Lars Von Triers se inspiró en los Siete Samurais para realizar Dogville. Algo de esa película me resuena en esa frase que surge cuando al samurai le enseñan la armadura que ha conseguido Monzo y murmura: Quisiera matarlos a todos…
En este filme, fue la primera vez que los japoneses vieron a un pueblo contratando a un samurai. Luego de Kurosawa lo veríamos en otras películas; ésta y otras imágenes kurosawanas, como la de los bandidos a caballo en la línea de la colina; o el reclutamiento uno por uno de los guerreros; que en filmes posteriores resultan partes esenciales de la trama. Otros directores también copiarían el método como Kurosawa componía sus imágenes, utilizando las miradas para crear movimiento y dinamismo.
Menú de cine de hoy: vi Maria Llena de Gracia, con Catalina Sandino Moreno en el papel principal. La pobreza de Colombia es la de todo el mundo. Resulta interesante que el director ha descubierto el universo colombiano allí en Sudamérica y también en Jackson Heights ( pero filmando en Ecuador para sortearse el peligro de ir a locaciones colombianas). Las vistas de la película se parecían esos paisajes que vi mientras bajaba a Bogotá desde Boyacá, pasando por el Salto del Ángel.
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Empecé a leer la novela Memorias de mis putas tristes y me envolvió otra vez el lenguaje de Gabo. No hay ninguno que escriba en castellano como lo hace él. Inclusive en este homenaje/copia de Kawabata, del que Héctor me había hablado tanto.
Por último, tengo que recordar que ha nevado todo el sábado. Conversé con Lima y todo el mundo está en la playa. Mayra dice que hace calor en su cuarto. Aqui hace frío, mucho frío.